Cecilia

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...
Estoy rota...
En piezas tan diminutas que estoy segura de que nunca podré recogerlas todas...
Nunca nadie podrá.

He dejado de contar los días, las semanas, es mentira que el tiempo pone las cosas claras, que sana las heridas.
Las mías siguen ahí, tan frescas como cuando destrocé mi habitación y los cristales en el suelo me abrieron las rodillas.

No me reconozco...

Estoy tan agotada de pensar, de tratar de callar la voz en mi que me culpa de todo. ¿Qué hice mal? ¿En qué fallé?
¿Acaso no notaste que mi corazón sólo latía por ti?

¿Cómo puede alguien no darse cuenta de que está terminando el amor? Probablemente hubo pistas, palabras, gestos que indicaban que lo estaba perdiendo todo...
¿Por qué creí tus palabras?
¿Por qué sentí tus besos tan ciertos?
¿Por qué tus brazos se sentían como un refugio?
Aún ahora mi corazón no comprende que ya no me amas, que abandonaste nuestros sueños, la hermosa vida que planeamos juntos.

Sigo corriendo a la ventana cuando escucho el timbre, imaginando que te veré con flores en el umbral, con tus rizos despeinados y una estúpida cara de disculpa.
Varias veces me ha parecido oírte discutir con mi padre en el vestíbulo y bajo corriendo los 23 escalones para gritarle en la cara que no se meta, que te perdono, que estoy segura de que hay una explicación lógica para toda ésta mierda...pero cuando siguiendo las voces entro al comedor, sólo veo a mi madre y hermana con sus caras de sorpresa mezclada con lastima, sus sonrisas fingidas y la lluvia de preguntas comienza de nuevo...

¡No, no pienso comer!
¡No, no quiero salir a tomar el maldito aire fresco!
¡No, no necesito que hagan nada por mí!
¡No, no pienso volver a hablar!

-¿Cili?.-La voz de su madre la devolvió a la revuelta habitación.-No quiero molestarte, cariño, pero alguien quiere hablar contigo, dice que es urgente.

-¡No tienes por que responder, Cecilia! ¡Carajo, mujer, déjala tranquila!-Su padre, siempre ecuánime, se escuchaba realmente enfadado.

-Pero parece importante y estoy segura de que no es... Nadie que no deba llamar a ésta casa, eso ya quedo más que claro y... -Pudo notar el tono avergonzado de su madre.-¡Deja de mirarme de ese modo Víctor Chance! ¡Al menos yo estoy tratando de hacer algo por ella, intentando sacarla a flote, no pienso dejarla hundirse en esa habitación cómo parece ser tu magnífico plan para evadir la situación!

-¡BASTA LOS DOS!- Alicia se unía al coro de reclamos del pasillo cuando la puerta de la habitación se abrió con estruendo y salió una Cecilia fúrica, que los pasó de largo sin esperar a que se hicieran a un lado.

Bajó con decisión, y tomó el teléfono que estaba en el salón, sabía que sus padres y hermana se habían quedado arriba, pero que estarían tratando de escuchar su conversación.

-Soy Cecilia.-Su voz sonó sorpresivamente grave, la resequedad de su garganta le impedía decir más.

-Está con ella, con Merope Gaunt, la chica de las flores, sólo creí que merecía saberlo, porque usted merece dejarlo todo atrás y comenzar de nuevo, porque usted es muy buena y no puede guardar esperanzas, hemos tratado desde hace vari.....

Una voz aguda, de mujer, hablaba sin detenerse, pero ella no podía oír más, no podía entender más, las palabras dejaron de tener sentido al igual que todo aquello que le había dicho...

Un hilo caliente de sangre corría por su nariz, una opresión en el pecho comenzaba a lastimarle, un zumbido agudo resonaba en su cabeza más que en sus oídos.

No puedo respirar...

Cómo en una película vio a su padre arrebatarle el auricular, no entendía lo que le gritaba a la mujer, pero se desconcertó al mirar su rostro desencajado.
Sintió los brazos de su madre y hermana levantándola del sillón con una extraña facilidad.
Cómo en cámara lenta recorrió las escaleras mientras su madre le detenía la hemorragia con su bufanda de seda azul, su hermana brincaba los escalones con impaciencia y mientras recorrían el pasillo hacia su habitación la vio en el baño revolviendo con angustia el botiquín, buscando sin duda alguna alcohol , y las inyecciones...
Estaba sucediendo de nuevo, estaba a punto de tener un ataque de nervios y ahora iba a pasar unos días bajo los efectos de los somníferos...
Podía sentir las lágrimas en su garganta, mezcladas con el sabor metálico de su propia sangre.
Sí, quería dormir, y no despertar nunca más.

Quiero no saber nada, quiero no sentir nada...

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Parece una eternidad desde la última actualización.
Lo siento, el trabajo me consume :(

Abrazos desde México :)
Espero con ansias sus opiniones.

MEROPE GAUNTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora