Veronica
Abrí los ojos encontrándome en un maldito vacío. Todo a mí alrededor era negro, estaba parada en un maldito suelo negro, tenía una sensación de vértigo en ese maldito momento así que simplemente me deje caer hacía atrás para darme cuenta que estaba cayendo en un bucle infinito en estos momentos...
Mi cabello cubría los costados de mi rostro como si fuera un telón, ya no era tan largo como antes... Cierto, la reina Sofía me lo corto e intenso asesinarme. Pero en estos momentos yo debería estar muerta, ¿entonces por qué...?
Un sonido seco me saco de mis pensamientos, ¿había tocado fondo? Me levanté para después observar mis ropas, desgarradas, llenas de sangre y muchas partes de mi armadura destrozados, o incluso doblados, enojada me quite todo el metal que traía en esos momentos, cuando toque mi cabeza sentí un broche.
Era el que parecía una libélula con cadenas... Pensé que lo había perdido en la pelea... Ahora veo que no, lo apreté a mi pecho un momento para después colocarlo en mi enredado cabello dorado.
Mire alrededor, no había absolutamente nada en este lugar. Todo negro y lo único a color, era yo. Mire mis pies, las botas estaban sucias y más oscuras que de costumbre.
—Levanta la cabeza, Veronica, una princesa jamás baja la mirada —esa voz... Levante la mirada para encontrarme a Disa mirándome con esos ojos negros azabache, sentí la ira recorrer mi cuerpo.
— ¡¿Por qué te fuiste?! ¡Me dejaste sola cuando más te necesitaba! ¡Y ahora estoy muerta, Lyon no sé si este vivo y mi reino destruido! —me acercaba a cada paso más peligroso a ella señalándole—. ¡Creí que éramos un equipo! Te fuiste, la conexión jamás sirvió, no hay nadie que proteja al mundo y Gherio usara sus huesos de mondadientes. —Frustrada le di la espalda cruzándome de brazos tratando de controlarme.
—Acabas de decir mi reino. — ¿De todo lo que le dije se aprendió solo eso? ¡¿En serio?! ¡Esto era el colmo! ¿Saben qué? A la mierda. Me di la media vuelta encarándola.
— ¡Si! Es mi reino, mis súbditos, soy Veronica Beauffremont de Courtenay, hija de Jose Breauffremont e hija de Sofia de Courtenay, mi deber es protegerlos a todos en el reino, incluso a costa de mi vida. —Disa sonrió de forma dulce. Fruncí el ceño, ¿Por qué sonríe? — ¡Estoy muerta y ahora no puedo hacer nada! —Me di media vuelta de nuevo, me cruce de brazos para después dejarme caer de sentón en el suelo negro con las piernas en forma de loto.
—Ya que terminaste, te explicaré por qué desaparecí... —gruñí en respuesta, Disa se sentó enfrente de mí en posición de loto—, cuando Sofía te atravesó con esta daga —en un chasquido de dedos apareció la daga frente a nosotras.
<<Me robo, robo tu esencia y robo tus poderes, dejándote como una humana normal, pero yo utilice todo el poder que estaba en mis manos para sanarte desde la daga, yo estaba encerrada en todas estas piedras preciosas... >>
—Por eso Gherio pudo sentirte, yo traía la daga en mi bota, y eso le hizo pensar que yo era la elegida... —susurré sorprendida.
—Exacto. Ahora pon atención. —La mire sin perder detalle.
<<Cuando Gherio apareció yo lo pude sentir, intente salir por todos los medios pero no fue posible, al ser la daga con la que te fue otorgados los poderes, debía volver a incrustarse en ti para yo poder salir y volverme una contigo. Al atravesarte con ella, aproveche ese momento saliendo de la daga, me escondí en ti, sin fusionarnos. Un muchacho te encontró y le dije que te trajera a una cueva en la cual está tu cuerpo en estos momentos. Me fusione contigo pero algo me impide sanar tus heridas y poder hacer que tu corazón lata de nuevo... Y ese algo que me lo impide, eres tú.
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Guerrera de la realeza
AventuraCansada completamente de que su vida fuera controlada por sus padres. Veronica, siendo la princesa, decide huir de su destino. Harta de tantas clases de postura, leyes, modales y hasta elegir entre 3 tipos de cuchara para beber un poco de sopa. Ya...