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Despierto, me quedé dormido sin siquiera haber cenado, mi estómago me odiará por eso. Fue la primera noche después de mucho tiempo en la que duermo feliz, desearía que todas mis noches fuesen así, siempre. Mi felicidad depende de otra persona, de una chica para ser más específico y sé muy bien que eso no debería de ser así, pero soy incapaz de ser feliz por mi cuenta, por eso la necesito a ella, ella tiene la cura de todos mis males; no sé quién es ella, pero ansío mucho encontrarla.

Bajo a desayunar, Harry está en casa junto con su hermana y ambos desayunan con mis padres. Cuando Harry está rodeado de gente adulta, les hace pensar que es un chico corriente y normal, como todos los demás y que está perfectamente bien, pero ambos y Katie sabemos que no es así, lo hace para evitar las preguntas que hacen la gente adulta.
—Te has dormido con la ropa que llevaste ayer —dice mi madre.
—Sí, fue un día pesado y dormí en cuanto llegué —replico.
—Bien, ahora come.

Harry y Katie me esperan en la sala mientras tomo una ducha y me arreglo para ir al infierno. Mis padres ya se han ido así que estamos solos. Bajo las escaleras y llego a la sala, me siento enfrente de Harry y es el mismo Harry que yo conozco y que conocí, un depresivo igual que yo. Katie por suerte emana alegría, para ser una chica rubia de dieciséis años y un poco bajita, está llena de dulzura. Pero nuestras almas están tan negras que la felicidad y el carisma emanado por Katie no hacen efecto alguno en nosotros, y por suerte también que nuestra depresión, pero más la de su hermano, no la ha afectado a ella, porque de vez en cuando, ella nos saca una que otra sonrisilla por cosas que le han pasado en el día, etc. Harry está más deprimido que yo y nunca me ha dicho el por qué, y tampoco he querido preguntarle eso después de todo este tiempo.
—Wes, ¿Sabías que el ochenta y cinco por ciento de los suicidios son provocados por desilusiones amorosas? —pregunta Harry.
—Sí, creo que lo sabía, a veces las desilusiones amorosas te deprimen y de ahí surge el suicidio porque piensas que no encontrarás a otra chica o chico —dirigiéndome a Katie— igual que ella o él.
—Basta chicos —dice Katie con un tono de preocupación—. No sean tan densos, aún es temprano, hagan eso más tarde.

Un hecho curioso es que estando con Katie no parezco tan deprimido, me siento neutral estando con ella, tal vez será porque no quiero que nadie tenga que pasar por lo mismo que estamos pasando Harry y yo. En nuestro camino hacia la escuela AKA infierno, pasamos por la casa de Violet y no veía señales de ella —va a llegar tarde, otra vez—. No sabía si ella era de bachillerato o de algún otro grado inferior, pero quería volver a encontrarme con ella.

Hemos llegado, es un poco temprano y esta vez trataré de ser menos cínico con los idiotas. No le dije a Harry lo que sucedió el día de ayer, por lo general, muy pocas veces hablamos sobre lo que pasa en la escuela cuando uno de nosotros falla. Katie se despide de mí y de Harry e ingresa en su salón, seguimos caminando en silencio y luego ambos entramos en nuestro salón.

Es muy temprano, únicamente estamos Harry, yo y unos dos idiotas. Me siento al lado de Harry, como siempre, abro mi mochila y saco un libro de Stephen Hawking «La teoría del todo», es la duodécima vez que lo leo. Terminando el primer capítulo, pasa por la puerta la chica de detención, Violet. Trata de ubicarse durante unos cuantos segundos, los idiotas la ven a ella, pero ella no se inmuta en verlos. Alza su mirada hacia mí, yo la estaba viendo fijamente desde que pasó por la puerta, me esboza una sonrisa rápida y se dirige hacia mí.
—Ahora sí has venido a tiempo —le sonrío; de todo mi rostro según Katie, mi sonrisa es uno de mis mejores rasgos.
—El tiempo es un concepto relativo —replica citando a Einstein.
Harry la ve a ella confundido y luego me ve a mí de la misma forma. Se acerca a mi oído y dice:
—¿La conoces?
—Sí, la conocí ayer en detención.
—¿Tú? —abre ampliamente sus ojos—. ¿Detención?
—Pensé en voz alta sobre lo idiotas, no fue nada malo.
—Oh, ya veo —se acerca nuevamente a mi oído—. Su coeficiente intelectual debe ser como el tuyo, en resumen, no es tonta —me río.
—Lo sé, mi milagro se cumplió —le sonreí.
—¿De qué hablan chicos? —preguntó interrumpiéndonos.
—De nada en particular —respondo inmediatamente—. Por cierto, Violet, te presento a Harry —volteo la mirada hacia él—. Harry, ella es Violet.

El tiempo, como todos los días, pasa infernalmente lento en el infierno, aunque hay un ángel en él.
—Bien chicos, pueden irse —hace una pequeña pausa mientras todos guardamos nuestras cosas—. Por cierto, bienvenida señorita Violet —ella se limita en sonreír.

Primero salen todos los idiotas y de último salimos nosotros tres. Me dirigí al salón de Katie mientras Violet y Harry iban platicando, Katie esperaba fuera del salón, así que no tardamos mucho en volver a encontrarnos con Violet y Harry.
—Hola —dice Katie confundida.
—Oh, cierto, Katie, ella es...
—Violet, mucho gusto —interrumpiéndome.
—Soy la antes mencionada, Katie —le sonríe y le da un apretón de manos.

Nunca antes me había sentido de esta forma o quizás sí, quizás me había sentido así antes de toda esta mierda. Nunca antes había visto así a Harry, él sonreía en ocasiones y no estaba con un adulto, estaba con alguien como Katie o como yo. ¿Quién es esta chica y qué nos está haciendo?

Desde las estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora