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— ¡Wingardium Leviosa!
El eco de las voces de los alumnos de Gryffindor y Ravenclaw de primero resonaba aquella mañana del viernes por toda el aula de Encantamientos. Todos estaban muy animados ante el prospecto de poder hacer levitar plumas o inclusive algún otro objeto, por lo que intentaban poner el empeño suficiente para poder lograr ser los primeros en realizar dicho encantamiento, aunque era sabido por la mayoría del curso –en especial los Gryffindor– que era casi ley que los que primero lograrían algo, serían Rose Weasley y Scorpius Malfoy, quienes desde el primer momento se habían tomado muy en serio la competencia por ser el o la mejor del curso. Sólo los Ravenclaw les podían igualar de vez en cuando.
—Odio esto— murmuró algo malhumorado Albus, quien aún no había logrado mover ni un sólo milímetro la pluma blanca que tenía enfrente, a su lado Jane Ackerley miraba con el ceño algo fruncido a su pluma, sin mover si quiera la varita.
Albus pensaba que la niña quería lograr hacer volar la pluma mentalmente, lo cual sería todo un logro, a veces había visto a sus padres hacer magia sin varitas y sabía que eso era algo que muy pocos magos y brujas podían hacer. Suspiró con cansancio, viendo con recelo y algo de frustración a su mejor amigo y su prima que se sentaban al otro lado de él. Rose estaba regañando a Scorpius por algo.
—No debes hacerlo tan fuerte, le vas a sacar un ojo a alguien— decía en su voz mandona, Scorpius rodó los ojos.
—Sé cómo hacerlo, Weasley, muchas gracias— le respondió el rubio con un tinte de irritación en la voz.
—Pues no parece, Malfoy— refutó Rose, Albus presentía que a su prima le encantaba hacer enojar a Scorpius, ya que no podían estar cinco minutos en clase sin que ambos no intentaran arrancarse las cabezas.
—Dicen que los que pelean se casan, ¿sabes?— Jane Ackerley lo sacó de su escrutinio.
Albus frunció el ceño.
—Es un dicho muggle— le aclaró la niña—, o al menos eso me dijeron mis primos.
—Oh. ¿Y es un dicho fiable?—no pudo evitar preguntar el chico—, digo, ¿ha habido pruebas de que algo así suceda?
La niña le sonrió, sus ojos castaños brillaban como quien está a punto de compartir los secretos del Universo con alguien, después de haberlos guardado durante mucho tiempo.
—No es cien por ciento comprobable, pero sé de gente en la que ha funcionado— susurró Jane—, y si mis observaciones son ciertas, entre tu prima y Scorpius pasará algo.
Albus la miró extrañado, ya que sabía que la niña durante dos meses había pasado pegada a Scorpius como si estuviera en una extraña fase de enamoramiento.
— ¿A ti no te gusta Scorpius?— en cuanto se dio cuenta de lo que había dicho quiso haberse pateado a sí mismo, siempre tenía una bocaza más grande que la de un tiburón en asuntos que no eran suyos.
