29. Recuerdo (XXVI: Still ).

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01 de octubre, 2014.

Sentada en frente de la pequeña mesita que poseía, miraba neutralmente el pequeño pastel adornado con betún blanco, que con mermelada de fresa tenía una frase singular:

Happy Birthday, Lia.

Sí. Era mi cumpleaños, y eso lo hacía aún más difícil.

La luz tenue que se colaba por las cortinas cerradas era el único halo de luz que se podía observar dentro de ese espacioso lugar, El silencio impregnado en las paredes hacía estragos en mi pequeña mente, la cual sólo se torturaba con aquello que, parecía una película que avanzaba fugazmente a la par que pausada. Todo pasaba lentamente por mi cabeza como una cinta vieja, ya demacrada por el pasar de los años pero con las escenas intactas. Encendí las velas despacio, con las manos temblando, como si me costara demasiado controlar mis movimientos. Dejé el encendedor a un lado y contemplé las frágiles llamas que se movían, tratando de consolarme mientras mis ojos empezaban a llenarse de agua.

Vi mi celular, y marqué un número, de la única persona a la que quería ver en ese momento. No me contestó. Le mandé un mensaje, esperando que lo viera pronto. A pesar de la pelea de ayer, quería a Tae cerca de mí.

Sin poder soportarlo más tiempo, rompí en llanto, derrumbándome sobre la mesa, sin importarme que pudiera mancharme con la orilla de la torta y que el gorrito de cumpleaños -parcialmente achicharrado por el fuego años atrás- que llevaba puesto se estropeara.

¿Por qué?






01 de octubre, 2002.

Desperté de golpe con el pecho agitado debido a mi vertiginosa respiración, pero no había soñado nada como para que despertara tan de repente. Zarah yacía dormida en su cama demasiado tranquila, aunque eso era muy normal. La luz que entraba por la ventana y lo poco que dejaban ver las cortinas anunciaba que sería un día nublado. Sonreí instintivamente al ver a Zarah. Mi hermana pequeña, mi acompañante de aventuras. Quería demasiado a mi hermanita y nunca dejaría que algo le pasara.

Seguía sin poder calmarme, así que fui con mamá y papá. Me levanté y con pasos ligeros fui a su habitación, pero ellos no se encontraban ahí. Los busqué en la sala, en la cocina, en el baño y no estaban por ninguna parte. La puerta estaba cerrada con llave. Supuse que habían salido, pero me sentía nerviosa de algún modo. Sentía la necesidad de encontrarlos y no sabía por qué. Hice algo tonto.

La ventana de la cocina estaba abierta, por lo que me subí hacia allí y salté. Dejé a mi hermana sola.

Llevaba caminando varias cuadras cuando decidí volver. No sabía dónde estaban mis padres, ¿A dónde habían ido? ¿Nos habían abandonado?

Todavía me faltaban unas calles cuando divisé la casa pero... Algo no andaba bien; salía humo de la ventana. No pude dar crédito a lo que pasaba después. Llamas empezaron a verse, llamas que salían de las ventanas y del techo, llamas que querían salir.

Me quedé inmóvil.

Miraba horrorizada aquella escena. Observaba con detenimiento y pánico cómo el fuego consumía tortuosamente la madera de mi hogar exclamando por querer más. Y fue entonces que recordé a Zarah. ¡Zarah! Rápidamente corrí hacia allá y mientras lo hacía alcancé a ver cómo dos personas con bolsas tiraban éstas y se dirigían a la casa. No.

Mamá y papá.

Mis ojos empezaron a humedecerse. Corría y gritaba en un intento por alcanzar mi hogar, pero entre más pasos daba más interminable se hacía el trayecto y más se me nublaba la vista debido a las lágrimas; más cansancio sentía y las llamas seguían consumiendo todo a su paso.

Y entonces colapsó.

Explotó.

Aquello que recordaba como felicidad se había ido en un par de minutos. La gente se reunía lejos de ahí, los bomberos llegaban, pero yo no tomaba aquello como parte de mi mundo; para mí sólo existía mi casa ardiendo y la soledad que conllevaba a eso. Un par de personas se reunieron conmigo y al saber quién era yo me llevaron con los bomberos.

― Niña, ¿cuál es tu nombre? ―dijo uno de ellos.

Pero yo no podía contestar. Una vorágine se apoderó de mí haciéndome perder el sentido de las cosas. Lloré aún más fuerte de lo que puedo recordar.

Ya no vería los ojitos de Zarah, la sonrisa de mi madre Alessandra ni el rostro de Oliver, mi padre. Ya no jugaríamos los cuatro. Ya no contaríamos los días ara visitar el mar ni las aves que surcaban los cielos por encima de nosotros. Ya no estarían para mí cuando yo no pudiera dormir.





01 de octubre 2014.

Las velas se iban acabando por el calor de la llama. Me pregunté si alguna vez dejaría de anhelar el calor de mi madre y la calidez de mi padre una vez más. Aún recordaba como en los noticieros salió la noticia, el cómo todos se preguntaban qué había originado aquella catástrofe y todas las teorías que habían salido por eso. Algunos pensaban que yo había sido la autora de aquello, ¿cómo eran capaces de siquiera imaginar algo así? También recuerdo lo que quedó de mi casa, las pocas fotos que el fuego dejó y el gorrito chamuscado que había guardado desde entonces. Mis padres no tenían contacto con sus familias debido a problemas que jamás me contaron con detalle, así que los padres de Heidi se apiadaron de mí y se dieron la tarea de mi tutela.

Quería seguir llorando, lamentándome por no haber sido capaz de hacer algo cuando sólo me quedé quieta esperando para ver qué sucedía siendo que mi hermana estaba atrapada entre las llamas. Pero mis ojos ya estaban demasiado hinchados como para otra ronda interminable de lágrimas.

― ¡Lia! ¡Abre la puerta! ―escuché que alguien gritaba de afuera. No quería abrir. Ya era demasiado tarde, miré el reloj y faltaban pocos minutos para las nueve. Afuera se notaba, porque todo espacio del apartamento estaba oscuro. Parecía que el clima era frío, pero más frío no podía sentir en estos momentos.

A pesar de mis inexistentes fuerzas, como pude me dirigí a la puerta. Al quitar el seguro y mover un poco hacia atrás esta, dos personas se abalanzaron contra mí, haciéndome perder el equilibrio pero deteniéndome con el peso de ambos.

― Perdónanos por llegar tarde, Lia ―dijeron Jimin y Susan al mismo tiempo.

Y como si nunca hubiera llorado, solté el llanto de manera increíble. Grité, de dolor, de pena, de resignación.

Y aunque no lo aceptara, también lo hacía porque la persona que había querido que estuviera conmigo no se presentó.







٭٭٭♥♠♣♦٭٭٭

Taehyung hijo de su fruta madre ;-; Me pierdes Tae, ¡me pierdes!

Ahora sabemos la historia de Stone u.u -sniff-

Espero les haya gustado y lamento la demora, pero es que necesitaba narrar estos tres capítulos de manera seguida. No sé si seguir haciendo esto (tres capítulos a la semana) o si publicar el capítulo cuando lo tenga listo (entonces sería un capítulo cada tres días). En fin...

Nos leemos después ♥

♥ Besos y abrazos con love ♥

Watson.

PD: Les tengo una pequeña sorpresa ♥

Old Days, memories» Taehyung BTS [김태형] 🔖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora