Escuchó a través de la lluvia los acelerados pasos del muchacho. Se giró para pedirle que la dejara en paz y se alegró cuando desapareció. Continuó andando hasta el parque durante cinco minutos más. Jenna estaba empapada; el pelo enmarañado se le pegaba al rostro y la ropa se le adhería al cuerpo, arrapándose más.
Se sentó en un viejo banco de madera y cerró los ojos dejando que las gotas de lluvia le penetrasen la piel. Al fin se había librado de Calum.
"¿Por qué quieres estar sola?"