Capítulo 19

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Desperté al oír gritos de la habitación al otro lado del pasillo: la habitación de Peggy. Me levanté lo más rápido que mi cuerpo adormilado me permitió, atravesé el pasillo y entré.

―Peggy ¿Estás bien? ―le pregunté sentándome a su lado en la cama.

―Sí. Estoy bien― contestó respirando agitadamente.

―¿Segura? Dime, ¿qué te pasa?¿tienes pesadillas?

Resopló― Claro que no.

Reí. Así era la Peggy que conocía.

―¿Qué?¿Por qué ríes?

―Es que... A pesar de que no recuerdes nada, sigues siendo tú: Peggy ―Mi comentario hizo que apareciera en su rostro una extraña mezcla de lo que al parecer era emoción y confusión, aunque yo no entendí el por qué de esa expresión. ―Entonces... ¿No te sucede nada?

―Efectivamente.

―Está bien― dije mientras me dirigía a la puerta―. Cualquier cosa, ya sabes... al otro lado del pasillo.

Estaba cruzando la puerta cuando...―Espera.

Me di vuelta y la mire― ¿Si?

―Había tenido una pesadilla... Te... te habían disparado...―desvió su mirada de mí. ― Yo te había disparado. No podía creer lo que había hecho― lágrimas empezaron a correr por sus mejillas. Cerré nuevamente la puerta y me senté a su lado en la cama; posé una de mis manos en su rostro intentando secar las lágrimas que caían― Creí que te había perdido― dijo con voz temblorosa mirándome a los ojos.

―No Peggy..., no me perdiste y nunca lo harás. ― La abracé y besé su frente.

―¿Steve? ― murmuró. Respondí simplemente mirándole a los ojos. ―¿Te quedarías? ― Asentí.

La abracé nuevamente y me recosté junto a ella por sobre su colchas hasta que ambos quedamos dormidos.

No sabía exactamente qué hora era cuando desperté, aunque supuse que eran entre las seis y siete de la mañana, el mismo lapso de tiempo en el que despertaba cada mañana. Aunque esta mañana no era como las demás, esta vez desperté con Peggy a mi lado, el amor de mi vida. Me puse a pensar que a pesar de que la circunstancia no era como la imaginaba, siempre había soñado en despertar así. Desde que me enamoré de ella, allá por los años 40', ya había querido proponerle pasar el resto de nuestras vidas juntos una vez que la guerra haya terminado. Pero claro, yo ya me encontraba congelado cuando la guerra finalizó.

Mientras pensaba observaba con detenimiento cada detalle del rostro de Peggy: sus ojos plácidamente dormidos, sus cabellos ondulados, sus labios serenos y apenas un poco entreabiertos. Sus labios. Los había querido probar desde que desperté de mi dormitar de setenta años; pero no lo haría si ella no quería, y mientras Peg estuviese rehabilitándose e intentando recuperar sus memorias, esa posibilidad la veía algo lejana. Cualquiera de las personas que conocí en la actualidad me diría que esperar tanto por un beso era una estupidez, que no valía tanta espera por simplemente eso; pero Peggy y yo no somos de este siglo, nosotros no pertenecemos aquí. Pero de nada valía pensar en todos los posibles "y si...".

Decidí que era hora de levantarme y alistarme, aunque no quería que fuese así. Miré a Peggy nuevamente y vi que aún seguía dormida. Me retiré de su lado muy despacio intentando no despertarla, después de todos estos días merecía descansar. La besé en la frente y me fui a mi habitación.

Me di una ducha y me cambié como para un día normal de entrenamiento. No sabía cómo sería la organización y el sistema de SHIELD ahora que supuestamente ya no existía, pero unas horas en el gimnasio por la mañana siempre habían sido parte de mi rutina.

Una Segunda Oportunidad || Steve Rogers y Peggy Carter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora