El muchacho sonrió de lado y se sentó con ella. Pidió otro café solo, como el de ella, y cuando dio el primer sorbo se atragantó.
"¡Qué amargo!"
Jenna arqueó las cejas.
"¿Te sorprende?" Se burló. "Es café; el café es amargo."
Calum suspiró y se fijó en sus clavículas, muy marcadas pero también hermosas. Le echó todo el sobrecito de azúcar. Se percató que ella no le había puesto su edulcorante y le cogió su sobrecito, poniéndoselo también.
"No sabes tomar café." Fue lo único que dijo ella.