Capitulo Trece

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Las dos con treinta de la madrugada y la mayoría de los que aún se encontraban, estaban ebrios, algunos incluso dormidos en el jardín. Sebastian estaba con Holland a su lado, en todo el tiempo que estuvimos ahí ni siquiera me dirigió la palabra o si quiera me saludo se hizo el que no me había visto, Carlos lo noto y trataba de sacarme platica para que lo mantuviera fuera de mi mente.

—Vámonos, es tarde

—No puedes manejar así. —dije viéndolo.

—No estoy ebrio Brianda como tú...

Me jalo para irnos pero en ese momento senti como el aire golpeo en mí y senti como me iba a caer, Carlos me atrapo.

— ¿Estas bien?

—Creo que... creo que voy a vo... —senti el alcohol y lo que sea que fuera correr por mi garganta hacia mi boca, me la tape y Carlos me llevo al otro lado del jardín.

Apenas y nos detuvimos y el vómito salió por mi boca. Sentía una sensación de asco y la comida que había tragado. Cuando el vómito dejo de salir por mi boca, intente limpiarme, el me miro con esa mirada que solo él me había dado, mi corazón nuevamente comenzó a latir a mas no poder. Pero que mierda me estaba pasando, primero en la oficina de mi padre y ahora aquí.

—Debemos irnos. ¿Puedes caminar?

—Eso creo... —pero me tambalee y el me levanto en sus brazos. Salimos de la casa y me subió al auto. Condujo hasta llegar a casa y me bajo nuevamente cargando.

Entramos y me subió hasta mi habitación.

—Deberías darte una ducha se te bajara con eso.

—Si eso creo... —dije. Saque mi ropa interior, el pijama y me metí al cuarto de baño.

Minutos después salí cambiada con mi pijama una blusa de tirantes y un short, la toalla enredada en mi cabello.

— ¿Se te bajo? —dijo Carlos en la ventana. Me saque la toalla dejando caer mi cabello por mis hombros.

—Eso creo...

Sus ojos se enfocaron en mis piernas, después pasando por todo mi cuerpo hasta llegar a mi cara, sus ojos se encontraron con los míos, camino hasta donde estaba y se paró enfrente de mí, escondió un mechón de mi cabello detrás de mí oreja, su aliento olor a menta fresca combinada con alcohol choco con mi cara, me tomo del mentón y me hizo verlo, sus ojos tenían un brillo que no había visto, era como de deseo, sus manos sujetaron las mías, mis ojos se enfocaron en su labios no tengo ni idea del porqué, pero había algo que me quería hacer saber que sabor tenían, de nuevo levanto la vista a mí y me miro, tomo mi mejilla con su mano y después sostuvo mi mentón.

—Mierda. Soy tu hermano. Debería protegerte de la clase de chicos que quieren hacer exactamente lo que yo quiero hacer contigo —dijo en un susurro que apenas escuche.

— ¿Y qué es lo que quieres hacer? —seguí viéndolo, sus ojos brillaron como un diamante.

Se acercó a mí y senti su respiración, una sensación empezó a cubrir mi cuerpo, sus labios en un tono rojizo como si toda la sangre se estuviera yendo directamente a ellos, su mano aún estaba entrelazada con la mía, estaba sudando, lo sentía. Cada vez iba acercándose más a mi hasta que quedamos lo suficientemente cerca que con un empujoncito el podria estar pegado a mí. Sus ojos me vieron, el deseo saltaba de ellos.

—Esto... —dijo y pego sus labios a los míos el contacto que hizo fue como una corriente eléctrica, me estremecí y al principio me quede sin hacer algún movimiento, sus manos se posaron en mis caderas, mis brazos automáticamente como por inercia subieron por su cuello lo tome de la nuca y el me pego más a él.

Nos separamos a causa de que necesitaba aire en los pulmones. Nos separamos lo suficiente solo para tomar aire, nuestras narices estaban rozando, el me miro sin decir nada. Había besado anteriormente pero este beso fue como una droga, sus labios, estaban hinchados y pintados de un color rojo.

Esto era un error, lo sabía y él lo sabía, pero como podía sentirse tan bien a pesar de que era algo que no debía ser. Senti sus labios rosar con los míos buscándolos de nuevo para de nuevo besarlos. Nuestras respiraciones entre cortadas, me mordí el labio y el enseguida lo dejo libre.

—No, no sabes el efecto que tiene en mí... y no me puedo resistir

—No lo hagas... —dije apenas.

Por alguna extraña razón necesitaba tener sus labios con los míos de nuevo. Me acerque a él, lo mire directamente a los ojos y junte mis labios con los de él, el luchando por no seguir, me tomo de las manos y trato de alejarme, cosa que hizo que no lo hiciera. Me soltó y camino a la puerta, se quedó parado ahí, después se voltio y camino hacia mi nuevamente y me beso, esta vez era un beso un poco más apasionado, nuestras bocas jugaban al par, nuestros labios mordiéndose, apoyándome contra el mueble que estaba detrás de mí, abrí más mi boca para que el tuviera acceso, su lengua apenas toco la mía y de nuevo una corriente eléctrica paso por mi cuerpo esta vez provoco que mis hormonas explotaran.

Entonces mis manos sujetaron su nuca hundí mis manos en su pelo, lo acaricie lentamente, mientras nos besábamos, el tomo de mi cintura y me acerco a él, éramos uno solo, su boca encajaba perfectamente en la mía, llena de movimientos vivos, de su fragancia de menta chocaba en mi garganta.

Carlos mordió mi labio inferior haciendo que gimiera de dolor o placer, pero el dolor es dulce y placentero, de pronto senti como sus manos hicieron contacto debajo de mi blusa lo cual hizo que los dos nos estremeciéramos, mordí su labio y el gimió haciendo que mi interior diera un respingo. Nos separamos nuevamente y el me miro.

—Esto no está bien... —Dijo mientras daba vueltas por toda la habitación, aun tratando de controlar mi respiración, el me miro.—Te das cuenta de eso ¿verdad?

Me observó con una mirada de frustración yo no hice ni dije nada.

𝐏𝐑𝐎𝐇𝐈𝐁𝐈𝐃𝐎 𝐀𝐌𝐀𝐑𝐓𝐄  || 𝐂𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 𝐕𝐞𝐥𝐚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora