Gafas de sol, ese era mi accesorio favorito pero a la vez el que más odiaba. Y no porque estuviera ciega, al contrario, mi vista era estupenda. El problema eran el color de mis ojos. Uno era verde y el otro azul, algo muy extraño y poco común. Así que por esa época odiaba el color de mis ojos.
Por la calle si no llevaba mis gafas mucha gente se me quedaba mirando sorprendida, algunos hasta me paraban para hablar de lo extraños y bonitos que eran. En general, todos los extraños que conocía me hablaban de lo mismo, mis ojos. Mis ojos eran demasiado llamativos. Y quizás para alguien extrovertido al que le gustase sobresaltar hubieran sido perfectos, pero para una chica un poco tímida a la que no le gustaba destacar mucho, eran una maldición.
Aunque le pedía a mi madre una y otra vez que me dejase comprar lentillas de color para cambiar mis iris, era imposible, porque para ella el color de mis ojos era una bendición, y siempre me repetía que traían buena suerte. Aunque yo realmente pensaba que la buena suerte la debían recibir los de mi alrededor porqué a mí solo me fastidiaban.
Aparte del color de mis ojos no había nada más que destacar en mi vida. Tenía una família normal formada por mi padre, mi madre y yo. Mis padres estaban divorciados, por lo que vivía una semana con cada uno. Iba al instituto y estaba en primero de bachillerato. Mi personalidad era normal supongo, una chica adolescente la cual su prioridad eran los estudios, no demasiado abierta con la gente pero tampoco demasiado cerrada. Aunque la verdad es que día a día me esforzaba por ser mejor persona, quería no ser tímida, no ser tan impuntual, ser buena, valiente y sobretodo mostrar siempre una sonrisa aunque hubieran dificultades. No me gustaba la gente egoísta, que creía siempre que lo que ellos hacían estaba bien sin tratar de entender a los demás o a los que se mostraban siempre tristes preocupando a sus amigos y familiares. Mi lema era: "Sonríe pase lo que pasé".
Esta es la historia de mi antiguo yo. Una chica joven que se encontraba en una de las etapas más bonitas de la vida, la adolescencia. En ese entonces no era muy consciente de todo lo que viviría a partir de ese momento. Y aunque me haya dolido, sé que lo sucedido ha pasado por una razón, y el destino ha jugado un papel importante en ello. Pero no cambiaría nada porque pude estar con él, la persona que llegó e iluminó mi vida con su sonrisa.
Por cierto, mi nombre es Marnie.
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Déjà vu. Los ojos azul y verde.
RomanceMarnie es un chica de dieciséis años que decide ir al instituto Bellevue para cursar bachillerato, y tiene una característica poco común, el color de sus ojos. En ese año de instituto se enamora de Adrián, un chico con un corazón enorme. Pero una se...