Capítulo 40

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Caminé hacia la casa de Sam y toqué la puerta, Lizy me abrió y sonrió.

–Hola querida–saludó con un beso en mi mejilla y me dejó pasar.

–Hola Lizy ¿cómo estás?–la abracé y ella correspondió.

–Me he sentido mucho mejor, gracias por preguntar– dice con una enorme sonrisa que la hace ver radiante y preciosa.–Sam está en su habitación, no sé qué le pasa, estos días ha estado muy raro últimamente.– dice con preocupación a lo que yo la miro confundida.

–Iré a verlo, no te preocupes Lizy.–ella asintió y sonrío, subí las escaleras en busca de mi mejor amigo, me paré enfrente de la puerta de su habitación y toqué.

–No tengo apetito Mamá.– escucho decir a Sam del otro lado de la puerta.

–Te traje de los panquesillos que tanto te gustan.–murmuré, escuché unos pasos acercarse y abrió la puerta.–Hola.–sonreí mostrándole los panquesillos con una sonrisa.

–Hey– dice sin mirarme y se fue a recostar en su cama, entré a su habitación, cerré la puerta, coloqué los panquesillos en la mesa, me quite la chaqueta y me recosté junto con él.

–¿Qué pasa Sam?–pregunté, él me miró a los ojos y sus mejillas se sonrojaron. Tomó una almohada y se la colocó en la cara.–Sam–susurré divertida.–Sam–me coloqué a horcadas de él y comencé a hacerle cosquillas.

–¡Basta!–dice entre carcajadas.–¡Ya!–me tomó por las caderas y en un abrir y cerrar de ojos me encontraba debajo de él. Nuestras respiraciones eran agitadas y estábamos muy cerca. Sam tenía un brillo que jamás había visto en sus ojos, sus mejillas estaban rosadas que lo hacían ver tierno. Mi vista bajó hacia sus labios, que honesta,ente no le había puesto mucha atención hasta ahora.

-Yo...- susurré incomoda.- ¿Vamos por un café para acompañar los panecillos?–pregunté para evitar el incómodo momento que se había convertido, el asintió y nos levantamos de la cama.

Eso fue demasiado extraño.

Tomé mi chaqueta y él la suya, tomé los panecillos y salimos de la habitación.
Bajamos las escaleras.

–Lizy, voy por un café, ¿Necesitas algo?–pregunta Sam dándole un beso a su madre en su frente.

Sonreí al ver esa escena tan tierna, ambos se amaban muchísimo y por lo que Sam me cuenta a veces es como si se completaran el uno al otro y que es difícil para ambos vivir esa situación tan fuerte como el cáncer.

–Un café.–sonrió Lizy, Sam asintió y salimos de casa.

El aire corría y pequeños copos de nieve comenzaban a caer del cielo. Levanté mi vista y medio sonreí. Abrí un ojo y mire de reojo a Sam. Él me veía de una manera extraña; como si estuviera confundido pero al mismo tiempo apagado, una mirada que hacía ponerme un poco nerviosa. Abrí completamente mis ojos y lo miré.

Me pregunto que tanto pasará por su cabeza para mirarme de esa forma.

–¿Qué?–pregunté divertida. El encogió los hombros y colocó las manos en su bolsillo.

-¿No te pasa que a veces sientes algo por una persona pero no encuentras la manera de decirlo?- susurró, fruncí el ceño confundida.

–Solo me pasó una vez me ha pasado, ¿por qué lo preguntas?–cuestioné jugando con mis manos tratando de calmar mi nerviosismo.

-Curiosidad.- murmuró, levanté una ceja.

–Sam, ¿Qué pasa? Vamos, cuéntaselo a la Tía Rachel– sonreí divertida. Él suspiró profundamente.

Mi Apuesta Favorita (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora