Capítulo L

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     Lugia se ha ido.

Su ausencia una pesada nube de oscura incertidumbre. El eco de su voz martillea aún en mis tímpanos. Estoy totalmente segura de lo que escuché. Estoy convencida de que dijo mi nombre. Me necesita. No puedo dejarlo en manos de esa traidora. Mi hermana nunca lo perdonaría.

—Lugia...

Diamond está tan confundido como yo, y eso sólo hace que la incertidumbre crezca.

¿Por qué reacciona como si no lo supiera?

¿Por qué todo es tan confuso?

¿Por qué...?

¿Por qué la Pokebola de Lugia luce tan normal como las otras?

—Diamond, ¿lo sabías?

Me mira. En sus ojos brilla la confusión. Brillan los estragos de una memoria destruida.

— ¡Responde, Diamond!

Niega con la cabeza. Retrocede. Está aterrado.

Hay algo en él. Algo que no está bien. Algo que no puedo entender, y él tampoco.

— ¡Estoy totalmente seguro de que sólo somos cinco!

—Pues no es así. Mientras no podamos asegurar que lo que dijo Jackie es cierto, por ahora sabemos que ustedes son seis. Y Lugia nos necesita. Pero no puedo volar... No hay ninguna otra forma de alcanzarlo.

—Y-yo... N-no recuerdo... N-no lo sé... Sheryl... ¿Qué está pasándome?

— ¿De qué hablas?

—Siento... La voz de Lugia... D-dentro de mí siento que...

La desesperación en uno de nosotros nos destruirá. Tengo que mantener la cordura, antes de que Diamond pierda la cabeza.

—Diamond, escúchame. Por ahora no podemos detenernos a pesar de tus lagunas mentales. Tenemos que buscar a Victoria. Yveltal es el único que puede llevarnos hasta donde sea que vaya Lugia.

A pesar de todo, asiente. No deja de mirar angustiado hacia el punto de Lugia no es más que un diminuto punto blanco que eventualmente desaparecerá. Ahora es cuando quisiera tener un Pokemon volador capaz de seguirle el paso. Por suerte, alguien puede llevarnos por tierra.

— ¡Ve, Rapidash!

Suelta un relinchido para acompañar a su majestuosa aparición. Diamond y yo nos montamos en su lomo, y Rapidash echa a correr.

Todavía no es tarde.

Aún puedo rescatar a Lugia.

Middlesex, New Jersey.

Época actual.

James duerme en el sofá. Su pulso aún es débil y la palidez es preocupante. Pero está vivo. Ha dejado de sangrar. Los dones curativos de Mewtwo le han salvado la vida. A un alto precio. Mewtwo se ha debilitado de nuevo. Intenta ocultarlo. Cree poder disimular al aceptar sentarse conmigo a tomar una taza de té.

Encontrar el té instantáneo ha sido como estar frente al Santo Grial. Este lugar es una sucia pocilga. No hay más comida que un par de cosas que caducaron hace meses. He visto este escenario antes. Las claras señales de alguien que no quiere seguir existiendo, pero que tampoco tiene el valor de terminar con su vida. El hombre que vivía aquí ya debía estar en el punto sin retorno. En la alacena hay balas y una escopeta, así como en la mesa donde estamos ahora aún están los inicios de una nota de despedida. Palabras emborronadas que acompañan a tres nombres que él no quiso profanar con el bolígrafo.

Pokemon Re-Start I: ResurgimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora