Capítulo 18

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«Me está volviendo loco.»

―Josh

Un beso. Solo había sido un beso.

Y desde entonces, no podía sacarla de mi cabeza. Si antes solía tenerla veinte horas al día en mis pensamientos, ahora eran veintitrés. Solo había una hora al día, probablemente durante el sueño REM, en la que ella no hacía aparición. Aunque lo más seguro era que apareciera pero yo no lo recordara todo al despertar.

No obstante, si no estaba pensando en ella, estaba enfrente. Como esa misma mañana. Jennifer había estado justo delante de mí. Y... sí, me había sugerido que la besara.

¡Por Dios! Había querido besarla. Y tanto.

Cerré los ojos e inhalé.

―¿Entonces nunca le hiciste un ensayo? ¿Y para qué te buscaba ayer? ―interrogó Bella sacándome de mi ensimismamiento y comiendo con lentitud la comida extraña que tenía en su lonchera.

Pinché mi tenedor en mi propio almuerzo y, esforzándome por regular mi respiración, me llevé este a la boca.

―No sé ―balbuceé―, no tengo la menor idea.

―Castaño, estás entrecerrando los ojos.

Alcé la vista mientras sentía que mi puño se apretaba en torno al tenedor.

―Tú arrugas la nariz cuando investigas ―le acusé.

―No es investigar ―se quejó―. Solo estoy tratando de saber más sobre mi mejor amigo.

¿Mejor amigo? Me quedé mirándola, sorprendido, y ella al darse cuenta se sonrojó.

Por un momento, mi enojo se evaporó. ¿Cómo no hacerlo? A pesar de su timidez tras dejarlo salir, Bella había sido la primera persona en considerarme mejor amigo y decírmelo a la cara. Había tenido amigos antes, en la primaria, pero nunca nadie tan cercano como para llamarme así.

Miré alrededor, quizá esperando que alguien se riera de esta pequeña y nueva amistad, pero nadie pareció interesado en mi conversación con Bella.

Me sentí especial a su lado y por eso sonreí.

―¿Entonces cómo me dijiste que se llama? ¿Jennifer, cierto? ¿O Jessica?

Y así, tan rápido como nos habíamos reconciliado solo mirándonos, ella volvió a incomodarme con sus preguntas.

―Jennifer ―suspiré esforzándome por no sonar titubeante―. Y... deja de nombrarla, por favor.

Necesitaba sacarla de mi cabeza, no meterla aún más.

―¿Te molesta? ―dudó Roja.

Confundido, la miré.

―¿Qué?

―¿Te está obligando a que hagas sus tareas? ―prosiguió―. ¿Por eso la evitas?

―N-no. No es eso.

¿Cómo era que había llegado a una conclusión tan... errónea? ¿Qué tan locas eran las ideas que pasaban por su cabeza?

―Si te está amenazando, deberías decirle a algún profesor o...

¡Por Dios!

―No me molesta, Roja ―musité quitando de raíz esa suposición.

Al menos, no me molestaba de la forma en que ella podría creer. Es decir, ¿me exasperaba en compañía de Jennifer? Sí, todas las veces, pero solo porque yo perdía la razón a su lado. Solo por eso.

Estúpido Josh │Próximamente en papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora