14

409 40 15
                                    

—Te ves hermosa cuando lloras —le digo—. Tus mocos cayendo y todo eso, es hermoso.
—Cállate —se ríe y me da un golpecito en el brazo—. No seas asqueroso.
—Ten —le doy un pañuelo para que se limpie el rostro.
—¿No me vas a besar con todo y mocos? Digo, ya que dices que todo eso te parece hermoso de mí —dice desafiante y con una gran sonrisa.
Me acerco y trato de besarla pero ella se niega y aparta el rostro, estiro mis labios para alcanzarla pero no logro.
—Estoy bromeando, por favor, cálmate —ríe.
—Tú me desafiaste.
—Si, pero, no pensé que fueras a hacerlo en verdad —volvió a reírse.
¿Cómo es posible que esta chica de estar totalmente devastada, iluminara el lugar nuevamente con su risa y su sonrisa?

Seguimos tomando las fotos, ella estaba enfocada en las flores y yo, bueno, yo estaba enfocado en ella.
—Listo —me dice.
—¿Eso es todo? —le pregunto.
—Así es —me sonríe. Le sonrío—. Ahora vamos al Frenchy's, tengo hambre.
—Está bien.
Salimos, dejamos las cámaras en el asiento trasero y luego nos subimos al auto. Le digo:
—Esta vez yo pongo la música.
—Si, seguro amigo mío —me lanzó una sonrisa. Esa línea curva que lo endereza todo.
Arrancó y estábamos en la autopista nuevamente.

Tomé de la guantera un disco de Oasis, «(What's the story) Morning Glory?», esta chica sí que tiene un buen gusto musical.
—Oh, por favor —dice—, debes saberte las canciones de ese álbum.
—¿Por qué? ¿Quieres cantar?
No responde, frunce los labios porque no quiere sonreír y sus cachetes empiezan a ponerse rojos. Viajamos en silencio y disfrutamos el ambiente musical.
Empieza a sonar la cuarta canción del álbum, así que empiezo a cantar. No quito mi vista del frente y ella me ve como si estuviera loco y en verdad que lo estoy. Después me ayuda con el coro:
«And so Sally can wait, she knows it's too late as we're walking on by. My soul slides away, but don't look back in anger, I heard you say»
—Sabía que querías cantar —le dije mientras bajaba el volumen para que me pudiera escuchar. Ella me da un golpe en el brazo. Duele.

Estábamos a unos cuantos metros del Frenchy's cuando Samantha detiene el auto de golpe.
—¿Por qué lo detuviste? —le pregunté.
—¿No ves el pájaro que está ahí? —dice—. Está herido.
Nos orillamos y bajamos del auto. Me acerqué al pájaro rápidamente y noté que tenía una de sus alas en mal estado.
—Llevémoslo al Frenchy's —le dije—, podemos curarlo.
Asintió y llevé al pájaro en mis manos.
Entramos y coloqué al pájaro en una de las mesas, le dije a Samantha que trajera un poco de agua y que buscara en el kit de primeros auxilios, alcohol e hilo y aguja; por si requería puntadas, además, vendas para proteger la herida. El pájaro estaba bien y según mi poco conocimiento que tenía sobre las aves, respiraba normal, sólo tenía fracturada su ala izquierda. Nada más.
Samantha trajo las cosas que le pedí.
—¿No crees que el alcohol le hará daño? —pregunta.
—Si, tal vez. Mejor, sólo limpiaré su herida con agua y la suturaré.
Y exactamente eso hice, sin tener previo conocimiento en medicina veterinaria. Envolví correctamente al pájaro en las vendas y luego lo coloqué en una caja para que reposara.
—Vaya, me impresionas —dijo ella—. Ahora comamos, pero antes, lávate las manos.
Asentí.
—Hey, chico, ¿cómo estás? —pregunta Ed.
—Muy bien señor, ¿y usted?
—Mejor que nunca —sonríe—. ¿Estás listo para más historias?
—Si, muy listo.
Oficialmente habían pasado veinticuatro horas desde la primera vez que vine aquí, y estaba exhausto, pero, aún así, quería escuchar otra historia como la primera que me narró.

Me fui a la mesa con Samantha, ordenamos perros calientes y Coca-Cola. Ed nos trae la comida, junto con papas fritas, de parte de la casa, según él. Se sienta y se acomoda para contarnos otra historia.
—Sam, ¿te he contado cómo nos conocimos tu abuela y yo? —le pregunta a Samantha.
—Creo que no, tal vez lo hiciste con otra Samantha —todos reímos.
—Muy graciosa —replica—. Bien, esta es la historia de cómo tu abuela y yo nos conocimos y nos enamoramos.

Desde las estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora