CAPÍTULO 1: La chica de ojos extraños

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El pitido del despertador intentó despertarme, pero como buena amante de dormir que era por las mañanas no lo consiguió. Después de sonar unas diez veces cada cinco minutos me digné a mirar la hora y como siempre, iba tarde. Corrí al baño, me lavé la cara y me cepillé el pelo. Seguidamente me dirigí a mi habitación y me vestí con las primeras prendas que encontré en el armario para después coger la bolsa del instituto, colocarme las gafas de sol y salir por la puerta de casa.

No era muy buena idea llegar tarde el primer dia del curso pero yo lo iba a lograr. Mi única salvación era que me aparecieran unas alas en ese mismo instante y pudiera salir volando, pero como es de esperar no iba a ocurrir. Enseguida dejé de lado la idea de que me aparecieran unas alas y fui más realista echando a correr por las calles de mi ciudad como si me persiguiera una manada de lobos hambrientos.

Había llovido esa noche por lo que el suelo junto con el ambiente eran húmedos y de vez en cuando pisaba algún que otro charco de agua fría que conseguía colarse dentro de mis bambas para llegar a mis calcetines y, como consecuencia, congelarme los pies. Pero tampoco me importaba mucho, como estábamos en Septiembre, al cabo de unas pocas horas el cálido sol de medio día se encargaría de secarlos.

Después de correr por cinco minutos sin descanso alguno, decidí darme un pequeño respiro ya que el instituto se encontraba al vuelta de dos esquinas más y había conseguido ir un poco menos retrasada, aún faltaban dos minutos para la hora. Cogí oxígeno y decidí hacer mi último esfuerzo pero de repente a la vuelta de la primera esquina choqué con algo o mejor dicho alguien que iba en dirección contraria. Caí al suelo, dándome un golpe en la cabeza. Al levantar la vista vi un chico también sentado en el suelo que sujetaba su bicicleta tirada. Su cabello era de un marrón claro que te hacía sospechar que de pequeño había sido rubio pero con el tiempo se le había oscurecido. Lo llevaba corto pero no rapado así que se le hacían algunas ondulaciones que miraban hacia el cielo. Su cara era realmente bonita, tenía unos ojos verdes como la hierba con unas pestañas bastante largas, su nariz era pequeña y su labios tenían un leve tono rosado y no eran muy gruesos. Se levantó rápidamente y pude ver que su estatura era normal tirando a alto, palmeó un poco en sus pantalones para quitarse la suciedad del suelo y me tendió la mano para ayudarme a levantar.

- Lo siento, ¿estás bien?- dijo en un tono muy agradable y amable mientras me levantaba hacia arriba tirando de mi mano.

- Sí, tranquilo no es nada- dije imitando su tono amable con una sonrisa para seguidamente palmear en mi ropa y quitarme la suciedad.

Cogió su bicicleta del suelo y entonces de repente me dí cuenta de qué no llevaba mis gafas de sol puestas. Empecé a buscar con la mirada dónde habían caído y me sorprendí al ver que el chico desconocido me tendía su mano sujetando mis gafas de sol.

- Esto es tuyo, ¿no?- Dijo sonriendo.- Creo que no se han roto.

- Sí, són mías. Muchas gracias- le respondí mientras las cogía.

- De nada. ¿Te diriges al instituto Bellevue?- señaló una pequeña parte del centro educativo que sobresalía por encima de los edificios.

- Sí- contesté.

- Yo también estudio este año en él.

- ¿Y porqué vas en dirección contraria?

- Ah pues... Estaba buscando una persona, aunque, creo no la encontraré...- dijo mientras desviaba su mirada al suelo con una triste sonrisa- Así que podemos ir juntos si te parece bien.

- Claro- dije un poco intrigada al ver aquella reacción.

Empezamos a andar a paso ligero, y me dí cuenta de que aún no me había puesto las gafas de sol, así que él había visto mis ojos aunque no había dicho nada al respecto. Me dio la sensación de que era la primera vez que alguien me miraba a los ojos sin gafas de sol y no hablaba del color de mis iris. Y por primera vez un sentimiento muy extraño nació en mí y quise que se fijara en ellos y me dijera que eran bonitos como el resto de la gente hacía y tanto me molestaba.

Déjà vu. Los ojos azul y verde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora