Capitulo Diecinueve

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Me quede en la cama acostada hasta que decidí salir de la habitación y ver cuales tarados estaban, había llegado a la conclusión de que Carlos no me molestaría al respecto si los demás estaban, era tan privada su vida que apostaría a que no quería ni que ellos supieran sobre su relación conmigo.

Cuando salí de la habitación los Dos Santos, Guardado y Sandra, Raul Jimenez su amigo Diego Reyes, Jesus el tecatito, Carlos y Miguel estaban sentados tomando unas cervezas mientras conversaban.

—Hasta que te dignas a salir del encierro. —dijo mi hermano Miguel acercándome a el para abrazarme.

—Me dio hambre. —admiti.

—Tragimos Pizza ¿quieres? —me dijo Sandra levantandose y caminando hasta donde estaba.

—Gracias.—le bese la mejilla y ambas nos encaminamos a la cocina.

Me servi una rebanada y ahí me quede.

—¿Te sientes mejor? —pregunto Sandra yo la mire confundida.—Miguel dijo que no te sentías bien...

—Oh si solo dolores menstruales —dije tranquila intentando que fuera creíble.

Ella me sonrió de vuelta y después nos unimos a los demás.

—Y ¿aún trabajas en la empresa de tu papá? —pregunto Giovani.

—No, trabajo en la cafetería de la calle principal. Trabajar en Imperio es un martirio, pregúntales a estos dos... —dije sonriendo.

—No es tan malo —dijo Carlos encogiéndose de hombros y haciendo una mueca.

—Lo dices porque tú y Alejandro se salvaron de trabajar para Imperio. —dijo Miguel.

—No es mi culpa que no tengas el don del fútbol Miguel... ya ni porque soy tu hermano.

—Pues dicen que hechando a perder se aprende... nací más inteligente que tú, Alejandro y Enrique y los tres juntos.

—Si y también dicen que el pilón es más idiota así que yo le creo más a esa teoría...—dijo Carlos riéndose y bebiendo de la botella de cerveza.

—Creo que estoy de parte del tarado, Miguel. —dije riéndome.

—Maldita traidora. —chillo Miguel y todos nos reímos.

Después de un largo rato de risas y pláticas amenas tuvieron que irse. Todos se salieron despidiéndose de mí y solo nos quedamos Miguel, Carlos y yo, yo estaba esperando a que Carlos dijera "ya me voy" pero no lo hacía. Y entonces lo que más temía sucedió, tengo tan mala suerte que todo lo que no quiero que suceda sucede. Miguel anunció que se iba, se despidió de mí y se fue dejándome sola con Carlos lo cual no sabía si la conversación iba a fluir o no. Me levante y me puse a recoger unas cajas de pizza que había quedado para guardarlas y Carlos me ayudo recogiendo los envases de cerveza que habían dejado.

Deje la pizza en el refrigerador pero al cerrar la puerta me di media vuelta y choque con Carlos quedando a unos centímetros de mi, su mirada y la mía se conectaron de nuevo, sentía un montón de mariposas en el estomago no sabia si me había hecho mal la pizza o la cerveza o que aun estaban los sentimientos por el en mi, aun seguíamos mirándonos hasta que se comenzó acercar a mi y cuando estaba a milímetros de mi, yo mire hacia abajo para no encontrarme con su mirada de nuevo, no quería que pasara algo de lo que me arrepintiera no otra ves, tomo mi mentón y me hizo que lo mirara, cosa que no quería, pero sin embargo su mano lo hizo, me hizo verlo de nuevo sus ojos con ese brillo que no había visto en el nunca, después dirigió su mirada a mis labios y después me miro a los ojos, era como si estuviera pidiendo permiso para besarlos, no sabia que hacer estaba demasiado nerviosa como para controlar mis emociones, lo único que hice fue cerrar lo ojos y dejarme llevar.

Sentí una leve presión en mis labios, comenzó a moverlos suavemente y con calidez, ese beso era realmente placentero para mi, y no dudo que para el también ya que paso sus manos a mi cintura era demasiado diferente al que me había dado la primera ves en mi habitación en Cancún, sabia que estaba haciendo mal y que estaba rompiendo mi propia promesa, que debía de tener fuerza de voluntad, pero desde que bese sus labios se volvieron mi adicción, la manera en la que posaba sus manos en mi cintura, las caricias, todo de él era completamente una adicción para mi y no se daba cuenta del gran efecto que hacia en mi, cada ves que me daba un simple beso en la mejilla o que me tocara un hombro era algo que no podía explicar, era como una bomba en mi interior.

Enrede mis brazos en su cuello, mientras él se acercaba mas quedando completamente pegado en mi, seguía siendo un beso tierno y ligero, pero para mi estaba comenzando a volverse algo mas desesperado, me elevo en el aire y me sentó en la orilla del lavabo haciendo que yo enredara mis piernas en su cadera pegándolo mas a mi, tenia miedo y vergüenza a la ves pero cada ves que Carlos esta aun lado de mi, mi conciencia decide tomar un descanso, aquí es donde deberia aparecer y decirme que no lo hiciera pero no se va a dar una larga siesta, estaba tan desesperada que mordí uno de sus labios, lo cual hizo que el hiciera un ruido quejándose, trate de separarme de él, pero el me jalo de nuevo como dándome a entender que no quería que me alejara de él, de pronto su teléfono comenzó a sonar.

—Ca... —dije tratando de calmar mi agitada respiración.

—Olvídalo —dijo el besándome de nuevo.

—No Carlos es de noche nadie llama a esta hora —logre decirle entre besos.

—Ignóralo.

—Ca...Car... Carlos —dije tratando de mantener el control de nuevo.

—Ignóralo Brianda.

—No... —dije alejándome de él, él se me quedo viendo como dándome a entender que no iba a contestar— contesta debe ser importante.

—Ah esta bien —dijo sacando su teléfono del bolsillo de su pantalón y contestando pero sin separarse de mi, su brazo aun estaba en mi espalda— ¿QUE? —dijo fastidiado, lo cual hizo que me diera un poco de risa el me hizo callar con su dedo índice— no... ¿tiene que ser ya? —dijo alejándose de mi mientras me dejaba sentada en el lavabo, me quede sentada sin hacer algún movimiento, caí de nuevo en el juego, de nuevo y mi conciencia no estuvo ahí para sermonearme como era su costumbre, de pronto volvió.

—Si, si voy para haya, si, si ya llego en 5 minutos —dijo Carlos colgando el teléfono, di un brinco del lavabo, y me pare— lo siento tengo que irme, hablamos luego...

Se acercó a mi y me beso en la frente, primero me besa en los labios y después me da un beso en la frente como me los da mi padre,era tan complicado que ni yo misma lo entendía, decidí dejar así todo y caminar hasta mi habitación.

𝐏𝐑𝐎𝐇𝐈𝐁𝐈𝐃𝐎 𝐀𝐌𝐀𝐑𝐓𝐄  || 𝐂𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 𝐕𝐞𝐥𝐚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora