Capítulo 25

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Dos semanas, dos semanas habían pasado desde el reencuentro de nuestra pareja favorita. Y en estos momentos, se encontraban admirando lo que veían ante sus ojos. Ambas, cada una con su maleta en la mano, mirando hacia la calle y todo lo que veían a su alrededor.

R: Dime... dime que no estoy soñando, Quinn.

La rubia pasó de darle la mano a abrazarla y se miraron.

Q: Sí, mi amo. Estamos en NY.

Rachel le dio un beso y ambas terminaron de ingresar al apartamento

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Rachel le dio un beso y ambas terminaron de ingresar al apartamento. Ambas, habían decidido irse a vivir juntas. Cosa que a Shelby y Russell les pareció excelente pero el que no lo toleraba, era Hiriam. Él no quería que su hija se fuera con una mujer y el hombre no tenía IDEA de que las chicas ya tenían pensado casarse en secreto. Aunque Russell y Shelby sabían, junto con Santana, Britt, Kurt, Puck y Tina... además del Sr. Gior; el resto del mundo no tenía ni la más mínima idea. Pero Quinn tenía un plan, les diría a los chicos del Glee club, para que estuvieran presentes, a todos menos a Finn.

Ingresaron a la casa, dejaron las maletas y apenas entrar, Rachel comenzó a saltar de un lado a otro.

R: ¡Dios, Quinn! Este piso es hermoso... es demasiado. No puedo creer que el Sr. Gior te regalara este. ¡Es un penthouse!

La rubia se rio y le contestó un tanto nerviosa, admirando lo que veía a su alrededor.

Q: Amor, es nuestro, no solo mío. También es tuyo, es un regalo de bodas adelantado mi vida. Y soy la heredera del Sr. Gior, sus condiciones eran precisas, todos los regalos que él me haga no los puedo rechazar. Y mi nombre será llamativo, mi cielo.

El Sr. Gior, le había regalado a la pareja todo un Penthouse hermosísimo en NY, todo porque le había tomado un gran cariño a la rubia. Al parecer, Gior le confesó a Q que era gay, nunca se había casado y por ese motivo, no tenía herederos. Y la rubia le había demostrado lealtad y además, firmó un contrato (a pedido de Quinn) donde dictaba que haría buen uso de la herencia del señor y que cada acto sería a su nombre, de lo contrario, ella misma se entregaría a la policía.
Sí, un poco dramática y sí, estaba adquiriendo actitudes de Rachel. Pero de igual manera lo hizo, acto que tranquilizó al abogado del mismo.

Pero como la rubia había expresado, debía aceptar todos sus regalos, no importa que tan caros sean. La rubia se puso de pie, admirando el apartamento, realmente sorprendida pero cambió a admirar la alegría y sorpresa de su morena.

R: ¡Oh, por dios! ¡Mira ese piano! ¡Y mira esa mesa hermosa! ¡¡Mira esa vista!!

La rubia se acercó sonriente y la abrazó por la espalda, mirando ambas por el ventanal.

Q: Sabes, me han dado ganas de cantar contigo. ¿Hace cuánto que no lo hacemos?

La morena se giró y sonrió. La rubia, que sabía tocar piano, fue hacia este y no lo pensó dos veces, comenzó a tocar una canción que Rachel reconoció al instante.

Something to die forDonde viven las historias. Descúbrelo ahora