Capítulo 6

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Ignoro cómo volví a casa esa tarde, estaba destrozada, rota..

Llegué en un estado deplorable, casi catatónico, del que volví con la bofetada que mi padre me propinó al escuchar de Morfin, quien riendo cruelmente, canturreaba en parsel que había vuelto del pueblo sin la carreta, sin mercancía y seguramente sin dinero.

No me dolió en absoluto, pues años de maltrato me habían curtido; jamás lloraba, pues desde muy pequeña aprendí que eso sólo acarrearía más golpes e insultos; esa vez, sin embargo, no pude evitarlo, lloré todas las lágrimas que no había derramado en años, sentí en la boca el sabor a sal de mi llanto, mezclado con la sangre que seguramente el impacto de su mano provocó; comencé entonces a reír a carcajadas, como una verdadera loca, retándolo a llegar al límite, a acabar de una vez por todas con mi sufrimiento.

"CRRRUCIO"
Rugió mi padre con la cara desencajada por la rabia, apuntándome con su varita; mientras caía al piso pude distinguir sus ojos inyectados de sangre y la saliva que en hilillos escapaba de su boca.
Las carcajadas de Morfin dejaron de escucharse, ignoro si fue porque la reacción de mi padre le había tomado por sorpresa, o porque yo solo podía concentrarme en el dolor agudo que comenzaba en mi estómago y se extendía a cada una de mis extremidades.

No luché contra su maldición, la recibí como quien bebe la humeante pócima que le dará la muerte después de una larga agonía...

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Estoy preparando el capítulo que continuará la historia de Merope ahora que Tom apareció, y nada más y nada menos que con la encantadora Cecilia, pero antes de ello escribí este pequeño texto, para comprender un poco más lo que pasa por su atormentada cabeza en los momentos de tristeza.

MEROPE GAUNTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora