Capítulo 14

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El poder que él tenía en mí iba más allá de la magia, su sola presencia era capaz de mantenerme en un estado tal de ensoñación y plenitud que, si antes nublaba mi visión, después de aquella noche perdí la realidad y me dispuse a vivir en nuestro mundo, en mi sueño.

Le amé con locura desde el instante en que tomó mis manos, me habló con ternura y cuido de mí, por qué cuando creí que todo estaba perdido, él me devolvió a la vida haciéndome sentir lo que nunca había sentido: un amor infinito, pero más importante aún, que alguien necesitaba de mí.

Si cierro los ojos, aún puedo escuchar sus palabras dulces, recrear sus sonrisas, sus besos y ese momento; cuándo fui suya y él fue mío, en cuerpo y alma.

No hay sensación más hermosa que dormir al lado de la persona que amas, rodeada por sus brazos y recostarte en su pecho para oír los latidos de su corazón, y nada en esta tierra se compara al saber que late por ti.

Mientras el sueño se apoderaba de mí, le supliqué a mi madre que me ayudara a mantenerlo a mi lado...

No sé cuántas horas había dormido, cuando el leve sonido de las campanas me despertó, a pesar de que la parroquia estaba a una distancia considerable siempre llegaba el repiqueteo del campanario, restregándome en la cara la vida social a la que no pertenecíamos.
Pero aquella mañana fue diferente, con una punzada de culpa, supe de inmediato que era el llamado a la boda de Tom y Cecilia.

Al verlo llegar la noche anterior supuse que había cancelado todo, pero realmente no lo sabía.

No me alegré, lo juro, imaginé la sorpresa de Cecilia, su desconcierto.

Pero tampoco puedo decir que me arrepentía, ella era ella, una mujer hermosa, alegre, millonaria, ¡podría ser feliz con cualquiera!, darse el lujo de elegir entre un sinfín de hombres, pero yo solo podía ser feliz con Tom; y eso lo supe desde el momento en que ví por primera vez al chico altanero en la mercería, mucho antes de que ella apareciera en su vida.

Una segunda oleada de campanadas llegó a través de la ventana, haciéndome contener el aliento, me senté al borde de la cama, tratado de no despertar a Tom, temiendo que ese sonido lo regresará a su anterior estado, a sus brazos.
¿¡Cómo explicar la angustia que me carcomía!?
Pero Tom seguía apaciblemente dormido, con sus hermosos rizos esparcidos por la almohada y esa sonrisa de lado, que después sería mi delirio.

¡No podía más!, me puse la vieja bata de satín de mi madre y baje, aún descalza,  de la habitación, llena de angustia, imaginando que en cualquier momento tocarían a mi puerta buscándolo, no me sentía preparada para enfrentar a sus padres o a Cecila; fue difícil recordarme que ésa no era una posibilidad, ¿quién en su sano juicio pensaría que Tom Ryddle había plantado a la novia por la hija del loco del pueblo?

En la puerta, los zapatos y mi varita lograron ahuyentar de golpe las nubes grises de mis pensamientos.
Con lo ocurrido la noche anterior había sido lo suficientemente estúpida para dejar mi identidad de bruja en el escalón de la entrada.
Acaricié sus bordes, sabía que ya no sería lo mismo, que debía contenerme de usar magia por un tiempo, tenía Amortentia suficiente, hasta que ya no hiciera falta...lancé algunos hechizos repelentes de muggles, sin saber exactamente por qué.

Guardaba mi más preciada posesión en un compartimento secreto de la cómoda del salón cuando, por la puerta abierta, entraba con energía renovada el sonar de las campanas.

Me tapé los oídos instintivamente y cerré con fuerza mis ojos, llena de vergüenza, sabiendo que mi actuar era indecente, pero que seguiría adelante sin importar nadie más que yo.

No adiviné su presencia a mis espaldas.
Con un cariñoso gesto, bajó mis manos y me abrazo tiernamente por la espalda, olía a cedro y a loción.

"No pasa nada, Mer, yo quiero estar contigo, para siempre.
Sé que no lo hice de la manera más correcta, perdóname, no ví otra salida.
No temas, no dejaré nunca que nada ni nadie te haga daño..."

Permanecimos así largo rato, mucho tiempo después de que terminaran los ecos de la Iglesia y lo que todo ello representaba.

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Espero que les guste!  :)

Gracias por los votos y por seguir capítulo a capítulo.

Espero, como siempre, sus comentarios para analizar a ésta pobre/loca mujer :P

Un abrazo desde México.

Monse.

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