- Por cierto, Marnie- empezó a decir Adrián.
- ¿Qué?
Estábamos sentados en nuestro lugar especial, en la plataforma del puente que conectaba las orillas del río. El cielo estaba cubierto de nubes, y hacia algo de viento. Había hecho bastante mal tiempo en la última semana, y el río acarreaba más agua que normalmente.
- ¿Cómo se tomó tu padre que no fueras a dormir a casa?
- Bueno, se enfadó un poco, pero podría haber sido peor. Por suerte mi padre es bastante pacífico y confía bastante en mí, hace falta que haga algo muy fuerte para que se enfade.
- Bueno menos mal. Por cierto, ¿en que trabajan tu padres?
- Mi padre es enfermero en un hospital. Supongo que de ahí también ha aprendido a tener gran paciencia. Mi madre trabaja en laboratorios de hospitales, siempre esta en diferentes investigaciones y recercas para curas de enfermedades. En realidad ellos dos se conocieron en un hospital.
- ¿En serio? Mi sueño es ser médico- dijo entusiasmado.
Enseguida sin que me dijera nada sobre ello me vino a la mente la historia de su madre, y me dio la sensación de que sabía cual debía ser el motivo. Aunque no quise preguntarle directamente algo tan indiscreto.
- ¿De verdad? Entonces supongo que les caerías aún mejor. Siempre han querido que entre en el mundo sanitario, pero yo soy más de letras. Me encanta leer y escribir historias desde bien pequeña. Pero es un trabajo donde es algo difícil triunfar.
- Ya, me lo has dicho alguna vez. Estoy seguro de que si pones tu empeño lo conseguirás. Siempre logras todo lo que te propones. Yo soy uno de los ejemplos...-dijo riendo.
- Tienes razón- le respondí mientras se me escapaba un poco la risa también.
- En realidad, ser médico requiere de una nota bastante alta, así que también lo tengo algo mal. Pero estoy tratando de sacar las máximas notas, no quiero que mi padre me lleve a cualquier universidad privada donde las notas de corte sean asequibles. Me gustaría conseguir entrar a una pública por mi mismo.
Nos quedamos unos segundos callados mirando el paisaje. Una oleada de viento me produjo un escalofrío y me acerqué un poco más a Adrián. Una sensación de incertidumbre me produjo una pequeña presión en el pecho.
- Quizás suene algo extraño- empecé a decir- pero, ¿crees que podremos seguir viéndonos como ahora una vez acabemos el instituto? Quiero decir, seguramente iremos a universidades distintas, y quizás estemos lejos el uno del otro.
- No lo sé, pero aunque sea así seguro que buscaremos la manera de vernos y estar juntos.
Noté como aquel sentimiento de incertidumbre desaparecía y se instauraba una sensación de tranquilidad. Miré su rostro sincero y sonriente, nunca me iba a cansar de aquello.
Algunos rayos de sol salieron de entre las nubes de tormenta e iluminaron la zona en la que nos encontrábamos. Su cabello parecía más claro y algunos de sus mechones miraban al cielo. Sus ojos parecían tener una luz propia de verde cálido, y sus labios eran rosados como el leve tono de sus mejillas. No, sin duda nunca me iba a cansar de aquello.
- Aunque desearía que el instituto no se acabara, solo para estar así contigo para siempre.
Eran las diez de la noche y llegué en casa de mi madre. Tuve el tiempo justo para darme una ducha, cenar y meterme en la cama antes de que fueran las once. Una vez en la cama abrí un libro y empecé a leer. Fuera llovía, y la gotitas de lluvia chocaban contra mi ventana y se deslizaban por ella. Sentí el sonido de unas llaves y la puerta de casa abrirse y cerrarse. Probablemente era mi madre.
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Déjà vu. Los ojos azul y verde.
RomanceMarnie es un chica de dieciséis años que decide ir al instituto Bellevue para cursar bachillerato, y tiene una característica poco común, el color de sus ojos. En ese año de instituto se enamora de Adrián, un chico con un corazón enorme. Pero una se...