Capítulo 34

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—La ejecución tendrá lugar en la Place de la Concorde dentro de una semana —
anunció el duque de Lee dos días después al entrar a los aposentos que
compartía con Sungmin
Sungmin se sentó, con la vista nublada. No había dormido durante días.
—Por favor ayúdame a sacarlo de Francia —le imploró—. Utiliza tus contactos,
tal vez madame de Montespan...
—¡Maldición, Sungmin! No obtendrás mi compasión. ¡Te comprometiste con ese
bastardo por completo y fuiste su amante durante meses! Tu madre debe estar
revolviéndose en su tumba.
—¡Mi madre querría que encontrara la felicidad! — respondió Sungmin, enojado con
el duque y con él mismo. ¿Por qué diablos le había confesado todo a su abuelo?—.
Kyuhyun me hace feliz. Me respeta. Confía en mí. ¡Vino hasta aquí para rescatarme a pesar
del peligro que significaba para él!
—Lo que no entiendo es... ¡Tu absoluta lealtad hacia él! ¿Qué fue lo que hizo
para merecer una devoción tan ciega? ¿Se te declaró? ¿Te pidió que te casaras con él?
Sungmin bajó la vista.
—Ya te expliqué lo de la Ley de Lombardía —murmuró de manera incómoda.
El duque caminaba por el cuarto de un lado a otro.
—Por el amor de Dios, Sungmin, ¿cómo pudiste marcharte con un hombre de su
reputación? Te llevó a Argel, ¡por todos los cielos! ¿Es que eres tan torpe como para
poner tu vida en manos de ese canalla?
Sungmin miró al techo. Al cabo de dos días de incesante regaño ya no le quedaba ni
una gota de tolerancia para escuchar ni una palabra más.
—Él no es un canalla. Es el hombre que amo, ¡y es un príncipe real!
—Y que pronto será un príncipe muerto. ¡Y enhorabuena, diría yo! ¡Ese hombre
te utilizó y abusó de ti!
—¡Él jamás abusó de mí! Yo me enamoré y me marché con él por mi propia
voluntad.
—¡Por tu propia voluntad! ¡Obviamente fue él quien hizo que te interesaras en
él! ¿Pensaste que era como ese cachorro de Jungmo con cara de melocotón? Cho Kyuhyun es un astuto depredador. ¿Qué crees que lo convirtió en el terror de los mares?
Él no es una persona afectuosa, Sungmin. Es precisamente para lo que fue educado: un
Lobo milanés, astuto y cruel de todas las maneras posibles. No hago concesiones
con él. Ni tampoco te absuelvo de tus estupideces. Caíste en sus encantos cuando él
no tenía intención de hacer lo correcto contigo. Es tan resbaladizo como esa maldita
lustrosa cabellera negra que tiene, ¡he dicho! ¡Que se pudra en la Bastilla!
Sungmin se quedó en silencio. Necesitaba la ayuda de su abuelo y estaba
fracasando rotundamente.
—Un condenado príncipe —murmuró el duque—, y eso no evitó que se haya
comportado mal contigo, Sungmin, de hecho muy mal. ¡Debió haberlo pensado mejor
antes de arrastrar a un inocente hasta la peor guarida del mundo! Debió actuar
actuado con cautela y llevarse también a tu acompañante en lugar de dejarte a
merced de su banda de asesinos. ¡Y debió haberse guardado las malditas manos!
¡Qué desgracia! Viniendo de cualquier otro, yo lo hubiera entendido, ¿pero de un
hombre con sus antecedentes? Ese canalla no tiene ni una sola cualidad redimible en
todo ese enorme cuerpo. Es un corrupto de los pies a la cabeza.
—¿Entonces lo único que le da crédito es su título? — preguntó Sungmin fríamente.
—Un título es un título, en especial uno tan importante como el suyo. Si él me
hubiera abordado de manera educada, yo habría recapacitado. Podría habérselo
presentado a Marlborough. Quizás hasta podría haber favorecido su causa. ¡Pero
ahora no! ¡Ahora jamás! Cho Kyuhyun escogió el camino cobarde. Te llevó a su cama
sin la menor consideración de tu reputación. Manipuleo tus sentimientos y se
aprovechó de tu inocencia. ¿No ves que esa es la verdad?
Estoicamente, Sungmin dijo:
—No tengo deseos de provocar ni escándalo ni angustia. Tú has sido un
excelente abuelo y yo no puedo justificar mis actos. Salvo que... a diferencia de Jungmo,
Kyuhyun me quiso a mí por mí mismo, no porque se sintiera obligado ni porque yo
tuviera las cualidades convenientes para ser un esposo bien educado.
Una sonrisa afectiva suavizó el ceño del duque.
—¿Y por qué no se haría ilusiones contigo? Precisamente eres el tipo de joven
capaz de seducir a un hombre tan cínico como él. Podrá tener a cualquier prostituta
pintada de ahí abajo, pero ninguna de ellas le devolvería la autoestima. Tú eres su
trofeo, el legítimo merecido de su vida, significas la compensación de todas sus
privaciones durante los años que estuvo perdido.
Al recordar a Leonora, Sungmin dijo tristemente:
—Cuando se convierta en Duque de Milán, el mundo olvidará su mala fama.
Podrá escoger la mejor o el mejor entre una selección de principes de todo el continente.
—Ya escuchaste al rey. Lo matará. Incluso si logra sobrevivir a esta adversidad,
Cho Kyuhyun jamás tendrá Milán. Toda reputación de la que alguna vez hizo gala y
de la que se jactaba era su poder, se derrumbó. Sus aliados lo abandonarán, su
ejército se desintegrará porque él ya no podrá ofrecer los triunfos que prometió y sus
capitanes lucharán por conseguir estar al servicio de algún amo con más suerte. El
pueblo de Milán lo recordará con odio y repugnancia. Será visto como un ser
cobarde, llorón, fanfarrón, débil, lo esquivarán todo lo posible y lo mirarán con el
peor de los desprecios. ¿Es ése el tipo de hombre que quieres por esposo, Sungmin? ¿A un
fracasado?¿A alguien en ruinas?
Las lágrimas le brotaban de los ojos.
—No tienes idea de lo mal que juzgas su carácter. Él es leal, fuerte e inteligente,
y yo lo amo con todo mi corazón. Por favor, habla con el rey. Tú conoces su ideología.
Si quisieras, podrías evitar esta ejecución.
El temor atravesó el ceño del duque.
— Sungmin, querido mío, ¿estás... esperando familia?
Sungmin se puso una mano en el abdomen plano. En ese momento deseaba poder
decir "Sí" pero ni él mismo lo sabía con seguridad, había rebasado los días máximos para tomar los insumos para no quedar embarazado, pero ¿y si su cuerpo ya no podía procrear?.

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