Y ahora estoy un paso más cerca de estar a dos pasos más lejos de ti.
¿Cuántas noches has deseado que alguien se quedara?
Quedándote despierto sólo deseando que estén bien, si intentara, sé que se sentirían infinitas.
Quizás no te trate tan...
Ríete de la vida, porque cuando seas más grande te arrepentirás de no hacer lo que más deseaste.
Apreté los puños con coraje y empujé con mi hombro a Harry que ya se estaba poniendo detrás de mí.
—¡¿Vendiste a mi cerdo, vieja infeliz?! —grité fuertemente sintiendo como mis ojos empezaban a picar con lagrimas de rabia y tristeza y haciendo que la señora amargada con cara de papa se viera ofendida—. ¡Te... Te voy a matar!
—Lou, Will, relájate —susurró Harry abrazándome por detrás, lo empujé de nuevo porque ya no tenía derecho de abrazarme.
—¡No me hables, desgraciado, esto es tu culpa! ¡Mi Hazzrold , maldición! —levanté mis manos temblorosas al aire, deseando poder usarlas para golpear algo y grité de frustración— Te exijo que me digas quien mierda es esa maldita mocosa asquerosa que se llevo a mi Hazzrold.
—Le voy a tener que pedir que mantenga la calma y que por favor deje de insultarme, no es saludable para usted, señor—murmuró lentamente.
Ahí está, ahí está lo único que necesitaba para que la maldita desgraciada me cayera aun peor. Decirme señor. Como si yo fuera el señor entre nosotros dos, como si yo fuera el feo y el amargado... de acuerdo, en ese momento lo era pero tenia mis razones.
—¿Señor? ¡No te atrevas a decirme señor, tú... Maldita anciana —grité de nuevo—. Si te...
—em... Oiga... ¿Y mi gata? —me interrumpió Harry, preocupado. La vieja se quedó confundida un momento y después se levantó de su silla—. ¿También la vendió?
—Nadie iba a querer comprar a tu gata mugrosa, no es tan bonita como mi cerdito.
—Tu gata está aquí, a la venta, eso es lo que sucede cuando los animales se quedan aquí por tanto tiempo —dijo ignorándome, dándole una mirada de odio a Harry y caminando hacia varias jaulas, buscando a Kimmo—. Y, lo siento mucho pero tú, obviamente, ya no eres un señorito.
—Y tú, obviamente, eres una vieja quedada y amargada. No es mi culpa que nadie quiera ni siquiera una maldita cita contigo, no es mi culpa que nadie quiera tener sexo contigo ni que nunca te vayas a casar o lo que sea. Sólo dime como encuentro a la mocosa que se llevo a mi cerdito, por favor... Si quieres te encuentro un tipo que quiera salir contigo, de verdad puedo hacerlo —murmuré como ultimo recurso, porque era muy evidente su falta (y mi falta también, no hay que negarlo) De sexo.
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—Mira... como te llames —empezó a decir la mujer con la cara extremadamente roja, por mis palabras y por la risa incontrolada de Harry —. No te permito que me faltes al respeto de esta manera, no necesito ningún favor de esos y ¿Sabes qué? La culpa la tiene él —apuntó a Harry , quien dejo de reir inmediatamente— O tú, o quien quiera que haya dejado estos animales aquí por tanto tiempo.
Yo y Harry nos quedamos callados porque la vieja amargada tenia razón, la única culpa la tenia Harry por ser tan pendejo o yo por ser tan tonto de irme y dejarlo deprimido.
