CAPÍTULO 2: La verdadera Scarlet

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Acababa de llegar de atletismo y necesitaba una larga ducha. Tenía hasta los calcetines empapados de sudor y no me había dado tiempo de cambiarme allí. Entré en mi habitación y solté la bolsa de entreno en el suelo de golpe. Me tumbé en la cama y abrí el móvil para buscar cual era la mejor canción para escuchar en el altavoz mientras me daba un larga ducha de agua fría, pero antes de que la eligiera, llegó una notificación en el aparato, alguien me había agregado en las redes sociales. Toqué el pequeño icono y vi que Carlota y Samantha me habían enviado solicitudes. Las acepté y de repente la curiosidad me picó y busqué a Adrián. Apareció el primero de la lista de búsqueda y entré en su perfil. Su nombre era Adrián Martín. Vi que tenía una fotografía en la cual estaba sonriendo y junto a una chica a su lado.

Su cabello era dorado como la arena y sus ojos azules como el mar. Su rostro era muy bonito, parecía una muñeca de porcelana. Era delgada pero con curvas y su piel era un poco pálida. Era de aquel tipo de personas con muchísima belleza natural. Un pequeño sentimiento de rábia nació dentro de mí.

- No Marnie, no sientas celos,- pensé para mi misma- él no te puede gustar, ya tiene a alguien y además es preciosa. 

Vi que, como suponía, esa chica era Scarlet porque estaba etiquetado su nombre. Después de cotillear un poco en su perfil y ver algunas de sus fotos me empecé a deprimir. 

- Ella es preciosa, no estoy a su nivel ni de broma- me dije a mi misma en boz baja.

- Espera, un momento, ¿qué estoy diciendo? ¿Por qué debería importante que sea guapa? Me da completamente igual. Mientras sea buena persona y cuidé bien de Adrián...- pensé contradiciéndome a mí misma.

Pero entonces recordé lo que me habían contado Carlota y Samantha en la cafeteria. Ella le engañaba, no era una buena persona. Miré de nuevo la foto de perfíl de Adrián y me fijé en las caras de los dos. La sonrisa de él era sincera, pero la de ella de repente me pareció realmente falsa. No podía amarlo haciéndole tal traición. No debía dejarme engañar por su físico, era una mala persona. Y yo me había prometido hacerme amiga de Adrián para ayudarle. Así que a partir de ese día ya sabía cual era el rostro de la chica que engañaba al inocente de Adrián. Debía hacerme amiga de él para ayudarle. Aún no sabía muy bien la razón por la que deseaba tanto ayudar a aquel chico,  pero algo dentro de mí lo pedía a gritos. Como un sentimiento innato de querer protegerle a toda costa. Era muy extraño porque le conocía de muy poco, pero era como si aquella personalidad suya me fuera muy familiar, transparente.  Así que estaba dispuesta a meterme en problemas ajenos por alguien que conocía solo de ver un par de veces. 

- Adrián en verdad tienes una habilidad especial para que todo el mundo te quiera- pensé al recordar lo que me contó Carlota en la cafetería de que nadie del instituto le decía nada de la infidelidad de ella por miedo a herir sus sentimientos.

De repente me fijé unos instantes en el botón de enviar una solicitud de amistad a Adrián y mi cara se pusó roja.

- Parecerá como si me gustara si le agregó solo habiéndonos visto dos veces- pensé adentrándome en mis paranoias.- Aunque no debería preocuparme por algo que no es verdad, porque, a mi definitivamente no me gusta- me dije intentando negar lo que era obvio.- Así que si le envio la solicitud es solo para hacerme amiga suya y ayudarle porque aunque sólo lo haya visto dos veces le admiró porqué és el tipo de persona que me gustaría ser. 

Así que después de aquel discurso interior mío con toda la seguridad del mundo apreté el recuadro de la pantalla y se le envió la solicitud.

- ¡No! ¿¡Qué demonios he hecho!? ¡Ahora sabrá que me gusta!- empecé a maldecir en mis pensamientos.

Déjà vu. Los ojos azul y verde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora