Capítulo 28

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Al despertar, Diego estaba a mi lado. Su rostro reposaba en mi hombro, mientras sus manos se enredaban en mi cadera.

Examiné por debajo de las sábanas y efectivamente, comprobé que estabamos desnudos.

Las imágenes de aquella noche volvieron a mi, golpeándome con una ola de culpabilidad.

Esa no era yo, no pude resistir a esa extraña sensación que me había hecho arrojarme sobre Diego. Algo más fuerte que yo, me había controlado esa noche.

Levantándome con cuidado, deposité su mano en la cama para poder ponerme de pie. Una vez que estuve en el closet, miré en el espejo un nuevo moretón en mi hombro.

¿Porqué continuaban apareciendo?

Tomé unos pantalones de mezclilla y una blusa de manga larga color roja, mi ropa interior y mis tenis. Salí, procurando no hacer ruido, dirigiéndome a la ducha.

El agua fría me puso en alerta, despertándome por completo. Cuando estuve cambiada, salí de puntillas, caminando a la puerta.

-Me siento utilizado.- se quejó Diego mirándome fijamente.

Seguía recostado en mi cama, desnudo y cubierto por las sábanas. Me miraba fijamente a los ojos, al parecer molesto.

Se puso de pie, colocándose su bóxer.

Caminó hasta estar cerca de mi y con sus brazos cruzados sobre su pecho, levantó una ceja acusadora.

-¿Ibas a irte, dejándome en la cama , sólo, después de hacer el amor, Jousseth Dígori?- preguntó molesto.

-Diego, escucha.- comencé nerviosa. De nuevo ese efecto que él tenía en mi, estaba surgiendo efecto.- Lo de anoche, no debió pasar.

-¿Segura?- preguntó seriamente.- Porque, que yo recuerde, no te obligue a nada.

-Es que yo..- comencé pero él continuó.

-Yo no te obligué a besarme, no te obligué a decirme "Te amo", no te obligué a hacer el amor conmigo, ¡Tu quisiste!- se quejó Diego, mientras avanzaba un poco más hasta mi.

Mi cuerpo chocó contra la puerta, mi respiración estaba agitada y un absurdo impulso por besarlo se apoderó de mi.

¿Qué estaba pasando conmigo?

-¿Te arrepientes?- preguntó molesto.

-No.- susurré mirandolo directo a los ojos.- Pero no debimos hacerlo, era muy pronto. Hace poco que te conozco, tu tampoco sabes tanto de mi.

-Se demasiado de ti, viví con la esperanza de conocerte, escuchando a tu padre, hablar de ti. Tu me contaste tantas cosas y yo a ti, me abrí contigo, como jamás lo hice con otra persona.- aseguró mirándome furioso.- Yo no me arrepiento.

-Escuchame, no me arrepiento.- aseguré. Era la verdad.- Está fue la mejor noche de mi vida.- le sonreí.- Pero, no está bien.

-¿Porqué?- preguntó cauteloso.- ¿Es por él? ¿Lo amas? ¿Amas a Ryan?

Aquellas preguntas resonaron en mi cabeza, su nombre me provocaba choques eléctricos en mi estómago. La sola mención de su nombre, me paralizaba por completo.

¿Le amaba? Porsupuesto que lo amaba. Siempre estuvo conmigo, fue mi única familia, toda la vida.

Y después de saber que no era mi hermano, lo seguí amando, lo amo a pesar de que no es nada mío y no se porque.

Pero, ¿amarlo de otra forma?, Eso no.

Negué con la cabeza, sin poder pronunciar palabra alguna, quería decirle que no lo amaba, que ya ni siquiera me importaba que se hubiera ido.

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