Capítulo 29: ¿Dónde está?

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Jack no opuso resistencia cuando lo llevaron al camión médico. Con él subió Mark mientras los otros chicos iban en el coche de John, siguiéndolos. Los paramédicos le inyectaron un sedante fuerte y a los pocos segundos Jack se durmió. Lo ingresaron al hospital y cuando fue oportuno el médico de guardia llamó a Mark a fin de que le diera los antecedentes de lo que había sucedido, así como los datos personales de Jack y sobre todo, para localizar a su madre. John que estaba acompañando a Mark en la entrevista, se ofreció a traerla en el coche y con la venia del médico, partió a buscarla. Afuera del consultorio, en el amplio salón de espera, estaban todavía Martin, Willy y Björn.

—¿Deberá permanecer aquí mucho tiempo, Doctor? —preguntó Mark.

—En este momento no podría decirlo —contestó—. Por lo pronto lo tendré veinticuatro horas en observación. Me aventuro a afirmar que este es un episodio aislado; pues según lo que usted me dijo, el chico sólo hizo crisis. Sin embargo, esas crisis vienen de un trasfondo complicado y es probable que, aunque no quede internado, habrá que acompañarlo con un tratamiento sicológico; nada extraordinario, sino de apoyo; aunque tan pronto se pueda, lo someteremos a una evaluación siquiátrica para determinar el mejor procedimiento. Será importante lo que su madre nos informe en el sentido de si hay o no, casos de esquizofrenia o paranoia en la familia. El chico está en una edad en que pueden empezar a aparecer síntomas de esa clase.

—Entiendo —dijo Mark—. Ese es un aspecto en que no puedo ayudar. No conozco sus antecedentes familiares... digo... creo que no tiene más familia que su madre, pero debió haber tenido abuelos o tíos... no sé... y de allí no tengo información que aportarle, Doc.

—No se preocupe. El chico ya está en buenas manos y esperaremos a que despierte y podamos hablar con su madre. No puedo prometerle que al despertar esté bien, pero creo que este asunto no pasará a más —le dijo el médico.

Mark salió mucho más tranquilo y les relató la entrevista a los otros que esperaban afuera; y por su parte, Martin de inmediato llamó a la abuela para informarle.

Al rato volvió John, pero sin Mary.

—¿Por qué no vino? —preguntó Mark asombrado.

—Sigue como un zombi. Cuando llegué costó un mundo que me abriera y cuando lo hizo no dijo nada y volvió a sentarse en la cocina. Fui tras ella explicándole todo el asunto, pero era como hablar con la estatua ecuestre del parque. No sabía yo si no me oía, o no me entendía o no valoraba lo que estaba pasando. Lo cierto es que no se movió, ni me contestó ni tuvo reacción alguna.

—¡Rayos! —dijo Martin—. No puedo creerlo.

Cuando el médico volvió a pasar por la sala de espera, Mark lo interceptó y le explicó lo que sucedía con la madre de Jack.

—¡Ah! Eso es extraño... El chico es menor de edad...

—¿Y qué se puede hacer en esos casos, Doc? —preguntó John.

—Ya tenemos la dirección de la casa. Enviaremos a una profesional de los Servicios Sociales y veremos qué reporta. Por ahora, lo mejor es que vuelvan a casa, el chico estará sedado y dormirá unas cuantas horas; y el informe de Servicios Sociales, lo tendremos recién hasta mañana.

—Aquí hay una cafetería, ¿verdad? —preguntó Mark.

—Sí, en el primer piso —contestó el médico.

—OK, gracias. John, si quieres, llévate a los chicos, yo me quedaré aquí.

—No te molestes, John —dijo Willy—. Nosotros tomaremos un taxi. Björn debe volver pues sus padres lo esperan temprano.

Caperucita Roja 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora