Capítulo 13: ¿Cuál es el precio de la paz?

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Martin y Wolf guardaron silencio y quedaron a la expectativa. Sin embargo, el único ruido que oyeron fue el de Brad que golpeaba la pared de su encierro.

—¿Quieres que me asome a ver si vienen? —preguntó Martin.

—No. Quédate aquí. Es más seguro.

De todas formas, Martin cambió de posición y se apartó para buscar un lugar desde donde pudiera ver mejor la entrada de la bodega.

—¡Wolf! —gritó Brad desde el interior de su celda improvisada—. Te crees invencible, ¿verdad?

Pero Wolf no le contestó.

—Sólo porque somos más chicos que tú, ¿te crees con derecho a abusar de nosotros? Eres un matón de mierda... eso eres. No te creas superior, hijo de puta, porque ya te demostraremos lo contrario.

—¿Tú y cuántos más? —le dijo Wolf.

—Ya verás... ya verás.

—No espero otra cosa de un perro como tú, Brad. Sólo atacando en manada y a traición logras algo... pero tú... tú sólo... no eres nadie ni logras nada.

—No lo creas, Wolf. Yo también soy poderoso.

—¿Poderoso? No me hagas reír, Brad. ¿Me dices eso estando encerrado como el imbécil pajarito de lata que eres?

Brad guardó silencio por unos momentos, al igual que Wolf.

—¿Te crees que te saldrás con la tuya? ¿En verdad piensas que recobrarás a tu noviecito? —insistió Iron Crow.

Wolf no contestó.

—Te lo devolveremos, Wolf. Pero en estos momentos Bobby y Critter deben estar gozándolo mientras imaginan qué cara pondrías si los vieras —dijo y lanzó una carcajada como de película de terror.

Wolf dio un fuerte puñetazo a la puerta y se puso de pie.

—¡Cállate, idiota! Si algo le sucede, ya te advertí que los mataré; a ti y a tus dos falderos.

—¡Uy! El marido se enojó —dijo Brad con tono de burla.

Wolf iba a volver a dar un puñetazo a la puerta pero se contuvo y no contestó, mientras Martin lo miraba intrigado. Finalmente, en voz baja le preguntó:

—Wolf... ¿es verdad que Jack es tu...

—No, Martin —le contestó sin dejarle terminar la pregunta—. No hagas caso a este bocón que lo que busca es provocarme.

—Pero... ¿tú quisieras que...

—Martin... le he dicho mil veces a Jack que me evite; que no venga por aquí.

—Entonces... ¿por qué no te hace caso? ¿Es por no dejar de venir a la casa de la abuela?

Pero Wolf no le contestó. Quedaron de nuevo en silencio por otro rato.

—Wolf... ¿tienes alguna idea de a dónde se llevaron a Jack?

—Aquí hay un millón de sitios donde podrían esconderlo, Martin. Si supiera dónde está, ya hubiera ido a por él.

—¿Y tú crees que Bobby y Critter le estarán haciendo... eso que Brad dijo?

—No lo creo. Esos dos son perros falderos, Martin. No tocarían a nadie antes que su amo. De Brad, sí lo creería, pero de ellos, no. No antes de que Brad lo hiciera.

—Entonces... ¿Por qué golpeaste la puerta cuando lo dijo?

—Eso no te incumbe, Martin.

Volvieron a guardar silencio. La oscuridad ya empezaba a ser un obstáculo pues apenas contaban con el alumbrado público que había en la calle y que iluminaba la entrada de la bodega abandonada y entraba sólo por algunos de los rotos ventanales. En general y salvo esos parches de luz, la penumbra comenzaba a apoderarse del amplio espacio interno de la bodega.

Caperucita Roja 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora