VIVIANE ARACHNE

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—Debemos apresurarnos, pronto comenzará el eclipse—dijo Scorpius, mientras observaba con recelo el cielo negro. El viento helado sopló suavemente, como un augurio indicando que algo malo estaba por suceder. Scorpius intentó alejar sus pensamientos de eso e internamente le rogó a Merlín que todo saliera bien.

Se montaron en las escobas y salieron despedidos hacía arriba, desde esa altura podían apreciar no sólo las doce tumbas que rodeaban a la Torre como los números en un reloj, también se veía una parte de lo que parecían ser las torres de Hogwarts, aunque estaban muy alejados como para poder saberlo con certeza. Internamente Albus rezaba a los cielos a que su primo Fred hubiera podido encontrar a su padre, ya que a pesar de sentir la adrenalina del momento, no se sentía del todo seguro como para poder derrotar a aquella vieja bruja o lo que fuera que fuesen a encontrar adentro de aquellas ruinas. Por su parte, Scorpius intentaba divisar qué era lo que les aguardaba en el interior, y de confirmarse sus sospechas, debían implorar a los dioses salir de ahí con vida. Mentalmente se reprimió por pensar aquello, realmente confiaba en que podrían vencer lo que se les pusiera en el camino (debían de encontrar la forma de hacerlo); pasara lo que pasara, él le había prometido a James que recuperarían a sus primas y eso era lo que iban a hacer, al menos de su parte podía decir que estaba listo, no le importaba si llegaba a perecer en el intento.

Aquellos pensamientos le hicieron pensar que si su aburlo Lucius lo hubiera escuchado en ese momento le hubiera lanzado un imperdonable, después de todo en su familia normalmente se daban a la huida en situaciones como esa, por no mencionar que no moverían nunca (al menos en el pasado) un dedo por un "traidor de sangre", hijos de muggles, mestizos o aquellos que creyeran que estaban muy por debajo de su nivel y estatus por ser "sangre puras". Él era la excepción a la regla. Él era distinto. Un Malfoy que había sido seleccionado en la Casa de Gryffindor donde sólo los valientes y los humildes de corazón tenían el honor de entrar por sus puertas. Un Malfoy que se había hecho el mejor amigo del segundo hijo de Harry Potter. Un Malfoy que sentía cariño por una Weasley. Un Malfoy que daría su vida luchando por hacer lo correcto si eso era necesario. Esa era la razón por la que estaba ahí, no quería alcanzar la gloria, no quería ser reconocido, quería salvar a su mejor amiga y a las otras chicas por consiguiente. Le debía bastante no sólo a Rose, sino también a Albus y a James, hacía mucho que no se sentía como en una familia, porque eso era lo que pensaba de sus amigos, eran parte de la historia que él estaba escribiendo para sí, eran su familia por elección y estaba dispuesto a pelear por ella. Pensó en Molly Weasley, ella también lo había ayudado a sentirse parte de un lugar, aunque sólo hubiera sido por pequeñas interacciones, la prefecta de Gryffindor seguía siendo un enigma para él, pero sabía que sus primos la querían, lo mismo era aplicado para Dominique, aunque la chica con su gracia y elegancia podía llegar a tornarse un poco pesada, dejando que a veces hablara su vanidad por ella. Y así sus pensamientos pasaron por cada uno de los miembros de esa familia numerosa. Estaba en deuda con ellos y tenía que ayudarles, ese era su deber. Y si estaba en su destino morir, lo haría con gusto sabiendo que había peleado por algo que quería. Lo único que lamentaba era no haber podido despedirse de sus padres.

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