Capítulo XXVIII

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     — ¡Diamond! ¡Ven aquí!

Ya comienzo a sentirme un tanto sofocada. Mis mejillas están ardiendo junto con los lóbulos de mis orejas, tal cual sucede cada vez que me excedo durante el entrenamiento. Mi límite cuando salgo a correr es de diez kilómetros sin descanso. Y después de tomar un respiro, sé que puedo correr veinte kilómetros más sin sentirme exhausta. Así que en este momento ya debo haber cruzado ese límite.

Seguirle el paso a un estúpido gato legendario no es nada sencillo. Al menos, tanto esfuerzo tiene su lado positivo. Diamond aún está a la vista. No lo he perdido por completo. Tan sólo necesito acortar la distancia un poco más para fulminarlo con un solo golpe y hacer que se detenga.

— ¡¡Diamond!!

Él al fin obedece, aunque no por las razones que yo quisiera.

A pesar de estar en un cruce totalmente cavío, e igualmente peligroso, para en seco para mirar en todas direcciones. Se siente perdido, como si no tuviera idea de cómo es que ha llegado hasta aquí. El sonido del motor de un auto lo sobresalta, haciéndolo perder el control nuevamente.

— ¡¡Diamond, no...!!

El auto que se acercaba a nosotros se convierte en una mole de metal en llamas cuando el impacto de los rayos de Diamond hace estallar el motor. Y Diamond le da la espalda a la destrucción, ara echar a correr nuevamente. Se acerca a toda velocidad a ese monumento con la forma de un ángel que se ilumina con luces de los colores de una Pokebola.

— ¡¡Diamond, basta!!

No quiere escucharme.

No me queda más opción que liberar a Dewgong, quien dispara una ráfaga de hielo para congelar las patas traseras de Diamond. Sin embargo, ese maldito gato logra girarse para atacarnos. Consigo lanzarme junto con Dewgong al suelo, para esquivar el ataque de ese gato traidor. Me pongo en pie al instante, sólo para saltar de nuevo pues Diamond vuelve a disparar. Dewgong crea un muro de hielo que bloquea esos rayos asesinos. Se niega rotundamente a dirigir sus técnicas hacia Diamond. Pero su protección bastará para mantenernos a salvo mientras alguien más nos ayuda a domar a la bestia.

— ¡Ve, Vaporeon!

Aunque él sale de su Pokebola totalmente dispuesto a combatir, se arrepiente en el último momento al percatarse de quién es nuestro enemigo. Vaporeon da un par de pasos hacia atrás y me mira con impotencia, negando con la cabeza para decirme que no atacará.

Y yo no puedo obligarlo.

Es un mal momento para haberme esforzado al enseñar a cada uno de mis Pokemon todo acerca de la lealtad. ¿Cómo les explico a todos que atacar es la única manera...?

Dewgong crea un segundo muro de hielo para proteger a Vaporeon de otro rayo mortal. Al quedar el muro destruido, Vaporeon intenta cubrirse con nosotros. Una fuerza se apodera de mí en cuanto veo que las olas de Diamond se preparan para lanzar el siguiente golpe. Me muevo tan rápido como puedo para tomar a Vaporeon en brazos. En mi espalda siento el calor abrazador del impacto que pasa rozando mi piel. Me desplomo en el pavimento con mi Pokemon aún en brazos. Me cuesta levantarme de nuevo, pues el dolor aumenta con el roce de la tela de la camiseta. Ahora entiendo cómo es que un impacto de esos rayos puede aniquilar a los adversarios con tanta facilidad. Un simple roce es ya bastante destructivo.

Los ojos endemoniados de Diamond se fijan en nosotros, haciéndonos sentir un escalofrío. Mi mano se cierra sobre la Pokebola de Lucario, que comienza a borbotear como si él quisiera decirme algo.

— ¡Diamond, mírame! ¡Contrólate!

Su voz, grave y cavernosa, responde por encima de su ira.

—No... —dice—. No... Obedecer... Humanos...

Me quedo paralizada en cuanto el siguiente disparo ocurre, pero un par de brazos me cubren cuando alguien llega para actuar como un escudo humano. Sólo le permito tocarme por un segundo, pues debo apartarme de él para presenciar el momento en que ese Leafeon petulante le pone fin a la discusión disparando una ráfaga de hojas afiladas tan potente que es imposible que haya salido de un Pokemon tan pequeño. Las hojas consiguen cortar las colas de Diamond. Él chilla como un condenado. Y esos sonidos e apagan cuando Ledian aparece también, rociando gas somnífero sobre Diamond para hacerlo caer en los brazos de Morfeo.

Agitada, miro hacia atrás para ver que Keynes y Reynolds intentan evitar que Victoria se acerque a la línea de fuego. Las manos del escudo humano se posan sobre mis hombros. La voz de Kyle Levitt no consigue hacer que yo deje de mirar a Diamond profundamente dormido.

— ¿Te encuentras bien? —me pregunta.

Intento asentir, pero el dolor en mi espalda hace que por un momento tenga que sujetarme de sus brazos para no caer de bruces. Él intenta ayudarme, pero yo lo aparto antes de que pueda comenzar a moverse.

—No me toques.

— ¡Está sangrando! —exclama Victoria.

Por supuesto que estoy sangrando.

Por supuesto que no estoy bien.

Diamond intentó aniquilarme...

—Tenemos que llevarla de nuevo con la abuela de Lynn —dice Reynolds.

Levitt me toma en brazos a pesar de que yo intento apartarlo. Sólo quiere acelerar el paso, al parecer, pues ni siquiera se digna a mirarme.

No creo que sea necesario decir que me siento terriblemente ridiculizada. Si el dolor no fuese tan intenso... Estúpido Levitt.

Dewgong vuelve a su Pokebola, pero Vaporeon se niega y decide ir caminando con nosotros como si quisiera estar listo en caso de que tenga que ayudar de cualquier manera.

Y se lo agradezco. Con el alma entera.

Paltrow toma a Diamond en brazos de la misma manera, y eso me llena de mil dudas más.

¿Por qué, si lo hemos vencido, no apareció ninguna Pokebola como cuando luchamos contra Flareon, Lucario o Umbreon? ¿Por qué Diamond enloqueció, en primer lugar? ¿Por qué mencionó a Mewtwo? ¿Por qué tengo este mal presentimiento...?

¿Por qué ahora tengo más deseos de contactar a James, sólo para asegurarme de que todo esté realmente en orden?

Pokemon Re-Start I: ResurgimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora