CAPÍTULO 21: El pueblo pescador

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Corría, corría como si no hubiera una mañana. El sol matutino aligeraba un poco el persistente frío de Marzo. No me gustaba entrenar por la mañana los fines de semana, pero si no iba podía ser considerada atleta muerta. Nada más pisar la línea blanca pintada en el suelo de tartán, mis piernas fueron frenando el ritmo gradualmente, y enseguida me tumbé en el césped a mi derecha.

- Marnie, te he dicho mil veces que no te tumbes justo después de correr- me dijo el entrenador en un tono de enfado que costaba de tomar enserio.

- Si, lo sé. Pero si me quedo de pie la cabeza me da vueltas.

- No me extraña. No estás en tu mejor etapa de condición física. Has llegado la última a la meta.-No me había dado cuenta de ese pequeño detalle hasta el momento, por lo que miré a mi alrededor. Afirmativamente, era la última.- Debes de tratar de ir por tu cuenta a correr de vez en cuando.

Asentí y se fue a darle el sermón a otra. Si él supiera, realmente, lo que corría a lo largo de un día por llegar tarde se extrañaría de mi resultado en el entrenamiento. Aunque yo sabía que mi falta de resistencia se debía a los recientes sucesos que me habían ocurrido. Estaba nerviosa y como consecuencia no conseguía dormir las suficientes horas por las noches. 

Aquel dia lo pasé entrenando. Llegué a casa cuando ya era tarde y mi móvil, que extrañamente no estaba en silencio, empezó a sonar. Era Carlota. Empezamos hablar sobre ciertos deberes que debíamos entregar, y entonces me dijo algo que me dejó de piedra.

- ¡¿Qué?! ¿Mañana es el cumpleaños de Adrián?

- Si, ¿no lo sabías?- me preguntó ella algo sorprendida al otro lado del móvil.

- No, no tenía ni idea. Estos días estaba tan centrada en el festival, los estudios y todo en general, que ni siquiera me he enterado de que va a cumplir años. ¡¿Qué voy a hacer?! No le he comprado ni preparado nada, ¡y hoy es Domingo!

- Entonces tienes un problema amiga. Bueno,-dijo en tono gracioso- tengo que dejarte bonita. No sé, hazle alguna chorrada, mientras lo hagas tu seguro que le gusta.

- De acuerdo. Bueno, pues ya te informaré. Adiós.

- Adiós- me respondió Carlota desde el otro lado de la línea.

Había pasado un día entero des de el festival y no había hablado aún con Adrián des de el día anterior. Él tampoco mencionó nada. Por suerte Carlota me había llamado al acordarse, presintiendo correctamente, que no tendría ni idea.

Me lancé encima de mi cama vestida con mi pijama de hipopótamos y las sábanas aún revueltas. Apoyé la cabeza en la almohada y empecé a pensar intensamente en que podría hacerle ilusión a Adrián por su cumpleaños. 

Un intenso ruido me despertó, era el móvil. Aún sin situarme abrí los ojos y me di cuenta de que me había quedado dormida. Corrí por la habitación sin apenas ver mi habitación porque aún no habían salido los primeros rayos de sol matutino. Miré la pantalla del aparato y tuve que forzar los ojos para ver con visión nublada matutina, enseguida vi el nombre de Adrián y lo descolgué.

- ¿A-Adrián?- pregunté algo confusa.

- Buenos días, por tu voz supongo que te acabo de hacer de despertador.

- La verdad es que sí.

- Vaya me alegro-rió.- Escucha tengo una propuesta para hoy, ¿puedes esperarte delante de la parada de autobús de al lado de tu casa a las 7:45 y vamos juntos al instituto?

- Ah... De acuerdo, ¿supongo...? Pero, ¿tú no vives en dirección contraria a mi casa? Darás mucha vuelta.

- Tranquila, tengo algo preparado para eso. Nos vemos allí entonces, ¡hasta ahora!- dijo antes de colgar y dejarme con la palabra en la boca.

Déjà vu. Los ojos azul y verde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora