Capitulo 10

439 35 3
                                    

Una imagen del sueño de sol brillante y libertad, la Isla de la Tortuga, atraía a
Sungmin desde el otro lado de la bahía de vivido color turquesa. Una suave brisa que
acarreaba música de guitarra y mecía las palmeras que bordeaban la costa. Había
tabernas y burdeles ocultos entre la frondosa vegetación. De mal humor, parado
junto a la barandilla, maldecía a ese odioso hombre que le había prometido mostrarle
el mundo y de modo egoísta había desembarcado sin el. Estaba clavado en el bote
mientras Eros y sus compinches vagaban a gusto por la Isla del Pirata.
Se oyó gritar una voz desde el castillo de proa, anunciando el cambio de
guardia. Sungmin vio a Changmin y a cuatro de sus colegas reunidos para coger el bote.
Sungmin dio un audaz paso hacia delante.
-Hola.
Ellos lo miraron boquiabiertos, aún sin acostumbrarse a ver jovencitos de la nobleza vestidos de
marineros, dedujo el. A Sungmin le agradaba bastante su nuevo atuendo. Durante
una semana había estado residiendo en el pequeño camarote y usando las viejas
ropas de Kyuhyun. Andaba hecho un brabucon por cubierta, con botas, pantalones gastados y
con los cabellos atados en una pequeña coleta; se sentía elegante y libre. Miró a los hombres:
-Me gustaría desembarcar. ¿Puedo subirme a vuestro bote?
Cuatro mandíbulas se abrieron con gesto estupefacto. El francés, Jonghyun, les
guiñó un ojo a los compinches:
-No me importaría quedarme a bordo para entretener a esta dulce y delicada
criatura.
-No eres tan valiente -Changmin rió ahogadamente.
-Jonghyun sabe de sobra cómo probar el nuevo objeto de deseo al capitán y
cómo robarlo -Minho, el navegante de ojos color avellana y cabellos color chocolate, rodeó
con su brazo los hombros de Jonghyun-. ¿No es cierto?
Sungmin aclaró la garganta. Igualando el francés de ellos dijo:
-Bien, ¿vamos o no?
Cinco rostros se ruborizaron. Changmin barbulló:
-¿A Tortuga? El capitán no lo aprobaría.
¡A Sungmin le importaba un comino si aquel hipócrita explotaba en infinitésimos
pedazos de la rabia!
-Eros difícilmente está en situación de regañar a nadie, amigos míos. Si
vosotros vais a las tabernas y los burdeles, yo voy -Cuando ellos estallaron en
carcajadas, Sungmin cruzó los brazos por encima del pecho y dio un taconazo en el suelo-
. Vaya panda de machistas, ¿eh? Bromistas buenos para nada. A mí no me interesa
beber, jugar ni perseguir mujeres como a vosotros. Yo sólo quiero echar un vistazo
rápido a la isla, nada peligroso -Las carcajadas se escucharon aún más fuertes.
Entonces Sungmin avanzó hacia las escaleras laterales, dispuesto a subir al bote por su
cuenta. Dudaba seriamente de su habilidad para usar los remos, y después de la
advertencia que le había hecho Eros acerca de los tiburones, no sentía verdadera
urgencia por nadar, pero no estaba dispuesto a que los detalles técnicos lo retuvieran.
Lo único que se necesitaba era un poco de ingenio.
Detrás de el, escuchó decir a Jonghyun:
-Podemos vigilarlo. Con nosotros está a salvo.
-¡Idiota! ¡Nos cortará el cuello! ¡Nos dijo específicamente que nos
mantuviéramos alejados de el! -Minho profirió con furia.
Sungmin se dio la vuelta y lo deslumbró con una sonrisa:
-No puedo pensar en sentirme más a salvo con nadie que contigo, Minho. ¿Qué
hay de malo en divertirnos un poco, eh?
Minho parpadeó:
-Quizás, si le pregunta, el capitán esté de acuerdo con llevarlo a tierra él
mismo.
Sungmin tuvo que morderse fuerte la lengua para evitar expresar su opinión acerca
del capitán.
-Él nunca anda cerca. Ha desembarcado hace una semana y no ha regresado.
¿Cómo voy a hacer para hablar con él? ¿Tal vez pueda enviarle una nota? -Se le
ocurrió una idea. Pasó una pierna por encima de la barandilla-. Llevadme con él
inmediatamente. De lo contrario, ¡saltaré por la borda e iré hasta allí a nado!
Instantáneamente, Minho lo sujetó fuerte y tiró de el hacia atrás. Sungmin se soltó
retorciéndose y gritando:
-¡Si me encerráis, usaré la porta! Veremos quién es quién cuando me encuentre
con vosotros en la isla dentro de una hora.
-Todos hemos visto lo que habéis hecho con su puerta -rió Minho
burlonamente-. Os creemos.
-¡Eros nos matará como a perros! -advirtió Shindong, el regordete jefe de
artilleros.
-¡Al menos no somos cobardes perros romanos como tú, Shin! -dijo
Jonghyun bruscamente.
-¡Basta! -gritó Changmin-. Lo llevaremos hasta Eros y dejaremos que él
decida qué hacer con el caballero. Pero si os queda algo de sentido común en esas cabezas
huecas, mantened las manos en los bolsillos.
Sungmin seguía sonriendo cuando desembarcaron quince minutos más tarde.
En La Nymphe Rouge, el establecimiento más desprestigiado de la costa de La
Española, se servía el mejor licor, satisfacía a los peores rufianes y ofrecía un cuarto
privado para los capitanes en el segundo piso. Los peligrosos arrecifes de coral que
rodeaban la isla protegían sus navíos de los ojos vigilantes de la ley y todos gozaban
de tranquilidad para entretenerse sin prisa, compartir heroicas historias de
atrocidades, regocijarse de las ganancias obtenidas ilegalmente y planificar atracos
lucrativos sobre nuevos blancos.
-Se te ve preocupado, Lobo.
Reclinado sobre un diván, con una prostituta granulienta sobre sus rodillas, el
Capitán Bolidar de La Belle Isabelle le lanzó una mirada divertida al hombre alto
tumbado sobre un sofá de color escarlata que había debajo de la ventana. Con las
piernas enfundadas en botas cruzadas sobre el alféizar, Eros miraba el cielo con el
ceño fruncido.
Riendo, Bolidar se quitó del regazo a la ramera y cogió una nueva botella de
vino. Se desplomó en una silla frente a Kyuhyun y volvió a llenar las copas.
-Déjame contarte mis problemas, mon ami. El vino y las mujeres: los peores
dioses que un hombre puede venerar.
-Motivo por el cual los franceses contraen matrimonio y cultivan la vid,
Bolidar -Eros bajó las botas al suelo y cogió el vino-. Al menos busca algo
interesante en qué gastarte el dinero.
Bolidar suspiró filosóficamente.
-Sí, estás en lo cierto; pero si yo fuera a mezclarme con los cortesanos de
Versalles, como tú, mi fortuna se reduciría drásticamente y eso me llevaría a la
pobreza extrema.
Eros rió ahogadamente.
-Tus miedos a la pobreza no te detuvieron anoche al pagarle tremenda suma a
una de las prostitutas sólo por verla desnuda. Créeme, Bolidar, por ese precio
podrías tener hasta a la reina Ana bailando desnuda en la cubierta de La Belle Isabelle.
-¿A una horrible inglesa? ¡Qué desagradable! Pensé que los italianos tenían
mejor gusto.
-Horrible o no, Ana Estuardo sabe sin duda usar la cabeza. Esta guerra le está
haciendo un agujero en el bolsillo, y no es que ella posea minas de oro en Panamá.
El francés bebió el vino de un sorbo.
-¿Y en qué dirección te llevará el viento la próxima vez?
Eros vaciló:
-Este.
Una amplia sonrisa se dibujó bajo el fino bigote de Bolidar.
-Evasivo como siempre. Pero dime, Lobo, ¿de qué lado estás en esta guerra?
¿O también ese es un tema tabú?
-Obviamente, yo no tengo necesidad de preguntarte a ti de qué lado estás, mon
ami -Rió Kyuhyun burlonamente.
-Todo boucannier al sur de las Bahamas se ha alistado. Con una carta de apoyo
de mi rey, yo sigo haciendo lo que mejor sé hacer -Rió Bolidar-. ¿Pero y qué hay de
ti? ¿No tienes carta de apoyo?
-¿Este interrogatorio tiene que ver con conducirme a que me aliste en las filas
de Kangta?
-¿Por qué no? -Bolidar hizo un mohín típico francés-. No estás obligado a
serle leal a nadie. Eres un hombre sin patria. Puedes jurarle fidelidad a cualquier rey.
Dando vueltas a la copa, Eros examinó el líquido rojo.
-No he nacido en la luna, Bolidar.
-Tú dices ser italiano pero no existe tal cosa, mon ami. No hay Italia. Sólo hay
píncipes italianos que se odian y luchan entre sí.
Un frío hastío se grabó en el rostro de Eros:
-Mientras su país está siendo pisoteado y saqueado.
-Uf, qué deprimido estás, Lobo. Piensa en los dulces botines flotando en alta
mar.
Un brillo cálido se reflejó en los ojos de Kyuhyun. Examinó a Bolidar.
-Para responder a tu pregunta: no me confabularé contigo, mon capitaine,
aunque me haya adueñado de algunas fragatas de Kangta.
-¡Me has leído el pensamiento, mi astuto amigo! -brindó Bolidar-. ¿Pero
quizás querrías reconsiderarlo?
Eros se bebió de un tirón el resto del vino y depositó la copa vacía sobre la
mesa.
-La respuesta es no -declaró rotundamente-. No derramaré mi sangre por
Kangta. Ni por nadie más por esa causa.
Bolidar lo miró con astucia.
-Estás de pésimo humor, mon ami. Si no te conociera bien, diría que tienes a una mujer en mente. Los franceses somos expertos en olfatear esos asuntos.
<Un hombre, de hecho, un rubio muy molesto> corrigió Kyuhyun mentalmente
-Escuché que Edward Teach anda navegando por estas aguas-comentó Eros
con tono insípido-. ¿Tienes intención de hostigarlo ahora que tengas la bendición de
tu rey para cazar buques ingleses?
-¿Estás loco? ¡Es Barbanegra! Yo estaba hablando de amor. ¿Por qué tenemos
que hablar de ese cerdo que navega un condenado buque de guerra? Mi corbeta no
cuenta con el suficiente armamento para atacarlo.
-¿Y no hay buques de guerra en alta mar? ¿No puedes hacerte con uno?
Bolidar lo miró pasmado.
-¿Hacerme con uno? ¿Así de sencillo?
Con un brillo de humor en los ojos, Eros ofreció:
-Imagínate que fuera un bote de remos.
-¿Un bote de remos?
-Un bote de remos. Como los de los pescadores que están en la costa.
Bolidar frunció el ceño desconcertado.
-¿Entonces pretendes que robe un bote de remos?
Sin poder contenerse, Kyuhyun estalló en una carcajada:
-¿Te da cargo de conciencia robar un bote cuando has sido un ladrón y un
pirata que ha robado buques y cargamentos y saqueado a todo el que se te cruzaba
en el camino? Si eres tan remilgado, quédate aquí.
-Uf... la cabeza me da vueltas con tus disparates. No todos los que navegan los
mares tiene deseos de morir como tú. Eres demasiado audaz, Eros. Tú no conoces el
significado del miedo.
-Tenemos un concepto del miedo diferente, eso es todo.
Exasperado, Bolidar reclamó:
-¿Qué es tan difícil de entender acerca del miedo? Cuando a uno lo persigue
un enemigo más poderoso, huye. Uno no quiere morir. Eso es tener miedo -Resolló
con fastidio.
-Hay cosas peores que temer a la muerte.
-¿Ah, sí? ¿Como cuáles?
Eros captó la mirada irritada del francés pero se guardó la respuesta.

Secuestrado por el LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora