CAPITULO 70

349 69 34
                                    

Ayúdame, a no olvidarte jamás y que contigo cumplí mi cometido al aprender a enamorarme.

Dedicacion a cada uno de ustedes mis amores.

Louis.

-Lindo ¿necesitas algo? ¿Está todo bien? -me preguntó la enfermera por milésima vez. Sonreí como pude y negué con la cabeza de nuevo. Cómo repitiendo lo que había pasado hacía solo media hora atrás. ¿Saben que aprendí ese día?

Que las personas son más amables contigo cuando te estás muriendo. De repente te conviertes en una celebridad y todos están tratando de complacerte. Era algo realmente bueno, no lo puedo negar. Pero no podían darme comida.

Así que estaba tirado, sin fuerzas para moverme, en la camilla, con mi hermano y mi mejor amiga sentados en un sillón a un lado de mí, con un montón de aparatos a mi alrededor que me estaban volviendo loco, en especial ese que hacia el sonido más irritante del mundo cada vez que a mi corazón se le ocurría latir, con un montón de sueros, o lo que fueran, conectados a mis brazos y para hacerlo aun peor, con un montón de hambre.

Después de que me desmayé en los brazos de mi hermano luego de haber tenido otra de esas odiosas crisis, él me llevó al hospital. Desperté después de un día y tuve dos asquerosos ataques en menos de tres horas, cómo de costumbre cada uno más fuerte que el anterior.

Mis oídos sangraron, mi nariz sangró y mi cuerpo se quedo totalmente sin fuerzas, no podía mover ni un solo dedo. Entonces decidí que ya era mi hora, que ya había vivido lo que tenia que vivir y que ya no podía seguir soportando esos ataques.

Así que llamamos al doctor y con toda la seriedad del mundo le pedimos que me pusiera esa inyección de la que había oído hablar, que me iba a matar al instante. Eutanasia, creo, que era como un suicidio médico. Y mi doctor aceptó.

-No entiendo porque no me dejan comer -me quejé y tosí- ¿No deberían de estarme dando mi ultima cena o algo así?

-Louis ¿Puedes dejar de pensar en comida, por favor? Es el menor de los problemas ahora -me regañó Olivia y se secó las lágrimas otra vez.

Yo la fulminé con la mirada. - ¿Acaso sabes que fue lo último que mi pobre cuerpo ingirió? -Pregunté irónico. Porque no he comido desde, eh...

- ¿a Harry? -inquirió con una ceja levantada. Y no lo pude controlar, aunque el doctor dijo que estaba muy débil para reír; la carcajada más fuerte salió de mi garganta, seguida de un ataque de tos. Lo peor de todo es que era verdad, no había comido desde eso.

-¡Olivia! -gritó Liam enojado con una cara terrible de espanto, lo que me hizo reír aun mas y ahogarme más

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-¡Olivia! -gritó Liam enojado con una cara terrible de espanto, lo que me hizo reír aun mas y ahogarme más. Y pareció que mi risa de perro ahogado era demasiado graciosa, porque ellos comenzaron a reír también. Entonces ahí estábamos, como la familia completamente normal que éramos, el día de mi muerte, riendo a carcajadas por una broma sucia.

Infinity • 1era Edición•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora