CALLEJÓN DIAGON

1.3K 55 13
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





Los Potter arribaron al Callejón Diagon de la forma muggle, tal y como lo habían hecho el año ante pasado, cuando James había recibido su carta.

Para Harry era casi indispensable que sus hijos aprendieran a valorar lo que las personas no-mágicas hacían. Ya que, durante once años él vivió en un mundo donde la magia prácticamente existía en las películas. Aún a pesar de que siempre pasaban cosas extrañas a su alrededor, y era especialmente por ello que sus tíos, los Dursley, no querían que Harry supiera de su condición de mago.

Los Dursley eran los muggles más muggles que jamás nadie pudiera encontrarse. Tenían aberración profunda por todo lo que fuera inusual, para desgracia de Harry eso lo incluyó a sí mismo durante mucho tiempo, haciendo que su convivencia con ellos fuera desagradable y a veces cruel. Después de los sucesos ocurridos hacia diecinueve años, Harry sólo había mantenido contacto ocasional con su primo Dudley, quien a pesar de haber hecho la vida de Harry imposible, comprendió en el último momento que su primo era una persona especial no sólo por su magia, sino por sí mismo. Harry le había salvado la vida una noche, cuando en un callejón algo del mundo mágico, que Dudley no podía ver, los había atacado: dementores. Unas criaturas que podían hacer desaparecer la felicidad de todo aquél que se le acercara, haciendo que éste sólo recordara cosas desagradables de su pasado. Estos monstruos siempre habían sido un gran temor para Harry Potter, pero aquella noche los enfrentó a pesar del riesgo que corría rompiendo las reglas del Estatuto del Secreto de la Magia. Dudley siempre le estaría agradecido a Harry por eso.

Ginny Weasley-Potter, nunca había pasado por lo mismo que su esposo, su único contacto con el mundo muggle había sido a través de los cómics de su hermano Ron o del excéntrico hobbie de su padre, quien coleccionaba todo tipo de chucherías no-mágicas. Ella no dejaba de maravillarse de todas las cosas que existían en el mundo no-mágico, y por eso estaba de acuerdo que sus hijos tuvieran una educación similar a la que había tenido Harry, obviamente restándole el hecho de que fuera maltratado, e incluso su cuñada Hermione Granger. James, Albus y Lily, a lo igual que sus primos Rose y Hugo, serían unos de los pocos magos en recibir una educación escolar muggle. La pelirroja aún recordaba cómo su madre se había visto reticente ante la idea, ya que ella misma había educado a sus siete hijos sin ningún problema. Harry y Hermione fueron los que lograron convencerla.

Así fue como, Harry se encontró a sí mismo tomando el metro con sus hijos y esposa, rumbo a Londres, haciendo el mismo recorrido que había hecho hacía veintisiete años atrás con Hagrid.

— ¿Ya vamos a llegar? —preguntaba cada quince minutos Lily Luna.

—Ya falta poco— le respondió su padre con una sonrisa.

NEXT GENERATIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora