Extra 5

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«Sí, quiero.»

―Jennifer

Existen palabras que, de un momento a otro, pueden cambiar nuestras vidas para siempre. A veces para bien, otras para mal. Afortunadamente, y digo afortunadamente porque en realidad yo era una de las pocas privilegiadas en el mundo, en el último tiempo mi vida solo había cambiado para bien, igual que la vida de todos los que me rodeaban.

Hacía tan solo un día había comprobado con mis propios ojos que el mundo no era tan trágico como había supuesto en mi adolescencia.

Era increíble cómo un bebé, una vida recién comenzando, podía traer tanta felicidad a tantas personas. El día anterior había conocido a ese bebé. Su nombre era Noah.

Noah Feehan.

Todo había sucedido tan rápido que aún me costaba asimilar que Tyler fuera padre. Bueno, a él también le había costado asimilarlo, aunque parecía estar llevándolo bien. Es decir, se había enterado de que iba a tener un hijo apenas unos días antes de que Noah naciera. Desde entonces, ya habían pasado cuatro meses y debía admitir que él estaba haciendo un buen trabajo. Incluso Josh se había sorprendido de ver a su hermano actuando como un adulto responsable.

Tyler nunca había sido idiota, ni totalmente irresponsable (al menos, no con sus estudios), pero jamás había mostrado intenciones de crear una familia. Entonces sí, la mujer que uno menos hubiera esperado que lo atrapara, lo había atrapado. Su amiga terminó convirtiéndose en la mamá de su hijo.

Brenda era maravillosa. En más de una ocasión, yo había tenido la oportunidad de hablar con ella. Era introvertida en comparación a Tyler, pero lo suficientemente amigable como para generar confianza en quienes la rodeaban.

Era bueno saber que, incluso después de su ruptura, ellos estaban dispuestos a mantener el contacto por el bien de su hijo. Aunque era imposible ignorar la química entre ellos. Había más que un vínculo uniéndolos. Pero eso... eso no era de mi incumbencia y según Josh, que demasiado bien conocía su hermano, Tyler iba a darse cuenta tarde o temprano.

Por el bien de ambos (y el de Noah), esperaba que fuera pronto. Ellos merecían ser felices juntos, tanto como lo éramos Josh y yo.

Josh y yo.

Vaya.

Aún acostada, con la vista puesta en el techo, sonreí a mis pensamientos.

La semana anterior, incluyendo Noche Buena, la habíamos compartido con la familia de Josh en Belmonte donde actualmente estaba viviendo Tyler. Los padres de Josh también habían ido y, entre todos, habíamos disfrutado de unos memorables días juntos.

Pero inesperadamente, para ser más precisa el día anterior, Josh había decidido que nos tomáramos unos días a solas. Y por eso, ahora, yo estaba acostada en una cómoda cama dentro de una rústica habitación.

Estábamos en una zona alejada de la ciudad, todavía dentro del mismo Estado, pero casi en el límite con Castacana. La vegetación en los alrededores era espesa, aunque no tanto como en Osmosur. Aún así era precioso. Las cimas de los pinos blancas, cubiertas de nieve, eran como de una postal.

Estaba mirando a través de la ventana cuando un aroma familiar se escurrió dentro del dormitorio. Aspirando fuerte para rellenar mis pulmones con este aroma, que si no me equivocaba era de café, me estiré sobre el colchón.

―El desayuno está listo.

Y al abrir los ojos, lo vi.

Vi al hombre más hermoso de todo el jodido mundo, vi al hombre que minutos atrás me había abandonado en la cama para irse a preparar nuestro desayuno, vi al hombre que seguía robándose mi corazón día tras día.

Estúpido Josh │Próximamente en papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora