Capítulo 28

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Hoy era el aniversario de la muerte de Peggy. Un año desde que, luego de tener finalmente nuestro baile, Hydra nos interrumpiese y me quite lo que más amaba en el mundo.

Muchos de los agentes de SHIELD la veían como a un mártir, otros- quienes habían perdido a alguien cercano durante el ataque de Hydra a la Base- aún les era difícil tener un buen concepto de ella. Entender que esa Peggy no era la Peggy que yo conocía..., mi Peggy :esa que no le importaba la opinión de nadie, fuerte e independiente, la mujer que se hizo un lugar en un mundo dominado por hombres llegando a ser cofundadora del mismísimo SHIELD, convirtiéndose en el ejemplo a seguir de muchas personas, les era difícil; y aunque lo entendía, me dolía.

Luego de su partida, luego de perderla definitivamente por segunda vez, me fue casi imposible levantarme. Cuando desperté después de setenta años, me encontré vacío al saber que todo lo que amaba y conocía se había ido; hasta que supe que Peg estaba viva. Una anciana ya, pero viva. En cambio ahora ya no.

Había solicitado ser parte de todas las misiones posibles para así tener un motivo por el cual levantarme cada día. Lamentablemente, justo en este día, en el aniversario de su muerte, Fury me había anunciado que no me precisaban por ningún motivo y que creía que merecía un descanso. Yo no quería descansar, al volver a mi apartamento volvería a pensar, pensar en todos los "y si..."; pero él insistió, y no tuve otra opción que hacer lo que me exigía.

Entré a mi silencioso apartamento, pero al llegar a la sala de estar veo una figura entre las sombras inclinada, de espaldas hacia mí, mirando los portarretratos que descansaban sobre el mueble: fotos antiguas de Bucky y yo, de mi madre, y unas que Sharon me regaló de Peggy luego de su muerte. También había un dibujo que hice de ella en una de las tantas veces en donde intentaba recordar cada detalle de ese rostro del que estaba perdidamente enamorado. Aquel intruso se encontraba sujetando con fuerza el portarretrato con el dibujo de Peg.

Saqué mi arma, la cargué y ante el sonido la figura se da la vuelta.

--Oh, lo siento... Steve. No quise entrar de esta forma a tu apartamento pero..., llegué y no te encontrabas y...-- rió mientras secaba una lágrima que resbalaba por su mejilla--decidí entrar para darte una sorpresa. Mientras te esperaba decidí mirar estas fotos y...--señala el portarretrato que aún tenía en sus manos mientras más lágrimas rodaban por su rostro-- quedé tan absorta que no te escuché entrar..., así que, ¡sorpresa!-- dice en un susurro con una sonrisa una mujer igual a Peggy. Pero no era ella, no podía ser, así que no baje el arma. Seguí apuntándole con mi escéptica mirada cada vez más cargada de odio.

El rostro de ella cambio al ver que no bajaba el arma, su ceño se frunció y su voz se quebró-- Steve... Soy yo, Peggy.

Negué con la cabeza. Mi ceño fruncido y lágrimas luchando por brotar de mis ojos-- No, no eres ella.

--Sí, Ste...

--¡No!-- dije con dureza--. Yo la vi morir-- siento una cálida lágrima salir por mis ojos--. Peggy... Mi Peggy... ella... --un torrente de lágrimas comenzaron a caer. La reacción de la mujer fue acercarse velozmente, pero al ponerme en una posición más firme con mi arma apuntándole, paró en seco. – No sé quién eres, pero me lo vas a decir ahora mismo si no quieres morir. ¡Cómo tienes el descaro en venir en el aniversario de su muerte!

-- Okey... Déjame explicártelo. Ese día..., el día en el que finalmente tuvimos nuestro baile, al son de "It's been a long, long time", el día en que "morí", realmente no lo hice. Bucky..., Bucky me salvó. Cuando salté hacia el helicóptero y te dije que era mi decisión, creía que serían mis últimas palabras, y ese mi acto de redención por todo el daño que había causado. Segundos antes de que explotase el helicóptero, gracias a que este intentaba llegar al suelo Bucky, desde una de las ventanas del edificio, saltó, me agarró y se volvió a lanzar hacía el edificio de enfrente, todo en pocos segundos, realmente fue un milagro. Pero al caer al suelo, me golpeé la cabeza dejándome inconsciente. Bucky era un fugitivo, y según él no me podía dejar tirada allí; así que me cargó y me llevó lo más lejos posible, a un lugar que nunca supe dónde era, pero era seguro, y eso era lo importante. Apenas recobré la conciencia, lo hablamos con Bucky y decidimos entregarnos ante Fury. Él creyó... que nosotros en una cárcel seríamos un desperdicio de habilidades, pero no creyó conveniente incorporarnos a la agencia, debido a todo lo que había pasado. Así que decidió mandarnos de encubierto a diferentes partes del mundo. Yo... por un año, Bucky quién sabe cuántos más. Nadie te lo dijo porque, primeramente, sólo nosotros tres lo sabíamos, y en segundo lugar, sabía que no me dejarías hacerlo. No te haces una idea de cómo me duele todo el daño que te hice al no contarte la verdad, pero tenía que hacerlo, Steve—las lágrimas comenzaron a rodar amargamente sus pómulos. Tenía la tentación de secarlos, pero aún no estaba seguro. A estas alturas, nunca podía estar seguro--. No me crees, ¿verdad? – al ver que no bajaba el arma, dio un paso más, llegando así a tocar su pecho con el arma--. Entiendo si no lo haces después de... todo. Pero si hay alguna parte de ti que me cree, quiero que sepas que te amo. Nunca dejé de hacerlo. Desde que me demostraste tu puro y valiente corazón en Camp-Leigh, cuando me contaste sobre cómo no corrías ante las amenazas y cómo esperabas encontrar a la pareja correcta, cuando luego del Proyecto Rebirth te mantenías firme ante lo que creías, al arriesgar siempre tu vida por lo demás—tomó el arma lentamente y comenzó a bajarla--, cuando me visitaste, acompañaste y pediste matrimonio aún teniendo más arrugas que años..., cuando a pesar de engañarte nunca dejaste de amarm...

Y la besé. La besé como nunca antes lo había hecho. Toda duda se disipó cuando note que la sinceridad desbordaba en sus hermosos ojos. Dejé el arma en la mesita que tenía cerca y aproveché mis manos libres para acunar su rostro. Ella me correspondió. Nuestras lágrimas, ahora de felicidad, corrían y se mezclaban. Cuando separamos nuestros labios, pero no nuestros cuerpos, apoyé mi frente sobre la suya y admiré esos ojos marrones que tanto había extrañado.

--Yo también te amo. –Su sonrisa reapareció—Y no veo la hora en que nos casemos.

Reímos juntos y continuamos. Así esa noche, y la noche siguiente y la siguiente. No pensaba desperdiciar un segundo más teniendo entre mis brazos a mi pareja correcta.

Una Segunda Oportunidad || Steve Rogers y Peggy Carter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora