Capítulo 17

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«Un tatuaje imposible de borrar.»

―Jennifer

¿Qué mejor que un inicio de clase para dar comienzo a la tortura del día?

O mejor dicho, ¿qué mejor que tener a Joshua alejado de su amiga para acercármele?

El primer timbre había sonado, la mayoría ya estaba fuera del salón y era predecible que Joshua Feehan no estaba entre esa mayoría. Su cabeza gacha, casi irreconocible detrás de un libro, se veía en la primera fila de los pupitres. Y sus gafas también.

¡Por Dios, esas gafas estaban hasta en mis sueños!

Me estremecí al darme cuenta. Sin embargo, ese no era el punto. Lo realmente importante era que Josh todavía estaba dentro del salón.

Claro que sí, pensé. ¿Dónde, si no, estaría el nerd?

Y lo mejor, que estaba solo.

―Hola ―dije tomándolo por sorpresa.

Supe que mi voz le había sorprendido cuando, aún escondido tras la portada de un libro que tenía el dibujo de un dragón, dio un respingo.

Su respingo, sin embargo, fue rápidamente reemplazado por una postura más relajada, una que me tomó desprevenida a mí.

―Hola ―musitó sin alzar la cabeza.

¿Él sabía que era yo? ¿O solo había contestado por educación?

Fruncí el ceño pero no permití que su indiferencia, ni su vista todavía fija en la página de la novela, me quitara valor.

―Hola ―repetí.

Al menos, que se dignara a mirarme, ¿no?

Él, ante mi repetición, alzó un poco la cabeza. El tinte rojizo esfumado por casi todo su rostro, principalmente en la zona de sus mejillas y cuello, me dejó en claro que no acababa de sonrojarse. Él ya lo estaba desde antes.

―Hola ―volvió a decir, esta vez con su mirada dubitativa.

¡Dios! Ahí estaban sus ojos, esos ojos que me perseguían a donde sea que fuera.

Esperando no verme tan patética como me sentía, sonreí en respuesta a su saludo. Él, como si se hubiera quedado paralizado, quedó con la boca entreabierta. Por supuesto, mis ojos tuvieron que viajar hacia sus labios.

―¿Pensaste en mí? ―pregunté al ver que mantenía la vista en mi boca también.

Él solo parpadeó y supe que no se sonrojaba más porque... bueno, era imposible. Ya no cabía otro color que no fuese el rojo en su rostro.

―Ya sabes, en la propuesta que te hice ―añadí sintiendo mis propias mejillas entibiarse.

Joshua tragó con dificultad.

Y yo... yo quise tocar su nuez de Adán, porque ¡sí, era sexi!

―Yo sí pensé en ti ―susurré incapaz de callármelo por más tiempo―. Y en el beso.

―Y-yo... ―empezó a tartamudear.

―¿Y sabes? Creo que deberíamos besarnos otra vez ―solté―. Es decir, necesito mi título de perra de regreso. Ya todos están comenzando a olvidar que te hice llorar, así que es hora de reavivar los recuerdos.

Sus puños se apretaron tan fuerte sobre el libro que me fue imposible pasarlo desapercibido.

―Imagina la noticia ―dije instándome a seguir con mi plan―: «Jennifer se aprovecha de un chico indefenso». Suena dramático, pero sería un buen título para una nota. Incluso podrían entrevistarme.

Estúpido Josh │Próximamente en papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora