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Su padre lo miró, esperando con calma a que ordenara sus ideas y se armara de valor para admitir lo que había pasado.
—Ataqué a Scorpius—sus ojos verdes se encontraron con los de su progenitor, Harry lo miraba sin juzgarle y sin enojo, por lo que eso le animó a seguir con su relato—. Había un espejo de Oesed, todo hasta ahí iba bien, sabíamos que estábamos en el lugar correcto, pero luego... fue como si me adentrara a otro lugar, el espejo me hizo ver... cosas—añadió con algo de molestia—, cosas de las que me avergüenzo. Luego, fue todo muy confuso, era como si alguien me controlara, yo...—la confesión que estaba a punto de hacer lo obligó a apartar la mirada de su padre, no quería ver la decepción en sus ojos tan iguales a los suyos, se sentía como un villano, ruin y sucio—Yo... ¡intenté matar a Scorpius!—soltó finalmente con miedo, frustración y furia. Sentía como sus ojos se le nublaban por las lágrimas que amenazaban con correrle por las mejillas.
—Al— el chico se tensó al sentir como su padre le abrazaba con fuerza, para luego responderle el abrazo. Luego de unos minutos, cuando parecía más tranquilo, Harry se separó de él lo necesario para mirarle fijamente—. No eres malo. A veces los magos tenebrosos inducen a la gente buena y noble como tú a hacer cosas malas. He visto a gente cometer actos atroces contra sus seres queridos, pero tú hijo en ningún momento perdiste el valor. Mantuviste tu mente en el juego y dejaste que tu corazón hablara... esa es la magia más poderosa que se puede invocar. El amor, hijo.
—Pero, ¿qué tal si James tenía razón a principio de año? ¿Qué tal que tenía que haber ido a Slytherin y no a Gryffindor?
Harry sonrió.
—Albus Severus, yo mismo me hice esas preguntas cuando tenía tu edad y me costó tiempo entender que todos llevamos un poco de cada Casa dentro de nosotros, así que no te asustes si un día te sientes tan trabajador como un Hufflepuff o tan inteligente como un Ravenclaw. Cada persona es un mundo, pero son las acciones que prevalecen en nuestro actuar que hacen que merezcamos llevar el estandarte de la valentía de Gryffindor en alto. Tú eres un león hijo, lo que hiciste hoy por tus primas, por esas niñas indefensas... gritan a los cielos que eres un chico valiente, quizás uno de los pocos que realmente se puede llamar a sí mismo Gryffindor cueste lo que cueste. Un gran hombre me dijo una vez que no son nuestras habilidades las que demuestran lo que somos, son nuestras decisiones.
»Tú y tus hermanos tienen una carga distinta a la mía, deben luchar con sus propios demonios, pero es mi deber aconsejarles en el camino. Por eso, hijo, no tengas miedo nunca en decirme lo que te pasa. Siempre intentaré entenderte y escucharte —siempre lo mejor que pueda—. Esta bruja, se aprovechó de un momento de duda en tu interior, ya que por lo que me dices utilizó un espejo mágico cuyas propiedades son revelar los más oscuros deseos del corazón de quien en él su reflejo contempla, y aprovechó esa herramienta para debilitarte, pero la venciste. Tú y Scorpius la vencieron. Puedo imaginarme lo que debieron de sentir en todo momento, el dolor y la angustia de perderse, de perder a sus seres queridos, de fallar. Eso es lo que te hace diferente al resto, diferente de Nimue, pelearías y darías la vida por los que amas. Fue tu decisión no dejarte influenciar por la maldad, y eso Al, es lo que demuestra que serás un gran mago. Fuiste valiente y luchaste por defender lo que amas.