CLASES DE VUELO

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Albus se levantó sobresaltado, desde su encuentro nocturno con la Profesora Trelawney, había estado teniendo pesadillas de todo tipo. Siendo la escena recurrente la aparición de una figura encapuchada con una risa maléfica, mientras que a su alrededor figuras similares ascendían en una especie de cántico para luego elevarse a lo que parecía una torre abandonada en medio de un bosque, lo curioso de la escena era que él no estaba solo, a su lado siempre se encontraba Scorpius Malfoy y su prima Rose, la última luego de unos segundos entraba en trance y desaparecía en las llamas que rodeaban el lugar.

El chico soltó un suspiro, debía de dejar de preocuparse por cosas que seguramente eran banales, tal vez tenía que darle las gracias a su amigo Scorpius quien parecía empecinado en creer que la profecía era real y ambos debían averiguar de qué iba la cosa antes de que fuera demasiado tarde, el sentido de nobleza y espíritu aventurero que el rubio parecía tener eran, a veces, preocupantes. La cosa no mejoraba si a eso le añadía las ideas descabelladas de Rose, que después de semanas parecía estar en una relación civilizada con Malfoy, después de su reconciliación con el relato de la susodicha profecía, ambos habían llegado a una especie de acuerdo mutuo en donde se respetaban para poder descifrar antes de Halloween aquello que había dicho la chiflada de la Directora. Porque sí, Albus creía que su la Profesora Trelawney era un caso perdido, tal como había escuchado opinar a sus tíos Ron y Hermione tantas veces («No deberías juzgar a la gente, Albus», le regañaba Rose cada que el tema salía a colación, lo que provocaba que él rodara los ojos y le recordará que a veces las palabras podían jugar en contra de uno, cosa que terminaba con la pelirroja enfadada).

— ¿Estas despierto, Al?— la voz de Scorpius lo sacó de su ensoñación, con algo de pereza se levantó de la cama y miró a su amigo con extrañeza, ya que era muy raro que el rubio se levantara tan temprano en la mañana, casi siempre llegaban sobre la hora a sus clases (cosa por la cual algún día terminarían sancionados).

—Obviamente— gruñó Albus, Scorpius ya estaba acostumbrándose al humor matutino que caracterizaba a su amigo. Albus no era del todo una persona madrugadora—. ¿Qué pasa, Scor?

—Nada— suspiró el rubio levantándose con pereza de la cama, sus compañeros de cuarto seguían durmiendo—, es sólo que tengo una sensación extraña en el estómago.

Albus frunció el ceño, aun recordando el sueño que acababa de tener.

— ¿Por qué crees que sea?

— ¿Honestamente?— Scorpius hizo una mueca—. Tengo miedo a no ser bueno volando.

Albus suspiró tranquilo, por un momento pensó que su amigo volvería a salir con el tema de la profecía y tal vez entonces debiera confesar las cosas extrañas que le habían pasado, así como también los sueños recurrentes que tenía. Sin duda, a veces tanto Rose como Scorpius lograban ponerlo paranoico.

— ¿Y eso?

—No lo sé, es un miedo un poco irracional, tal vez es el hecho de que tu hermano no deja de presionarnos con que no nos luzcamos en esta primera clase, porque él quiere una de las vacantes del Equipo de Gryffindor.

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