Capitulo diecisiete.

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Tengo una venda en los ojos y una mordaza en la boca. Mis manos están atadas detrás de mi espalda para que no intente algo y me han hecho arrodillar sobre el frío suelo. No tengo idea de dónde estoy, pero parece que me han dejado sola porque ha pasado un rato largo sin que escuche ruido alguno.

Como si fuese poco, sigo con nada más que el bikini. La temperatura ha comenzado a descender, indicando que ya debe estar por llegar la noche, y mi cuerpo tiembla sin control.

Entonces, escucho algo de metal arrastrarse, seguramente una puerta. Luego, unos pasos retumban en el lugar y algo frío toca mi espalda, empujándome hacia adelante y provocando que caiga.

Un hombre ríe.

Maldito.

- Así que tú eres la famosa Avalon. - dice como si no fuese suficiente para estar en su presencia y desata mi mordaza. - Eres solo una niña debilucha.
- ¿Qué es lo que quieren de mí? - pregunto, intentando parecer fuerte a pesar de que mis dientes castañetean.
- ¿De ti? Nada. - responde como si hubiese preguntado algo estupido. Bien, ya entendí que no le agrado. - Veras, Avalon, tú no nos importas, de hecho, podríamos haberte matado y ya. - un escalofrío recorre mi cuerpo cuando el hombre toma mi brazo y me obliga a sentarme de nuevo. - Pero hay alguien que se preocupa por ti y a quien queremos. Así que, como no viene a nosotros, lo estamos obligando a venir.

Scott. Quieren a Scott.

- ¿Se han tomado la molestia de secuestrar a una adolescente debilucha solo porque quieren a su primo? - el hombre ríe y se siente como todo el lugar tiembla con su voz.
- Queremos advertirle. - responde, esta vez una mujer. - Queremos que sepa que no puede luchar contra nosotros, que somos más fuertes y más astutos. - añade y siento sus uñas incrustarse en mi mejilla. - Queremos que sienta dolor desde ahora para que se acostumbre a lo que será su vida si no acepta lo que queremos que haga.
- ¿Por qué? - busco saber mientras mi corazón late fuertemente en mi pecho.
- Porque podemos hacerlo y porque es divertido. - contesta el hombre y estoy segura que está sonriendo burlonamente.
- ¿Es divertido secuestrarme? Vaya, pues lo hubiesen dicho desde un inicio para reírme también.

De nuevo, caigo hacia adelante.

Bien, no son fanaticos del sarcasmo.

- No pensábamos hacerte daño, pero podemos hacer una excepción. - me susurra la mujer y siento sus largas uñas en mi cuello.
- Cuando Scott los encuentre, no va a...
- Si Scott nos encuentra y se resiste, vamos a tener que matarlo. - me interrumpe ella y ríe como si acabasen de contarle el mejor chiste. Aprieto la mandíbula para calmar el enojo que siento. - A menos que tú hagas el trabajo por nosotros.

Esperen, ¿qué? ¿Qué significa eso?

Siento el aliento de la mujer muy cerca de mi cuello y sus uñas bajando hacia mis brazos. Mi respiración se acelera al instante y aprieto los labios cuando una idea viene a mi mente: me va a morder.

- ¿Te crees muy lista? - pregunta la mujer desde mi espalda. - ¿Te crees muy valiente? - trago saliva, ni siquiera me molesto en responder. - Veamos qué tanto te sirve eso.

Cierro los ojos, dando por sentado que morderá mi brazo y me convertiré. Pero, en lugar de eso, siento las uñas de ambas manos suyas cerca a mis costillas y unos pocos segundos después, se entierran en mi piel.

Lanzo un grito de dolor cuando ella quita sus garras y la sangre comienza a brotar, manchando todo mi costado.

- ¡Basta! - exclama el hombre. - Perfecto, ahora ha manchado el suelo.

¿Es enserio? ¡Qué desgraciado!

- ¿Saben qué? Llévensela. - ordena. - Déjenla en alguna parte del bosque.
- ¿La vamos a soltar cuando estamos tan cerca de que vengan por ella? - se queja la mujer.
- ¡Dije que la saquen de aquí! - grita el hombre. - Si te hace sentir mejor, la temperatura está descendiendo y con la pérdida de sangre que tiene, es muy probable que muera de hipotermia antes de que la encuentren.

¡No! Por favor, no.

- ¿Ya escuchaste, princesita? - me pregunta la mujer y de un tirón hace que me levante. - Al final si vas a morir. Qué pena. - añade con sarcasmo.

Intento caminar, pero me duele demasiado el costado. Por ello, alguien termina levantándome del suelo y llevándome en brazos.

Siento el aire frío golpearme en cuanto salimos del lugar en el que estábamos. Las ramas que crujen bajo los pies de quien me lleva cargada me indican que todo este tiempo hemos estado en el bosque. Este lugar es enorme, ¿cómo me van a encontrar?

- Voy a morir. - susurro para mí misma, intentando asimilarlo.
- Tal vez no. - me responde el hombre que me tiene cargada y reconozco su voz de cuando me secuestró en la piscina. - Lamentablemente, si te logran encontrar podrían llevarte al hospital y salvarte. Pero, bueno, si no logran hallarte, lo más probable es que el frío termine matándote lentamente.

¿Debería agradecer por sus palabras de aliento? Porque solo quiero golpearlo en la cara.

- Bien, supongo que aquí está bien. - anuncia el hombre y a diferencia de cuando me metió en el maletero del auto, esta vez no me lanza con fuerza. Me coloca suavemente en la tierra, recarga mi espalda en un tronco áspero y desata mis manos. - Buena suerte, muñequita, y si fuera tu, comenzaría a hacer presión en mi heridas.

Cuando me quito la venda, el hombre ya no está. Me encuentro completamente sola en medio del bosque y la luna en lo alto no hace más que ponerme nerviosa. Llevo ambas manos a mis costillas para presionar mis heridas, pero ni siquiera me molesto en mirar. No quiero ver las marcas de las garras de esa mujer en mi piel, no quiero ver las marcas que se convertirán en feas cicatrices.

- ¡Ayuda! - grito con las pocas fuerzas que tengo, pero es más que obvio que nadie va a escucharme. - ¡Por favor, alguien venga! - pido entre sollozos.

Esto está mal, nadie va a encontrarme aquí.

Me apoyo en el tronco para poder ponerme de pie y logro hacerlo a pesar del agudo dolor que me produce el esfuerzo. Con mi codo me impulso para dar algunos pasos y me tambaleo hasta llegar al siguiente árbol. Continuo haciendo eso por unos cuantos metros hasta que el dolor es demasiado fuerte como para continuar.

Hasta aquí llegue, no puedo seguir.

Las lágrimas empapan mis mejillas completamente cuando caigo al suelo y mi cuerpo se sacude por el frío.

Cierro los ojos y comienzo a recordar las últimas semanas aquí. Recuerdo el día que llegue y vi de nuevo a Scott y Stiles. Recuerdo nuestro viaje y las risas que compartimos. Ambos fueron buenos amigos y compañeros, me dieron el cariño que no obtuve en Nueva York e hicieron que Beacon Hills se volviese una parte de mi.

También recuerdo a Isaac, recuerdo sus ojos celestes y su sonrisa encantadora que me parecía perfecta. Recuerdo cuando entró a mi habitación por la ventana, me acurruque entre sus brazos y recargue mi cabeza en su pecho, sintiendo que eso era lo único que necesitaba. Llámenme loca, pero llegué a quererlo y no de la forma en la que una hermana quiere a un hermano, sino de la forma en la que una chica quiere a alguien que le importa y con quien quiere estar.

Recuerdo todo eso y aunque todo mi cuerpo grita de dolor y sé que probablemente no salga de esta, me alegro porque todos los problemas por los que pase en casa, me permitieron venir de nuevo aquí.

Por unos días fui feliz.

Bueno y hasta aquí llegó el... Es broma, es broma! Bajen las armas!
Pobre Avalon :(

Gold Eyes | Teen Wolf Donde viven las historias. Descúbrelo ahora