Al día siguiente, Jack amaneció adolorido tanto del cuerpo como del alma y con el permiso de su madre, optó por no ir al colegio. No había dormido bien y aunque sabía que había tenido sueños extraños de nuevo, no podía recordar ninguno. Se levantó de su cama y en la cocina tomó un vaso de leche tibia con cereal, no porque sintiera hambre sino para no tener el estómago vacío al tomar los medicamentos. Lavó el tazón, la cuchara y el vaso, guardó todo de nuevo y se volvió a acostar. Se sentía agotado y lo único que quería era dormir. Durmiendo, por lo menos no pensaba en nada.
Cerca del mediodía sonó su móvil. Era Martin.
—Jack, hermanito, ¿cómo estás?
—Hola, Martin. Debería decirte que bien, pero todavía me duelen los golpes.
—Te escucho como medio dormido, ¿está en tu casa? ¿No fuiste al colegio?
—Estoy en mi casa, sí. No quise ir al colegio porque... bueno, imagínate... no sólo me duele todo el cuerpo, sino que mi cabeza no piensa con claridad. Además, ¿qué dirían mis compañeros si me ven en este estado?
—Entiendo. Yo sí vine al colegio pero tengo la sensación de estar sólo en cuerpo. Mi cabeza también está enfocada en lo que sucedió y sobre todo en cómo podrías estar tú ahora.
—Yo estoy bien, dentro de lo que debería esperarse, Martin. Ya se me pasará el dolor y las marcas y hematomas se irán. Lo que no sé es qué será de mí en el futuro.
—No pienses así, Jack. Verás que todo esto quedará como un mal sueño; como una pesadilla que pronto olvidarás.
—Pero yo no quiero olvidarla, Martin; quiero entenderla. Todo es cada vez más confuso y ya no sé qué hacer, hacia dónde debo ir.
—No digas eso, hermanito. Ya verás que todo va a salir bien. Yo estuve conversando con mi padre y te aseguro que fue muy provechoso. Aunque él no es religioso, tú lo sabes, me iluminó sobre varias cosas que me encantaría compartirlas contigo. Eh... ¿qué te parece si cuando salga del colegio te hago una visita?
—Hoy mismo mejor no, Martin; quisiera estar solo y dormir. No quiero pensar en todo esto.
—Como digas; pero prométeme que harás todo lo posible por sentirte mejor. Debería de decirte que ores mucho, pero ahora no estoy tan seguro de que eso sea una solución... pero si te hace sentir mejor, ¡venga! A orar.
—Esa es otra de las cosas que me tienen así, Martin.
—Me imagino que sí; por eso quisiera que hablemos, pero si no es hoy, puede ser mañana o cuando tú digas.
—Gracias, pero hoy quisiera estar solo.
—OK. Pero todavía no me has prometido que harás todo lo posible por sentirte mejor.
—Está bien, te lo prometo.
—Tómate las medicinas, duerme y yo, desde aquí, te mandaré todas las buenas «vibras» que me sean posibles.
—Gracias.
Jack volvió a poner su móvil en la mesa de noche y se tapó hasta la cabeza. Las cortinas de su cuarto no eran de esas que fueran puestas para lograr la mayor oscuridad posible durante el día en caso de querer dormir una siesta.
Como a los cinco minutos volvió a sonar el móvil y vio en la pantalla que era Mark.
—Mark... ¿qué pasó?
—Que no viniste a clases, eso pasó y por lo tanto, estoy preocupado.
—No tienes por qué, Mark. Mi mamá me dejó faltar a clases.
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Caperucita Roja 2.0
Teen FictionSticker de Plata en los #Nikéawards2018 No. No es una repetición del cuento tradicional ni una imitación de otras novelas que tratan sobre el cuento. Es una historia que extrae del cuento sólo un esbozo de las circunstancias para elaborar una trama...