CAPITULO 5

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  La vida dificilmente te dará una segunda oportunidad. Toma siempre la primera.

Llegamos a un Audi negro y Harry me abrió la puerta del copiloto como todo un caballero británico. Si me hubieran preguntado que carro consideraría para él, yo hubiera dicho que un Audi igual a ese, no sé porque, solo sé que va con su personalidad.

Rodeó el carro y se metió. Me sentía nervioso, eso realmente parecía una cita aunque hubiera sido solo una salida improvisada. Harry encendió el carro y prendió el aire.

—¿Desayunaste? —preguntó antes de arrancar. Solo atiné a negar con la cabeza. Tenía mucha hambre —yo tampoco ¿Sabes de algún lugar bueno? 

—si, todos los domingos voy con Olivia y Liam a la Choza escondida, tienen unos wafles riquísimos, los mejores —dije emocionado. Él arrancó.

—¿Por donde está? —preguntó sin mirarme. Le di las indicaciones más o menos entendibles, no sirvo para recordar calles o rutas, solo le decía por donde ir.

—¡Aquí es! –Aparcó en el estacionamiento casi vacío, se bajó y me abrió la puerta. Nos acercamos juntos a la hermosa casita de madera, escondida entre dos robles enormes. La vista era hermosa. 

—¿Es un restaurante? —preguntó Harry confundido. La primera vez yo también había preguntado eso.

—si. Es una choza y esta escondida. Ven, entremos —lo tomé del antebrazo y lo jalé hasta llegar a la reja, donde nos abrió un chico muy lindo que me reconoció.

—buenos días —nos dirigimos al mismo tiempo el chico y yo. Solté el brazo de Harry un poco apenado por tocarlo tanto y abrí la puerta de madera blanca.

Lo que más me gustaba de La choza escondida era la decoración, bueno, ademas de los wafles y la comida. Habían solo como diez mesitas de madera blanca esparcidas por el pequeño espacio; las paredes tenían un tapiz de flores tipo vintage que amaba, y colgaban cuadros de tonos rosa. El piso blanco y como siempre, reluciente.
La gente que iba era casi siempre la misma y ya lograba reconocerlos, por lo que le sonreí a la mayoría de la gente. Nos sentamos en una mesa pegada a la pared. Harry no dejaba de recorrer todo el lugar con la mirada.

—¡Que lindo lugar!—exclamó posando su intensa mirada en mis ojos.—es tan... Hogareño y cálido. 

—lo sé, es el mejor lugar que podrás encontrar para desayunar—le dije. La señora Adele se acerco a nosotros rápidamente con una tierna sonrisa.

Era la anciana mas dulce que conocía. Tenia ojos azules pequeños y brillantes y una sonrisa hermosa que te hacia confiar en ella. A pesar de sus 72 años estaba muy conservada y muy linda.

— Louis cariño —me saludó y se acerco a mi para besar mis dos mejillas—que alegría de verte

—igualmente —le respondí— él es mi amigo Harry , lo traje para que conociera sus estupendos wafles

—el dice que no hay lugar mejor que este y tiene razón, es hermoso —dijo Harry con una dulce sonrisa.

—oh, muchas gracias, ángel. Soy Adele —se acercó a él y besó sus mejillas que se veían tan suaves— un placer conocerte cariño ¿Eres inglés?

—si —contestó orgulloso— ¿Usted también, cierto? Lo note por su acento. 

—por supuesto —sonrío cariñosa— eres un pequeño encanto ¿Cierto,Louis?

—eh... —me sonrojé. ¡Malditos cachetes gordos!— si, supongo.

—claro...—ella me sonrío cómplice— bueno, jóvenes ¿Que van a ordenar? 

—yo quiero wafles con huevos revueltos, y una de tus deliciosas malteadas de vainilla– Ella anotó en su pequeña libreta y miró a Harry.

—eh... Yo quiero lo mismo, por favor. 

—ahora mismo les traigo su desayuno —dijo y se marchó sin quitar su sonrisa.

—es muy dulce —habló Harry después de un incomodo minuto de silencio donde ninguno de los dos sabia hacia donde mirar. 

—lo sé– eso fue lo único que salió de mi boca. Usualmente no cerraba la boca nunca, pero no sabia que decir. Estaba nervioso, mucho. Mi celular vibró y lo saqué de mi bolsillo. Un mensaje de Olivia.
"¿donde demonios estas? No estoy con Liam, me dejaste preocupada ¿Esta todo bien?"
Miré a Harry antes de contestar, él me estaba mirando detenidamente.
"vine a desayunar con Harry, el tipo del parque, creo que estaré con él un rato más, no le digas nada a mi hermano por favor"

—aquí están sus malteadas —anunció Adele poniendo ambas copas en la mesa.

—gracias —respondimos Harry y yo al mismo tiempo. Adele se marcho y mi celular volvió a vibrar. Harry tomó un trago de la malteada.

—Oh, sabe estupendo —exclamó con los ojos bien abiertos. Le sonreí con ternura y tomé un sorbo de la mía. Abrí el nuevo mensaje que me mando Olivia
"oh por dios ¿Te pidió una cita? Que emoción, me tienes que contar todos los detalles. ¿No te ha besado aun? "

Reí con ganas por la tonta idea de Olivia y Harry me miró raro. No era una cita. Y por supuesto, él no me besaría. No le conteste el mensaje porque seria grosero estar toda la cita, digo, salida con el celular en la mano.

Suspiré profundamente y recargué mis codos en la mesa entrelazando los dedos y recostando mi barbilla sobre ellos. Si eso era una cita, Harry debería de estar poniendo toda la atención en una conversación conmigo para conocerme más e interesarse en mí, pero él parecía mas concentrado en la malteada que en cualquier otra cosa. Levantó la vista y me pescó mirando su cara despreocupadamente. Desde mi asiento, en sus ojos verde se veían motitas azules por la luz.

—¿En Londres, vives cerca del Big Ben? —pregunté de la nada.

Yo siempre quise vivir cerca de allí. Era como, mi sueño. 

—si —tomó otro trago de malteada— vivo como a tres cuadras de ahí, y desde el balcón de mi habitación se alcanza a ver. En las noches se ve genial. 

—Debe ser maravilloso... —susurré para mi mismo.

—lo es, oye...—saltó emocionado de su asiento dispuesto a decirme algo, pero enseguida se calló. —No, nada. Olvídalo.

—ahora no podré olvidarlo —me quejé.—Dime, por favor. 

—no, no —negó con la cabeza y sonrió de lado de una manera despreocupada pero sexy— era una tontería 

—oh... —bajé mi mirada. Odiaba terriblemente que me dejaran con la duda. ¿Por que no solo me decía? Ahora no seria capaz de pensar en otra cosa que no fuera en lo que Harry estaba por decir. ¿Y si él está tan confundido como yo por si esto es una cita? Bueno, eso no es muy probable. ¿Y que tal si me quiso pedir un beso, pero no se atrevió? ¡Por dios! Eso es menos probable.

—no hagas esa carita —se rió. —Es demasiado tierna.

—es la única cara que tengo —contesté con voz baja y seguramente la cara roja, lo podía sentir. Él se me quedo mirando un rato sin bajar la mirada, me sentía incomodo de que probablemente pudiera estar manchado de algo, de que tuviera un moco colgando o algo por el estilo. Me pasé la lengua por los labios.
Adele llego con dos platos y los puso en la mesa frente a nosotros.

Oh, comida, por fin.

Infinity • 1era Edición•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora