CAPÍTULO 20: El concierto

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Estaba temblando, y había estado así desde que tuve aquella especie de alucinación. Había tratado de disimularlo delante de Adrián, pero en el trayecto yendo sola hasta llegar a mi casa mi cuerpo había empezado a mostrar signos de miedo y preocupación con libertad. Mi pulso se aceleraba tan solo al recordar lo real que había sido aquello.

Abrí la puerta del recibidor y exclamé un "hola" que no tubo respuesta, lo que me indicó que mi madre estaba ausente. Fui a la cocina, puse en el microondas el plato que ella me había dejado preparado ella, y fui a mi habitación. Tratando de normalizar la situación, empecé a hacer mi cama, como normalmente hacía cuando llegaba del instituto. Eso me recordó los recientes sueños, algo escalofriantes y repetitivos, que estaba teniendo. Me preguntaba si existía algun tipo de vínculo. Una vez estuvo hecha la cama, me estiré encima y me puse a reflexionar. ¿Qué me podía estar ocurriendo? Frecuentes desmayos, sueños muy reales, y ahora alucinaciones. El nombre de una enfermedad vino a mi mente, ¿esquizofrenia? ¿O algun trastorno causado por el estrés? No estaba segura, pero quizás eso explicaba el porque de mis visiones. Lo que tenía claro era que, antes de decirlo a nadie, trataría de investigar un poco por mi cuenta sobre posibles problemas mentales que encajaran con lo que me estaba sucediendo. No quería preocupar a mis padres ni a mis seres queridos, ya que quizás solo era algo momentáneo y no a largo plazo, implicando su innecesaria atención.

Comiendo el plato de macarrones recalentados, mientras miraba un capítulo de mi serie favorita, me calmé bastante. Una vez terminé, cogí mis cosas y fui a casa de Carlota. Debía darme la guía que me había preparado con los efectos especiales y otros detalles importantes del concierto. Y yo pese a todo mi cacao mental, debía estar al cien por cien cuando me lo contara, así que antes de llegar a su casa decidí pasar por un restaurante de comida rápida y pedirme un café para llevar, quizás eso me activaria.

El tiempo mientras pedía el café y llegaba en casa de Carlota pasó bastante rápido, quizás porque no había prestado demasiada atención al camino mientras pensaba mis cosas. Piqué el timbre, la puerta se abrió automáticamente. Carlota me esperaba aún débil, pero con mas buena cara que la última vez que la visité. Una manta oscura la envolvía suavemente.

- Marnie, pasa rápido. No tenemos mucho tiempo.

La seguí a su habitación y nos acomodamos.

- ¿Cómo te encuentras?

- Mejor- me respondió mientras se sentaba encima de su cama.- ¿Tú que tal esta mañana? ¿Te han hecho caso todos los de clase?

- Si, bueno más caso del que me esperaba. Menos el idiota de siempre claro.

- Así que ha venido...

- Si, también ha preguntado por ti. La verdad es que no le he respondido demasiado bien, pero no me podía contener, lo siento.

- Me lo imagino- me dijo.- Tranquila no me voy a enfadar, aunque procura no decirle nada más después del concierto, o será peor para ti y encima Adrián se enfadará por no haberle hecho caso.

- Si, tienes razón. Por cierto Carlota, ¿dónde tienes alguna papelera? Es que quiero tirar este vaso- dije mostrando el vaso de cartón del café que me había pedido para llevar en el camino.

- Dámelo, ya te lo voy a tirar yo.

Marchó de la habitación dejando su manta oscura encima de la cama. Me quedé contemplando algunas de las fotografías que tenía colgadas en su pared. Aparecía en todas con su espléndida sonrisa junto a amigos y familiares. Me di cuenta de que no había ni rastro de suciedad en aquella habitación. Debía ser muy limpia. Curiosa me levanté de la silla en la que me sentaba y fui a mirar que se veía a través de la ventana de delante su escritorio, cuando de repente sonó un golpe en seco. Me quedé inmóvil durante tres segundos y corrí hacía donde había escuchado el ruido.

Déjà vu. Los ojos azul y verde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora