Capítulo 33

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-------------- 10 años después ------------

Mi oficina era enorme, aún no me acostumbraba a ella. Ya habían pasado años y aún así no me lo creía.

-Hija, un amigo mio quiere verte.- aseguró mi padre enterando a mi oficina.

-Ya voy papá.- le sonreí levemente mientras me ponía de pie.

Caminé hasta él y ambos salimos al corredor para toparnos al viejo amigo de papá, el Doctor Spillman.

-Hola, Jousseth.- me saludó cordialmente.- Cómo le dije a tu padre, tenemos un problema en el hospital.

-¿Las máquinas funcionan bien?- pregunté cautelosa.

-Si, pero no tenemos una máquina que cure está enfermedad.- aseguró el Doctor.

-¿De que se trata?- pregunté ahora curiosa.

-Necesito que lo veas por ti misma.- aseguró negando levemente con la cabeza.- ¿Puede ella venir mañana?

-¿Es una chica?- el asintió.- Está bien, que venga mañana.

-Gracias. Es que, es un caso que nunca había tratado y esto no es normal.- se quejó el Doctor.

-Estoy segura de que podemos ayudarla.- sonreí levemente.

Un rato más platicando sobre mis nuevas vacunas en el hospital, por fin hizo que la charla terminara.

Estaba agotada, hoy había sido un largo día y yo ansiaba llegar a mi casa y ver a los amores de mi vida.

-Hasta mañana, papá.- besé su mejilla y me subí a mi auto.

-Cuidado.- pidió sonriéndome al entrar en su auto junto a Emily.

El camino a casa me parecía relajante, la sonido de la radio me distraía un poco de los deberes del trabajo.

Aún recuerdo cuando papá se negaba a que viviera sola. Pero tenía que formar mi propia familia.

Además, después de su boda con Em todo el tiempo estaban demostrándose amor por toda la casa, era raro no encontrarlos besándose en la sala.

Poco después de su boda, fue la mía. Fue un hermoso día, al final llovió y mi vestido se empapó, pero fue tan lindo besarnos bajo la lluvia al decir "Acepto", que no me importó que el peinado de Emily se deshiciera.

Al llegar a casa, ansiosa abrí la puerta con mis llaves y entré colgando mi chaqueta.

La sala estaba vacía, no había rastro de ninguno de ellos. Fue raro no encontrar restos de botana por los sillones, a él le encantaba ver películas mientras comía.

-¡Llegué!- anuncié tirándome por un momento al sofá.

Escuché los pies de él corriendo por la escalera con fuerza, siempre hacía eso cuando llegaba.

-¿Diego?- lo llamé.- Llegué, mi amor.

Entonces lo vi, tenía esa hermosa sonrisa suya que tanto me alegraba mi día. Se acercó a mi dando grandes pasos y entonces se arrojó a mi, fundiéndose en mi pecho.

Plantó un beso en mi mejilla y me dio muchos más, llenando mi cara.

Entonces apareció por la puerta un Ryan sonriente, tenía entre sus manos un trapo con el que se secaba las manos. Caminó hasta permanecer de pie frente a mi y miró a Diego en mi regazo.

-Creo que mami tiene hambre.- le aseguró Ray a Diego, tomándolo en brazos y plantándole un beso en la mejilla.

-¿Podemos jugar cuando acabes mami?- preguntó sonriéndome tiernamente.

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