El baile -parte 2-

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Veronica

No puedo creer lo que estoy haciendo, bufé con tanta fuerza que saque saliva por mi boca, mire el vestido extendido en la cama, era el que había comprado en el bazar... Era hermoso, grande, super esponjoso sin tener que usar algún tipo de fierro abajo para que se alzara de esa manera, un azul cielo, con un corsé de tiras de gasa un poco más abajo de los hombros, y sobre ella, mariposas de tela, la caja blanca que contenía las zapatillas que Lyon había dejado fuera de mi puerta, debieron haberle costado una fortuna... 

— ¡Oh, por favor! —me mire al espejo. Mi cabello estaba casi seco, sin embargo tome las zapatillas de la caja, eran sumamente preciosas, color plata, con una tira en el empeine y al juntarse la tira al zapato del lado derecho había una rosa de gasa color gris... 

Sin darme cuenta ya tenía puesto el vestido, y las zapatillas. No puedo creer que iré a ese estúpido, estúpido baile. Todo por Lyon...

Se sentía demasiado raro volver a usar tacones y vestido después de 4 años de no volver a usar algo parecido. Fui directo al armario sacando una caja con maquillaje y esas cosas, aunque también para el cabello. Sería ruda, pero a veces tenía mi lado femenino y ese salía cuando Lyon no estaba, pero debía estar lo mas presentable posible. 

Abrí la caja, tome sin preámbulos la tinta de labios, dejándolos de un rosa notorio pero no tan extravagante como el rojo. Tome un bote negro y un cepillo de pequeñas cerdas de fierro, abrí el bote y metiendo ese cepillo circular en la tinta negra lo saque dejando que goteara, le quite lo sobrante, con cuidado lo coloque en mis pestañas dejando que se secará por completo, se veían mas negras que de costumbre y mi ojo con una mirada más intensa. Me mire al espejo, estaba lista, hasta que vi mis oídos. Los hoyos que tenía debían estar completamente cerrados. 

Suspiré con fuerza tomando la joyería. Me coloque el collar que tenía un zafiro colgando, tome la pulsera de cadena delgada de plata, cuando vi los aretes tome aire con mas fuerza. Tome uno y ensartando la punta en mi carne lo deje ahí, la sangre emano levemente y con una limpiada rápida dejo de salir, repetí lo mismo en mi otro oído. 

Cuando me vi al espejo no me reconocía en lo absoluto, estaba totalmente diferente. Mis labios se veían carnosos y en forma de corazón. Hasta que vi mi pelo, no me había hecho absolutamente nada. Frustrada tome los broches del cabello color dorado. Como mi cabello. 

Me hice un recogido para atrás con los mechones de alrededor de mi rostro colocando los broches deteniendo que se regresara el cabello. Por todos los medios intente que mi cabello más lacio que una bendita pared se rizara levemente pero solo logre unos leves rulos de forma natural. Con eso me bastaba.

Justo cuando había bajado y abría la puerta, mire el carruaje llegar por mi. Era sumamente precioso, blanco con detalles dorados, el cochero me miro sumamente sorprendido, justo cuando me acerque para abrir la puerta el se bajo de un salto y la abrió por mi. Le sonreí agradecida y tomando el vestido subí al carruaje, por dentro los asientos estaban sumamente cómodos; ya estábamos en marcha.

Sentía que las manos me sudaban, nunca me había pasado eso, mire por la ventana el paisaje ya muy conocido, las casa, arboles, jardines... Cerré los ojos. Y me recargue en el respaldo de los asientos, debía estar tan mal de la cabeza. Tendría fiebre u algo para hacer esto. Pero recuerdo que es por Lyon y se me pasa. Sentí que el carruaje se detuvo y mi puerta fue abierta casi al instante, estaban frente a mi las escaleras, tome la mano que me tendía el cochero para bajar. 

Subí los escalones a pasos temerosos, siendo sincera era la primera vez que iba a un baile con vestido y era sumamente raro a mi parecer, debido a que me sentía levemente desprotegida sin mis armas conmigo. Jamás pensé en hacer esta simple locura en mi maldita vida de guerrera. Esto jamás fue lo mio. Llegue a la enorme puerta abriéndola de par en par llegando al corredor.

Guerrera de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora