Su fría mirada de ojos oscuros se cruzó con la mía. Alexander no era alguien transparente, mas bien, era como una roca. No podía distinguir ningún sentimiento en su expresión y eso era algo que me irritaba. Me habría gustado saber, cuáles eran sus pensamientos en ese momento o por lo menos poder notar alguna emoción en él, pero eso era imposible. Desde que lo conocí, casi siempre había sido de ese modo conmigo.
- Necesito hablar contigo- le dije con una expresión seria.
- Yo no tengo nada de que hablar contigo- me respondió restándole importancia.
El grupito de chicos con los que estaba hablando antes de que yo hiciese acto de presencia, se me quedaron mirando algo curiosos, preguntándose que ocurría entre nosotros dos y lo aproveché. Me acerqué a él un poco, para que los demas no alcanzaran a escucharme, y le susurré:
- Si no vienes conmigo, pienso hablar contigo de esto aquí mismo, delante de ellos.
Sin darme respuesta alguna, me cogió del brazo bruscamente y me llevó a un claro cercano apartado del resto de la gente. Una vez llegamos soltó mi brazo y me miró a los ojos desafiante.
- ¿Qué es lo que desea la princesita?
- ¡No te burles de mi! ¡Necesito una explicación a lo que acaba de ocurrir! ¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué Adrián me dijo que corriera?
Él rio en modo de burla para irritarme. Yo cerré el puño llena de ira y, decidida, bajé mi mano hasta la herida. Estaba decidida a destaparla de nuevo y no huir, quería volver a ver de nuevo aquella mirada que me había puesto los pelos de punta y averiguar así lo que él no me iba a contar.
- Detente- me dijo rápidamente- Está bién te lo contaré, pero debes mantener tu boquita bien cerrada.
- De acuerdo.
Soltó un largo y sonoro suspiro.
- Tengo fóbia a la sangre.
¿Fóbia a la sangre? Estaba de broma, ¿no? No podía ser algo así, no pegaba con él. Además, el modo en el que se había comportado no parecía de alguien con miedo, más bién lo contrario. Sus acciones en aquel momento hubieran aterrorizado a cualquiera.
- ¿Estás de broma?
- ¿Por qué iba a estarlo? ¿Qué pensabas que ocurría?
- No lo sé...- dije empezando a dudar- Pero tus ojos estaban muy abiertos y tenían algo... Algo especial...
- Menudas fantasías más raras tienes- me interrumpió después de soltar una carcajada irónica.- Buscaté un buen psicólogo- dijo mientras arrastraba los pies hacia atrás y se daba media vuelta para irse.
En realidad yo tampoco sabía que era lo que me esperaba. ¿Qué fuese un psicópata suelto con ataques extraños? Realmente, la explicación más lógica que podía tener de aquello, era la que me había contado él. Pero aún y así, no podía dejar las cosas de aquella manera. Si aquello era verdad ¿por qué le tenia tanto miedo a algo así?
- ¡Espera Alexander!- corrí detrás suyo y le agarré de la muñeca, él immediatamente aparto mi mano de un golpe, como si me tuviera asco. Nos quedamos unos segundo ens silencio. En seguida bajó la mirada al suelo cómo si estuviera algo apenado y se giró hacia mi.
- ¿Que quieres?
- Nada- dije agarrándome la mano golpéada por detras de mi espalda.- Perdón por haber sido entrometida. Puedes estar tranquilo, ya no volveré a molestarte.
Con un semblante serio, me di media vuelta y me aleje de él. En seguida los ojos se me llenaron de lágrimas. ¿Por qué? Era demasiado sensible. No debería estar triste porqué un idiota como él me tratase de aquella manera. Me sentí estúpida cuando la primera gotita salada resbaló por mi mejilla. Quizás estaba dolida porqué en el fondo tenía una imagen buena de él o quizás solamente no soportaba el hecho de causar tanto asco a alguien. Me había tratado tantas veces como si fuera una basura que exploté. De cualquiera de las maneras, me sentía patética al no poder reprimir aquella angústia, pero tenía claro algo, no le dirigira mas la palabra a aquel chico.
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Déjà vu. Los ojos azul y verde.
RomanceMarnie es un chica de dieciséis años que decide ir al instituto Bellevue para cursar bachillerato, y tiene una característica poco común, el color de sus ojos. En ese año de instituto se enamora de Adrián, un chico con un corazón enorme. Pero una se...