Capítulo 12

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Con un chispazo repentino sentí arder en mi interior la fuerza y determinación que nunca antes había tenido en mi vida, se propagaban rápidamente, como un incendio se expande por un bosque seco.

Me recuerdo utilizando  los viejos polvos Flu que encontré en la habitación de mi padre por primera vez, que me llevaron a una mugrienta posada, que sólo conocía por su nombre (pues jamás había salido de Little Hangleton, por más ridículo que parezca), llena de los magos más extraños y las brujas más excéntricas y entrando con asombro y miedo al Londres Mágico, al Callejón Diagon.
Probablemente mi visita hubiera sido más memorable si me hubiera dado el lujo de recorrer los incontables y abarrotados comercios, de entablar conversación con las brujas que miraban los aparadores o los magos que pregonaban sus mercancías con gritos alegres y joviales, pero no podía darme ese lujo.

Me sorprendió que nadie me mirara con extrañeza; nadie juzgaba mis ropas viejas y sin chiste (pues mi atuendo muggle era más que atinado en comparación a muchos), no me sentía fuera de lugar por mi aspecto que era incluso bello en comparación a algunas brujas de piel verdosa y grandes verrugas.
Pese a la prisa que me consumía no pude dejar de notar una cosa: Era el mundo al que yo pertenecía, el mundo que mi padre me había negado (y si el miedo a su regreso me hacía flaquear, solo debía recordármelo para continuar con mi plan y alejarme de él para siempre).

Recuerdo haber entrando a la botica "Slug&Jigger", que desprendía un desagradable aroma a coles y huevos podridos, y de la cual salí avergonzada y frustrada, pues el joven boticario hacía preguntas perspicaces con respecto a los ingredientes que necesitaba, imagino yo, que adivinando en donde irían a terminar...

Al final terminé consternada en el Callejón Knockturn, comprando todo lo que fui a buscar sin que nadie me preguntara para qué, y asombrada de la cantidad de artículos de magia negra que me ofrecían sin ningún desparpajo.

Volví a casa esa misma tarde, decidida a poner mi vida en el caldero si era necesario.

Aún no comprendo del todo como fui capaz de lograr la Amortentia, es una pócima muy compleja y si no se hace como es debido, fatal.
Con gran parsimonia seguí las instrucciones, sosteniendo la respiración cada vez que debía agregar o mezclar la poción, y sintiendo dolorosas punzadas de alivio al comprobar que todo salía de acuerdo al libro.

Mi concentración era tal que caí enferma al tercer día, las fiebres y escalofríos me dificultaban la tarea, pero más que decidida puse todo de mí para conseguirlo, pues sabía que si fallaba, él se casaría el domingo y se iría para siempre lejos del pueblo, lejos de mi....
Fueron los seis días más extraños de mi vida, me encontraba como en un trance, apenas comía o bebía, y prácticamente dormía por lapsos de 15 minutos, por el miedo a olvidar algún paso de la preparación.

Pero al llegar el sexto día, recuperé las fuerzas y los ánimos perdidos en el proceso, pues la pócima era exactamente cómo debía ser y el denso vapor que emanaba inundaba la casa entera con su olor.
Olía a gardenias, a los vestidos de mi madre encerrados en el baúl y...
Y sin duda alguna, ¡A Tom Ryddle!

Canté y bailé ridículamente por toda la casa, orgullosa de mí, imaginando mi vida futura al lado del hombre al que había amado durante tanto tiempo, imaginando sus besos, las incontables charlas y risas por venir, las noches entre sus brazos, su amor...

Me dejé embriagar por ese sentimiento tan extraño en mi vida.
Áquel que sentí cuando supe que era bruja, cuando reencontré a mi madre, y más fuerte aún, cuando el chico de ojos azul medianoche me sonrió entre los rollos de tela de la Mercería, cuando apenas cumplía mis 15 años:
Felicidad.

***

¿Debería decir en este punto que me arrepiento? ¿Debería aceptar que fui una tonta al pensar que sería feliz? ¿Qué no habría consecuencias?

A pesar de éste final tan inesperado, que no es para nada lo que entonces soñé, no, no me arrepiento.
Y si hubiera alguna posibilidad de volver al pasado tomaría las mismas decisiones que me permitieron dormir en sus brazos y tener sus besos, caminar de su mano por las calles de Londres, y escuchar su voz susurrando en mi oído: "Te amo, Mer, más que a nada y más que a nadie".

Si morir es el precio que debo pagar por ello, lo pagaré.

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¿Qué les pareció?
Espero que les haya gustado este capítulo, sé que todos esperan saber qué pasa con Tom, pero les pido paciencia, ya llegará lo prometo ;)
Es para ponerle más emoción a la cosa jaja

He pensado que podría agregar un pare de capítulos desde la perspectiva de Tom, o narrados,  ¿qué les parece la idea? ¿O sigo con la línea de Merope?
Agradecería muchísimo sus opiniones y consejos :)

Y bueno, por último:
¡Gracias, gracias, gracias!

Por la paciencia, por tomarse el tiempo de leer mi obra, por votar, por sus valiosos comentarios y por agregar Merope Gaunt a sus listas de lectura, pues es gracias a ello que más lectores han conocido a nuestro querido personaje.

Es en verdad maravilloso saber que les gusta y que le han tomado cariño a Merope después de leer esta historia, como lo dije en la introducción, un personaje tan complejo merecía más que unas cuantas líneas y éste ha sido el resultado.

Espero nos sigamos leyendo "until the very end"
(Jaja en el argot Potterico).

Abrazos desde México.

Monse Zamora.

MEROPE GAUNTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora