Capítulo 14

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― ¿qué dices? ¿qué clase de tontería es esa?― me reí.― Venga ahora en serio.

― Elena, te juro por nuestra amistad que es verdad.― me miró a los ojos.― fue hace siete u ocho años. Alba estaba enferma y para operarla necesitábamos mucho dinero, dinero del que no disponíamos y los padres de Natalia se ofrecieron a darnos el dinero de la operación y más si yo firmaba que me hacía novio de su hija. Acepté por mi hermana pero ahora veo que no tengo escapatoria y ya no aguanto...

― Pero... Es que no me entra en la cabeza.― miré al suelo tratando de asimilar todo lo que me había dicho.― ¿no hay forma de romper ese contrato?― él negó.― Joder... Quiero que me traigas una copia del contrato. Te voy a sacar de esta.

― No vas a poder Elena... Me lo he leído mil veces tratando de encontrar algo que me sacara de él pero aparte de la muerte no he encontrado nada.

― Tú tráeme el contrato que me encargo.― él asintió con una mueca y le abracé.― Tranquilo, Álvaro que yo te saco de esta...― él me acarició la espalda y nos separamos.― ¿y Alba sabe que es por contrato?

― No. Mis padres le dijeron que alguien les dio el dinero en anónimo y ya está...

― Vaya...― me quedé en silencio.― Tu tranquilo ¿vale?

― Gracias y... Si puede ser, guarda mi secreto.― le sonreí asintiendo.― Perdona por interrumpir porque creo que estabais ocupados...

― Bueno, estábamos mirando una película así que tranquilo.― él asintió.― Me ha dicho que me ama...

― ¿eso es malo acaso?― me encogí de hombros.― Creo que después de seis meses puede decirte que te ama y que sea algo real ¿no crees?

― Sí, claro que sí. Pero he sido una gilipollas y me he quedado en shock... Si hasta me ha pedido perdón el pobre.

Oímos las llaves en la puerta y entro Blas con Leo que enseguida saltó a mis piernas buscando mis caricias. Le acaricié la barriga un rato mientras Blas y Álvaro hablaban. De repente se callaron, me miraron, se miraron y fijaron la vista en mi de nuevo haciéndome sentir un tanto incómoda.

― ¿por qué me miráis así? Me ponéis nerviosa...

― Elena.― miré a Blas.― ¿te apetece hacer un trío conmigo y con Álvaro?

― ¿Qué?― pregunté en un gritito de sorpresa.― ¿estás loco?

― No es para tanto, mujer.― habló Álvaro.― No le estarás engañando si eso es lo que te preocupa.

― No es eso... Es que cambiará todo después de hacerlo.― miré a Blas con preocupación y él se acercó a mi para después acariciarme la espalda.― Blas, ¿tú quieres hacerlo?― él asintió.― Bueno... Entonces vale.

― Genial.― Dijo Álvaro poniéndose de pie.― Entonces... ¿el viernes por la noche?

― Sí, me parece bien.― respondió Blas con una sonrisa.

― Vale pues me voy ya.― Álvaro me dio un beso en la mejilla y le chocó la mano Blas.― Adiós, parejita.

― Adiós.― le respondió Blas. Oí que la puerta se cerraba y miré a mi chico.― Oh no... ¿ahora viene una bronca?

― No.― le respondí seca y me levanté para irme, pero me agarró el brazo y me pegó a él.― Déjame.

― Elena, si no quieres hacerlo no lo hacemos, pero no te enfades conmigo, por favor.

― No es eso, es que me lo has pedido de repente delante de él y no he podido negarme. Estas cosas se hablan primero.― él me miró apenado haciendo que mi enfado se desvaneciera.― Blas... Te amo.

― Bueno... Espera ¿qué? ― me miró con los ojos como platos.― Repite eso último, por favor.

― Que te amo.― a él se le iluminó la mirada.― Te amo Blas.

Él sonrió y me besó varias veces sin dejar de decirme lo mucho que me amaba entre beso y beso. Me cogió de nuevo y me llevó al cuarto mientras el pequeño Leo nos seguía ladrando. Me tumbó en la cama y se tumbó encima acariciándome la mejilla sin despegar sus ojos de los míos. Le besé y le quité la camiseta.

― Leo, mi vida, esto no es algo que debas ver.― me levanté y le saqué al salón. Volví a la habitacion y vi a Blas hablando con mi móvil.― Mi amor, ¿quién es?

― Era tu hermano.― me respondió seco y tiró mi movil sobre la cama.― Te llamará más tarde.


Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda.

¿queréis saber por qué me ha respondido así? Porque nunca le he hablado a mi hermano de Blas. Bueno, ni de Blas ni de ningún chico. Mi hermano cree que sigo siendo virgen y que nunca he tenido un novio. Dios mío... Ahora la he cagado el doble. Blas sabe que no le he hablado a mi familia de él y mi hermano que estoy con un chico.

― Blas yo...

― Tú nada.― se puso su camiseta.― Quiero estar a solas así que si no te importa.

― Vale... ― agaché la cabeza y cogí mi ropa para después meterme en el baño a cambiarme. Cuando terminé salí pero él no estaba en la habitación.― ¿Blas?― Fui al salón y le vi sentado en el sofá con Leo en los brazos.― Me voy...

― Vale.― me respondió seco. Me acerqué a despedirme de él con un beso y se apartó.― Adiós.

― Blas por favor...

― Adiós.


Preferí no decirle nada más y tras coger mi mochila y ponerme mi abrigo y mi bufanda salí. Me sentía mal, me sentía inútil. Acababa de joder mi relación por gilipollas. Miré mi móvil y empezó a sonar el tono que tenía puesto para mi hermano. Le colgué y me fui directa a casa.

Me quité la ropa y me tiré en la cama. Miré mi móvil para ver si tenía algún mensaje de Blas, pero nada. Miré mi galería que estaba llena de las fotos que me había hecho con Blas los tres días que había pasado con él y decidí subir una a mi Instagram.

Empecé a quedarme dormida pese a ser apenas las ocho y media de la tarde. Tocaron a mi timbre y me levanté. Miré por la mirilla y abrí.


― Me había dejado las gafas en casa de Blas y cuando he vuelto me ha dicho lo que ha pasado... He intentado hacer que entre en razón, pero está demasiado dolido...

― Soy gilipollas, Álvaro.― él me abrazó(cosa que necesitaba y agradecía) y rompí a llorar.

― No, por dios Elena.― pasamos dentro y fuimos a mi habitación.― A ver, dime por qué tu hermano no sabe nada de Blas.

― Pues...― me di cuenta de que estaba en ropa interior así que fui a mi armario y cogí una sudadera de Blas que me quedaba grande. Me la puse y me senté en la cama con Álvaro.― Mi hermano cree que soy virgen aún. No sabe que he tenido novios y si se entera me mata, bueno, me matará porque ya se ha enterado...

― ¿qué más le da a tu hermano? ¡es tu vida! Yo no me meto en si mi hermana es virgen o no.

― Pero él sí. Mi hermano es sobreprotector... Siempre lo ha sido.― mi móvil volvió a sonar con el tono de mi hermano y colgué.― qué pesado está...


Tocaron al timbre y fui a abrir sin mirar por la mirilla. Me quedé de piedra. ¿qué hace él aquí?





Pillowtalk |Álvaro Gango|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora