Capítulo XXXVI

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     Forcejeo contra él, causando que sus manos me tomen con más fuerza. Me estrella contra un muro, como si el golpe en mi espalda pudiese detenerme. No voy a demostrarle que realmente siento mortales punzadas de dolor que brotan de la herida que Diamond me causó. La mano de Jayden sigue cubriendo mi boca. Si intento mover mi cabeza, presiona con más fuerza. Tarda un par de segundos en quedarse quieto, permitiéndome comprobar que no ha sido una alucinación. Realmente se trata de él. Su mirada, su voz, sus ojos oscuros... El contacto visual me da unos segundos de ventaja, pues sus manos se relajan lo suficiente como para que yo deje de sentirme atrapada. No deja de cubrir mi boca, como si alguna vez yo hubiese sido una víctima desvalida cuyo único recurso es pedir la ayuda de alguien más en lugar de aniquilar a cualquier persona con mis propias manos.

Pensar en eso me hace sentir ridiculizada, pues una parte de mí quiere impedir que mi instinto asesino fije sus ojos en él.

— ¿Qué diablos haces aquí? —me pregunta.

El timbre de su voz sigue siendo el mismo. Eso hace que esta situación sea mucho más inquietante.

Dándole un empujón, consigo liberarme al fin. Él da sólo un paso hacia atrás. Al menos, ha dejado de cubrir mi boca. Su presencia, aún así, me hace sentir acorralada.

—Yo podría preguntarte lo mismo —respondo.

Sostiene mi mirada, intentando intimidarme de alguna manera. Ya debería saber que eso no funcionará.

—De entre todas las personas posibles, ¿por qué precisamente tú estás en este lugar? —Insiste—. ¿Tienes idea de lo que estás haciendo?

—Lo dices como si no fuera capaz de defenderme.

—Estoy hablando en serio, Sheryl. ¿Por qué estás aquí? ¿Tienes una mínima idea de lo que está pasando?

— ¿De dónde has sacado ese espíritu protector? Si no mal recuerdo, tú eras quien solía decir que lo realmente importante era tomar riesgos y vivir al límite.

—Esto es diferente. Ya no estamos en la Academia. Ya no somos niños que juegan a ser héroes.

—No. Ahora eres un hombre que juega a ser un villano.

Ya que se niega a apartarse, debo darle un empujón más para obligarlo a darme espacio. Él vuelve a imponer su presencia, apoyando su brazo en la pared para impedirme el paso.

Tengo una pequeña sensación de Deja Vú.

—Me decepciona verte aquí —me dice—. Dijiste que nunca permitirías que nadie te convirtiera en una marioneta.

—Y tú dijiste que jamás permitirías que la Elite te corrompiera. Veo que ambos hablamos sin pensar.

—Al menos admites que estás dejándote manipular. Eso ya es un avance.

—Nadie está manipulándome. Quien tendría que explicar un par de cosas eres tú.

—Soy yo quien hace las preguntas aquí.

—Después de que intentaste matarme en Mánchester, dudo que quiera responderte. Especialmente si tú tampoco lo haces.

Ríe. Da un paso hacia adelante, asemejando a una fiera que persigue a su presa. Se equivoca si cree que aceptaré esa repartición de roles.

—No has cambiado en absoluto —dice—. Sigues siendo esa petulante sabelotodo con complejo de inmortal.

—Quisiera decir lo mismo de ti. No volví a verte desde que teníamos dieciséis, y ahora te has convertido en lo que dijiste que nunca serías.

Pokemon Re-Start I: ResurgimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora