El nacimiento

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- ¡Es una niña! -. Grito una partera sonriendo mientras tomaba a la niña en brazos envolviéndola en una suave cobija rosa de seda. La acercó a la mujer que había dado a luz a tal belleza.

La niña no había nacido manchada de sangre ni nada, nació limpia. Su piel estaba rosada pero se podía distinguir que parecería porcelana y sus mejillas eran rosas de nacimiento junto con unos pequeños labios rosas. Y en la cabeza sobresalían cabellos cafés claros. Lo malo... es que de todos, ella no nació llorando.

-Mi niña... mi Veronica. Veronica Beauffremont de Courtenay -Sentenció la mujer de cabellos cafés.

-Es bellísima... gracias por todo Esperanza. -La partera sonrió haciendo una leve reverencia mientras sus asistentes salían por la puerta.

-No tiene que agradecer, es un honor a ver recibido a la hija del rey y la reina, y agradezco más aún que me hayan dejado recibir a sus otros 3 hijos.

-Eres la mejor partera del reino, y no quería arriesgar a mis hijos así que era la mejor partera o nada. -El rey sonrió levemente.

-Me retiro. -La partera se dio media vuelta en dirección a la puerta pero cuando estaba a punto de salir se dio la media vuelta -Lamento comunicarles esto pero... su hija no nació llorando, nació dormida, y en los casos que he llegado a ver eso, él bebe fallece. Si no encuentran una fuente de vida que le ayude... ella morirá.

Los padres que anteriormente estaban tan felices, ahora se sentían completamente horrorizados. En su cara se veía el miedo y en sus ojos el dolor de tan siquiera pensar en perder a su hija. La partera había salido del cuarto sin ruido alguna dejando a los padres pensar y discutir para evitar perder a su recién nacida.

-José... debemos hacer algo... no puedo perderle... no puedo... -la mujer no pudo más pues más lágrimas la estaban ahogando -. Es mi hija joder.

-Tranquila Sofía... tendremos que llevarla con el hechicero del pueblo. Esta misma noche iremos. Sin preámbulos. -Sofía asintió aun con los ojos cristalinos.

Pasaron las horas y llego la noche, el rey y la reina se habían vestido con una túnica negra para desparecer en la noche, se colocaron la capucha y salieron del castillo con la pequeña en brazos de su madre. Ella estaba protegida y fuera de vista dentro de la túnica de la reina. Subieron al carruaje jalado por caballos que los llevaría ante el chaman.

- ¿Estás seguro de esto Jose? -Miro a su esposo con ojos preocupados y algo dudosos.

-Es la única forma Sofía... -El dolor también estaba reflejado en los ojos del padre así que Sofía solo asintió.

Minutos después llegaron al reino y al lugar indicado, sin que nadie los viera bajaron encontrándose a una gran casa de dos pisos frente a ellos. Color blanca con ventanas de madera y vidrio, una puerta de caoba con un pomo color oro y techo de tejado. La reina se acercó y toco dos veces la puerta.

A los minutos abrió un hombre alto, media aproximadamente 1.90, ojos color verdes con un leve tono rosa en la pupila, el cabello negro y la tez pálida, nariz respingada y labios medianos y carnosos, vestía unos pantalones negros de seda junto con una camisa manga larga de seda también, iba descalzo. Se podía ver que al reconocer a quienes tenía enfrente se había quedado sumamente sorprendido e hizo una reverencia casi instantánea.

-Excelencias. ¿Qué los trae a mi humilde morada? -Ambos reyes intercambiaron miradas y asintieron, la reina saco los brazos de la túnica enseñando a la pequeña Veronica envuelta en una manta de seda rosa. El hechicero quedo impresionado por la palidez de la niña junto con esas mejillas rojas y el cabello café claro. - ¿Y esta pequeña es...?

Guerrera de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora