Disa...

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Al despertar me encontré a Lyon dormido a mi lado, mire sus rostro, por la ventana entraba la luz dejando ver un halo en sus cabellos, tenía pelo café pero era rubio, tenía la coleta desatada causando que unos mechones rebeldes le cayeran por el rostro.

Tenía una belleza sobrenatural, alargue mi mano para acariciarlo pero detuve mi mano a milímetros de su rostro, ¿qué estuve apunto de hacer? La aleje rápidamente.

Un sonrojo se extendió por mis mejillas y mordiéndome el labio inferior me levante de ahí tratando de hacer el menor ruido posible. Busqué en el armario algún otro cambio de mujer, encontré un vestido a la rodilla rojo con detalles dorados en las mangas, el escote del cuello y pecho era en una 'V' las mangas eran pegadas hasta las muñecas. Mire los zapatos negros de piso que yo había traído el día de ayer, los tome y me los coloqué, baje a la cocina haciendo poco ruido y suspiré al estar sola. Llene una bandeja con agua, mire mi reflejo, no podía creer lo que había visto así que deje caer la bandeja de cerámica causando que se estrellara en el suelo y se quebrara.

Al instante Lyon había llegado hasta mi.

— ¡¿Qué sucedió aquí?! —Cuando lo vi se quedo igual de sorprendido—. Tú herida sano...

Si. Había sanado. Pero me había quedado una cicatriz, enorme.

Jamás había tenido una cicatriz así en mi vida, la toque con mis dedos lentamente pasándola por todo el lugar de arriba abajo sintiendo como mi piel ahora era más suave pero se jalaba levemente al pasar mis dedos.

Sentí como una sonrisa se formó en mis labios lentamente, Lyon me miró abriendo mucho sus ojos al verme sonreír.

—Es hermosa... —Susurre. Me miró como si hubiera perdido la cabeza. Me agaché y junte los pedazos de la bandeja de barro, los deje en la mesa con cuidado de no cortarme.

Tenía una cicatriz por primera vez en mi vida. Iniciaría una vida distinta. Y quizás todo mejoraría en estos momentos...

4 años después...

Pov General

Solo se escuchó como el caballero azotaba en el suelo, el público gritaba enloquecido un nombre.

"¡Ekatherina, Ekatherina!"

Un caballero de armadura plateada intento levantarse pero el caballero de armadura blanca tenía un pie en su pecho empujándolo de nuevo al suelo.

La espada surcaba en su mano derecha mientras la punta descansaba en el cuello del contrincante.

— ¡Tenemos una ganadora! ¡Ekatherina Kurae! —Grito el rey Camerón desde su trono. Era alguien de pelo blanco, algo gordo, alto y traía ropajes de seda mientras la reina y la hija estaban a sus costados. Mirando con poco interés la pelea anterior.

Al instante la nombrada quito el pie del pecho del caballero junto con la espalda, enfundaba su arma y se quitaba el casco, dejando caer su larga cabellera rubia hasta las caderas, sus ojos color ámbar y en su ojo izquierdo, había una gran cicatriz que le recorría verticalmente hasta media mejilla.

Levanto su puño sonriendo.

Todos, hombres, mujeres y niños estallaron de nuevo en gritos, aplausos y chiflidos sin descanso. El caballero del suelo se levanto.

—Buena pelea, Ekatherina. —La chica miró como el caballero se quitaba el casco, William, un chico alto, pelo negro y con ojos cafés, su cuerpo estaba levemente tonificado, era uno de los nuevos principiantes y estudiantes de Lyon.

—Igualmente William. —Estrecharon manos y se fueron del lugar, la gente había salido también del Coliseo. Cada quien a sus casas, y el rey a su castillo con toda la guardia real detrás de él.

Guerrera de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora