21

311 22 26
                                    


«Ahora, siempre es de noche para ti...»

Samantha y los demás están en la sala de espera. Violet y Harry también han llegado. Samantha se ha quedado dormida en uno de los sillones; prefiero que esté así, no quiero verla llorar. También ha llegado Tom, su hijo. No puede creer lo que acaba de pasar.

Lo que se suponía iba a ser una noche para celebrar, terminó siendo lo contrario. No lo estoy culpando a él, sólo que esto... Aún no puedo creer que esto haya pasado. Todo me parece irreal.

Samantha despierta. Está llorando. Violet, Harry y yo la rodeamos, queremos que se sienta un poco menos triste. Feliz no, porque en realidad, nadie lo está en este momento.

Las historias que me contó a mí y a Samantha empiezan a tener sentido ahora, por cómo terminaban. Nos estaba preparando. Nunca nos contó una historia con final feliz, al menos, conmigo no lo hizo.

Ahora que se ha ido, todos queremos un poco más de su tiempo. No tenemos fuerzas para seguir adelante. Tengo que duplicar mi fuerza para estar firme ante Samantha, ella no puede soportarlo.

Chris ha estado pegado al teléfono, llamando a todas las personas que conocieron a Ed para darle la terrible la noticia. Chris es el más fuerte de todos; puede decir lo que sucedió sin derrumbarse.

Ahora hay flores que adornan su cielo. Esa basura. Un placebo para aliviar nuestras penas y pensar que alguien nos ve desde arriba, no es más que un montón de patrañas. No puedo derrumbarme, no debo hacerlo. Está prohibido derrumbarse.

Por las siguientes semanas, se evitarán hacer preguntas sobre cómo estamos o cómo nos sentimos. Podrían recordarnos el dolor de su partida.

Ahora, nosotros no somos nada más que muertos vivientes. Eso parecemos. Estamos mecánicamente vivos.

Chris nos ha dicho que vayamos a la funeraria y escogiéramos cómo lo veríamos por última vez. Pero, esta vez, Ed no nos podrá ver a nosotros.

Caminamos por ese pasillo blanco que parece interminable. Llegamos al estacionamiento. Harry conduce; de los dos, él está más fuerte que yo. Su muerte no lo afectó tanto como a Samantha y a mí. Violet lloró durante un lapso de tiempo cuando llegó al hospital, sin embargo, ella también es más fuerte que yo.

Los labios de Samantha están secos y agrietados. Tiene la cara roja e hinchada. Me está abrazando fuertemente. No quiere que la deje ir. No voy a dejarla ir. Nada será como antes.

Estamos en la funeraria escogiendo su ataúd. Nos atiende una señora de unos setenta años. Su pelo está blanco, pero toda ella pareciera más joven. Trata de comprender nuestro dolor. Nos muestra varios ataúdes y empieza a decirnos cuál es mejor, como si se tratarán de unos jodidos muebles.
—Sí, este está bien —le digo a la señora.
—Okay... —toma un lápiz y empieza a escribir en su agenda— Escriba el nombre aquí, por favor.

Harry toma la agenda por mí. Sería difícil para mí dejar en claro que Ed ya no existe. Samantha está ida, Violet está a su lado. Me siento impotente.

Estamos en la carretera nuevamente. Vamos a casa de Ed a buscar el último traje que usará. Harry y Violet se han ofrecido nuevamente a entrar ellos solos. Samantha y yo no somos más que una carga. Ambos somos granadas. Algo podría quitar nuestros seguros y explotaríamos.
—¿En serio obtuviste un puntaje perfecto? —le pregunto a Samantha. Tengo que hacerla pensar en otras cosas.
—Sí —responde. Apenas se le puede escuchar—. Mil seiscientos.
—Me alegro por ti —tratando de no quebrarme.

Acerco mi rostro al de ella y le doy un beso cerca de sus ojos. Pude sentir sus lágrimas saladas cargadas de dolor.

Por la mañana iríamos al cementerio para indicar en dónde será enterrado. Estoy esperando que alguien salga con cámaras de video y que Violet o Harry digan: «¡Esto ha sido una broma! Quiten esas caras largas y sonríanle a la vida, Ed aún está con vida». Sin embargo, ambos salen de su casa y traen consigo un traje negro. El último que se pondrá.

Desde las estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora